La Navidad aun con sus luces y sus sombras es un momento cargado de sentimientos y, cómo no podía ser de otro modo, los autores de Poémame se han hecho eco de ello. Os ofrecemos una selección de cinco de estos poemas navideños y una felicitación, casi declaración de principios, que os invitamos a leer y compartir.

La Estrella que vuelve (Galilea)

Ya vuelve un año más;
que en el cielo
repleto de estrellas
faltaba una sola por llegar.

Estrella que anuncia sueños,
luces, sabores y sonidos.

Sombras vestidas de rojo
que en la noche se cuelan,
acercando anhelados sueños.

Luces brillantes
que pintan en el Alma,
la ilusión mágica
de un tiempo feliz.

Sabores,
que en su dulce tradición,
nos llevan al recuerdo
y al cálido reencuentro.

Sonidos,
que en Villancicos aprendidos
allá por la niñez,
repetimos a los que llegan.
Para que recuerden
y no olviden.
Para que soñando
enseñen a soñar.
Que la Estrella siempre vuelve
y lo hace por Navidad.

Navidad en solitario (Evan Huygens)

Navidad en solitario
mientras recorro Granada
por sus ríos
y sus barrios.

Ya nada es como antes
y muchas cosas
han cambiado.

Veo feliz a la gente,
que lanzan cohetes y
muestran una sonrisa
permanente.

El sol y el día mueren
y las familias buscan el
calor de sus más allegados.

Yo, que vuelvo al piso
por la noche,
me permito el capricho
de comprarme un libro.

Antes solía decir que
mi mejor regalo eras tú,
pero te fuiste.

En realidad me siento
bien y realizado.
Veo a los niños felices
y me vuelvo despreocupado.

Al llegar ceno solo,
reposo pensativo y
comienzo a leer.

Noche de paz (Alejandro Poetry)

Quizás fue otoño,
o tal vez fue un invierno.
Noche de Paz.

Niebla (Silvia Mago)

La nieve describe en el aire
el baile que nosotros nunca.
Hace menos frío si tus manos acarician mis mejillas en son de guerra.

Tic, tac, tic, tac…

No salgo de casa para no dejar mis huellas.
Te mando flores allá donde no puedes recibirlas.

Tu silla sigue vacía.
Y yo,
haciendo ángeles que no vuelan en el suelo de mi habitación.

Llega del mar (Rafael Sánchez)

Llega del mar el nordeste
con la brisa delicada,
que acaricia mis mejillas
y con premura las raspa,
para luego deslizarse
por los cabellos y espalda
entregándome su abrazo,
restañándome las lágrimas,
acelerando el latido
de este pecho que cabalga,
con la sangre impetuosa
por recobrar la esperanza,
en las fiestas que se acercan,
la Navidad tan ansiada,
que a los niños y mayores
nos invita y nos reclama.

Rompe una estrella, la noche,
y parpadea lejana,
pues va dejando su estela,
la claridad y templanza,
a los pastores y magos
que hasta Belén van de marcha,
para ofrecer los presentes,
los regalos y las dádivas,
al Niño que allí ha nacido,
con un brillo en la mirada,
de María, que es su madre,
entre el pesebre y la paja,
en esta noche de invierno
y en medio de la nevada,
con un mensaje en sus labios
del Amor y la Palabra.

Por eso quiero que suenen
los tambores y las gaitas,
los rabeles y ocarinas,
los violines y guitarras,
y todos los instrumentos
que nos anuncien la danza,
por este niño nacido
con la sonrisa en el alma,
que transmite y nos entrega
una paz y una templanza,
serenando corazones,
taquicardias elevadas,
y hasta haciendo que los hombres
tranquilicen hoy las armas,
y se olviden por un tiempo
de las guerras y las balas.

Ya sé que es una utopía
y que el nordeste es la llama,
que enciende los corazones,
en estas fechas sagradas,
cambiando los escenarios,
los personajes, las sagas,
los minutos y segundos
de serenar las miradas
y proclamar que es posible
el compartir las migajas,
de este mundo en que vivimos,
y esta tierra que es la casa,
de los hombres y mujeres,
en continentes y razas,
porque en Belén ha nacido
este Niño de los parias.

Te desearía una Feliz Navidad (Rafael Roldán)

Te desearía una Feliz Navidad y un próspero año 2018 pero me suena a tópico y cumplido. Por eso te deseo que hoy seas feliz, sin más. En este momento tienes la posibilidad de alegrarte de la vida, de reconocer a tus personas queridas como lo mejor que jamás soñaste, de respirar, de sentir, de amar e incluso de sufrir. Si es así, todavía dispones del gran regalo de la vida. ¿Qué más quieres?

No es necesario que digas nada, simplemente sonríe. Aunque nadie te vea estarás siendo consciente de tanta riqueza. Disfruta sin medida, abraza para sentirte cada vez más cerca de la humanidad, saborea el pan duro que no consumiste el día anterior, recréate contemplando las hojas caídas, mira hacia atrás y ríete de tus payasadas. Sueña en la vigilia y duérmete recordando cualquier cuento infantil. Tal vez aparezca esa estrella que siempre has estado buscando.