¨Acostumbro a leer
El mismo poema
Todos los días,
Lo encuentro diferente
Y no sé si soy yo
O el poema
El que está vivo”.
“Los poemas
Sin sus lectores
Están como ausentes”.
Luis Gilberto Caraballo
Arpa Invisible 2020
En los siglos XVIII, XIX y aún muy entrado el siglo XX, los escritores y artistas establecían diálogos entre ellos a través de cartas o epistolarios. Surgen a mi mente las cartas que intercambiaron Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, o los epistolarios de Juan Ramón Jiménez o Federico García Lorca a familiares y amigos. Estos documentos son un tesoro para establecer la visión de la historia, la cultura y la literatura de dichos autores.
Por ejemplo, mi tesis doctoral de la Universidad de Harvard documenta, a través de las cartas de Juan Ramón Jiménez con muchos de los autores de la llamada Generación del 27, de su diario, de apuntes en sus archivos, la trayectoria de este poeta como editor de este grupo. Como mentor de ellos y persona que los canoniza. Esto desde la época en que Juan Ramón trabajaba con relativa armonía con escritores como Pedro Salinas, Antonio Espina, Jorge Guillén, entre otros, hasta las polémicas humanas y literarias que surgieron a partir de finales de los 20 hasta la década del 30, del siglo XX y que provocó que ya estos insignes escritores no colaboraran más.
Las cartas, los diarios, y otros géneros autobiográficos, me han dado una comprensión más profunda entre el escritor y su época, entre los escritores mismos, entre los escritores de otras épocas y conmigo lectora situada entre el siglo XX y XXI.
Recuerdo que hasta principios de los años ochenta, escribía largas cartas a mi familia de mi puño y letra contándole de mis vivencias y peripecias como estudiante que hacía un doctorado en la Universidad de Harvard. Todo cambiaría con el advenimiento de las primeras PC en 1984 y posteriormente con el advenimiento del Internet. Los avances tecnológicos de los últimos 40 años cambiaron para siempre nuestros modos de comunicación.
Hoy en día los escritores, críticos literarios o artistas no nos escribimos cartas. Pero nos comunicamos y mucho. Usamos plataformas como Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger para comunicarnos. Y de este modo empecé hace casi cuatro años mi comunicación con el escritor con el que sostengo los diálogos que presento en este libro hoy.
Luis Gilberto Caraballo y yo empezamos nuestro diálogo o correspondencia cibernética a través de Facebook. El destacado escritor venezolano mantiene una página que nos permite interactuar con él. En un momento en julio de 2015, le hice un comentario a uno de sus aforismos y le dije algo así como «veo que tienes materiales para un libro de aforismos”. Conversamos luego por Messenger sobre este tema: cómo organizar el libro, cómo editarlo, cuánto tiempo tardaría. De ahí, surgió el primer poemario de Caraballo que nos unió, en el que se estableció un primer diálogo entre ese poeta y esta lectora.
De hecho, ese libro, “Arpa Invisible”, se publicó en Puerto Rico en 2020. Y en ese libro de aforismos ya viene la idea de que el texto es una especie de carta emotiva que establece un diálogo entre el escritor y su lector o lectores. De ahí estos aforismos de Caraballo que he usado como epígrafes para esta introducción.
Este primer diálogo, o mejor dicho, estos primeros diálogos entre ese poeta y yo como su lectora, suscitaron ensayos, prólogos y reseñas sobre los libros de este autor. Esos textos, que habían sido publicados previamente, después de conversar tanto con Luis Gilberto por Messenger, WhatsApp y de dejar extensos comentarios a sus poemas en su página de Facebook, se consolidaron en La música callada, la soledad sonora: la poesía de lo inefable de Luis Gilberto Caraballo. Este sería mi primer libro-homenaje al venezolano.
Pero esos primeros diálogos no estaban completos. Pues aunque en ese libro de 2023 trabajé temas, motivos, símbolos y aún análisis de textos de libros tan interesantes como La Gruta del Ávila e “Iluminaciones de un lienzo”, por la estructura de mi libro, otros textos quedaban fuera y Luis Gilberto Caraballo, que es tan prolífico, seguía escribiendo.
Entonces se me ocurrió la idea de otro libro, basado en mis comentarios a la poesía del venezolano y compartidos en su página de Facebook, que se ocuparan de otros temas, motivos, símbolos. Así nació la idea de estos nuevos diálogos y de este libro de “Diálogos entre un poeta y su lectora”. Cada poema de Caraballo lo siento como una misiva íntima, emotiva, con sus lectores y conmigo como lectora. De hecho, este escritor siempre espera una respuesta del remitente o de su interlocutor.
En estos nuevos diálogos he visto otros libros importantes de este escritor como Los caminos del tiempo, “Las voces de la música: un árbol” o su más reciente libro, “Amor de nubes”. He dialogado con este escritor para este libro, sobre su arte poética; sobre símbolos tan relevantes como el ojo, la mirada, las nubes; sobre temas tan interesantes como la narración en su poesía, lo fantástico, lo citadino en su poesía, incluso el tema del “flaneur”. De esta forma quise enriquecer mi diálogo con este poeta y señalar con estos diálogos la importancia de este talentoso autor, que ha escrito 45 libros, de los cuales ha publicado diez.
Con la profundidad que me dan casi cuatro años de lectura de Caraballo, creo que mis diálogos son cada vez más inteligentes, hondos y emotivos. Creo que este libro tiene la magia de ser una conversación, un diálogo, misivas entre un crítico literario apasionado (yo) y un poeta que escribe desde su corazón. Siento que si Luis Gilberto y yo nos encontráramos en una máquina del tiempo, y fuéramos (back to the future) al siglo XIX, nos escribiríamos cartas cada día en torno a sus textos. Me gustaría pensar que estoy allí, dialogando con Luis Gilberto, redactando una de esas misivas, en la intimidad de mi hogar.
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