Aunque primero fue el verso y luego el poema, y la mujer desde el inicio como fuente de inspiración, ha costado siglos de estudio… y cuesta, que las obras literaria escrita por mujeres tenga el lugar que merece.

Para hablar de literatura cubana escrita por mujeres siempre habrá que comenzar por dos nombres de mujeres que marcaron el inicio María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, más conocida con el nombre de Condesa de Merlín (La Habana 1789 – París 1852) y Gertrudis Gómez de Avellaneda (Puerto Príncipe 1814 – Madrid 1873).

Si con Viaje a La Habana (1844), versión censurada de la primera edición francesa de La Havane (1844), a la Condesa de Merlin se le atribuye el mérito de haber fundado la literatura cubana en femenino, la novela Sab (1841) le asigna a Gertrudis Gómez de Avellaneda2 la primacía de haber introducido la narrativa social en Latinoamérica, poniendo el acento en la situación de la mujer y el esclavo.[1]

Luego de más de 170 años (177 exactamente) del inicio de la literatura cubana femenina se ha forjado una tradición y nombres de mujeres necesarios para las letras cubanas y universales. Luisa Pérez de Zambrana, Ofelia Rodríguez Acosta, Dulce María Loynaz, Fina García Marruz, María Villar Buceta, Lydia Cabrera. A los que se suman  Ana Luz García Calzada, Mirta Yáñez, Nancy Alonso, Marilyn Bobes, Aida Bahr, Reina María Rodríguez, Soleída Ríos, Teresa Melo, Sonia Díaz Corrales, Laura Ruiz Montes, María Elena Hernández Cordero, Odette Alonso Yodú, Lourdes González, Ena Lucía Portela, Kenia Leyva Hidalgo, Damaris Calderón, Liudmila Quincoses, Aymara Aymerich Wendy Guerra…

 
Abriendo un paréntesis llegamos al territorio de la antigua provincia La Habana, que desde el año 2011 dio lugar a las provincias de Artemisa y Mayabeque; provincias que luego de diez años de creadas aun no muestran -en mi opinión- desde la sociología cultural una identidad propia que las caracterice. Sus municipios en vez de consolidar su identidad y salvaguardar la memoria histórica se han disgregado y con ellos su cultura y creadores.

En el caso de la poesía existen topos comunes por lo que no me atrevería a separar un territorio del otro. Veamos este pequeño análisis sobre la poesía escrita por mujeres nacidas, y que viven “Sembrando Versos”[2] en estas fértiles tierras.

Desde el “yo sujeto femenino” es una poesía individual pero comprometida con el “nosotros” a través de expresiones abiertas, coloquiales, de diferentes tonos; donde la voz femenina irrumpe con el desasosiego y valentía del sujeto mujer en reflexiones éticas e identitarias.

Las poetas nacidas en este terruño al que me niego a llamar nuevas provincias eternizan la tradición poética cubana fundamentalmente desde el verso libre y la décima, pues esta última composición es de gran arraigo en la zona. Mujeres que continúan el sendero de las inspiraciones clásicas de la poesía como el amor y el desamor, la muerte, la familia, los amigos, el tiempo… pero ahora se une el desarraigo familiar, los dolores de la isla donde han nacido y a la que ven como parte implícita de los objetos familiares que conforman el hogar,  la soledad, las dudas, la incertidumbre del mañana, las referencias culturales, el dolor social mezclado con efectos narrativos, entre otros, conforman la libertad poética de estas féminas que a pesar de la pluralidad de voces mantienen un lenguaje sencillo mezclado con un lenguaje poético donde la metáfora, las alegorías, el símbolo, el juego intertextual, las citas, los préstamos … son corpus presente. 

En la heterogeneidad del discurso lírico de estas voces se combina la vida cotidiana con la diversidad de estilos y temas, el mestizaje lingüístico, la recurrencia al mar, el desasosiego y sensación de abandono. Ana Nuñez Machín , Encarnación de Armas, Mercedes Valdés Martínez, Esther Trujilo, Julia Cabalé, Gisella Rizo, Carmen Suárez León, Ivett González Pérez, Yazmín Sierra Montes, Felicia Hernández Lorenzo, Gilda Guimeras Pareja, Marilú Rodríguez Castañeda, Teresa Regla Medina Rodríguez,  Maritza Vega Ortiz, Nuris Quintero Cuéllar, Andrea García Molina, Mireysi García Rojas, Selene Margarita Perera de Armas, Dimarys Aguila García, Yanara de la Caridad Díaz Martínez, Elizabeth Álvarez Hernández, Shatila Valdés Abi- Rashed, Domimga Pérez Llanes (Mina Pérez), Polina Martínez Shvietsova, Yanelis Encinosa, Maritza Garro,  Zurelis Lopéz, Nora Lloró Gelabert, María Esther Valiente Pérez, Ana Margarita Valdez Castillo, Esperanza Iglesias San Román, Tania Pérez Collado, Oneidys Torres Santos, Sucet Vázquez Ortega, Yohanna Talancón Puentes, Mónika González Ortega, Zurisady Gómez Torres, Suleydis Hernández Milán y Yuray Tolentino Hevia; son solo algunas de las voces femeninas de este territorio que a pesar una obra solida dentro y fuera de Cuba no son tan (re)conocidas debido a la misma dispersión geográfica y a la casi nula crítica literaria.                                          

Dimarys y Shatila (residente en España) tienen puntos en común en su poesía al tocar la sexualidad desde el erotismo descarnado y sensible. Mujeres sin tabúes que a través de un lenguaje femenino son capaces de poner al descubierto su propia sexualidad que sin lugar a dudas es la sexualidad de otras muchas mujeres que por pudor, educación o tradición suelen callar.

Desde la cotidianidad, el peso de los días, desde el existencialismo y la habilidad para conjugar las palabras de formas reflexivas que al oído del lector suenan como frases conocidas tejen Andrea, Gilda, Yasmín, Teresa, Maritza, Wayna y Marilú sus versos.

Dueñas de la palabra desde un pensamiento racional, identitario, marcado con el seguimiento a la tradición de la décima pero con un alto concepto del valor del significado y significante poético se encuentra la familia de Armas, cuya raíz es  Encarnación y luego le sigue su hija Selene y las nietas  Arianne y Arlene.

Elizabeth, Nuris y Felicia; tres escritoras que además de la décima incursionan y con la misma calidad en otras composiciones poéticas como el haiku, el soneto, el verso libre y la narrativa.   

El dinamismo y multiplicidad de versos nos muestran el amplio abanico poético de la región, debemos tener en cuenta que existen un vasto número de escritoras jóvenes de menos de 30 años de las cuales no hago referencias pues no domino sus nombres pero si se del trabajo de los asesores literarios en las Casas de Cultura de los municipios.

La visión femenina en una Cuba que se transforma día a día está presente en la obra de estas poetas que para nada se diferencia de la obra escrita por hombres, más allá del “toque sensual” con mano de mujer. Estas escritoras que viven en pueblos de campo viven la misma cotidianidad, sobresalto, carencias y sueños que todas las mujeres que las rodean, con las que comparten ya sea una taza de café o una cola, pero escribiendo una poesía entre muro que grita ser (re)descubierta.

Güira de Melena, agosto 13 del 2021

* El título de este trabajo surgió en una conversación con el poeta y realizador audiovisual Ulises Hernández Expósito, fue él quien se refirió a estas mujeres como que escribían Poesía entre muros.

[1] Escritoras en la Cuba del siglo XX. Silvana Serafin (Università degli Studi di Udine).

[2] “Sembrando Versos” es un proyecto en colaboración con la realizadora audiovisual y productora colombiana Karen Kaissal Salazar. Desde la Fundación Arte – Cultura, proyecto apoyado por el Programa Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura de Colombia.