Jerónimo Alayón (Caracas, 1966). Poeta y escritor venezolano. Columnista en el diario El Nacional (Caracas) y en ViceVersa Magazine (New York). Finalista del XXV Premio Internacional Juan Rulfo (París, 2008) con el relato El último tren. Profesor de español en la Universidad Central de Venezuela desde 1994.
Licenciado en Letras (1993) por la Universidad Católica Andrés Bello. Cursó estudios en la maestría de Literatura Latinoamericana (Universidad Simón Bolívar). Se ha dedicado de manera autodidacta al estudio de la filosofía desde 1995.
Ha publicado los poemarios El canto del Jokili (2000), El dios desolado (2011), Paralítica luz (2011), El arpa y la niebla (2011) y Evanescencia (2015); el libro de relatos Las alas del escorpión (2015), y el libro de no ficción Comunicándonos más allá de las palabras (2009). Algunos de sus poemas, relatos y ensayos están recogidos en antologías internacionales (digitales e impresas) y en revistas literarias. Es miembro de la Asociación Hispánica de Humanidades (Greensboro, Carolina del Norte, EE. UU.) y del Círculo de Escritores de Venezuela. Fue alumno del Taller de Poesía, de Leonardo Padrón, del Taller de Narrativa, de Bárbara Piano, y del Taller de Literatura Fantástica, de Luis Britto García. Desde 2012 se ha dedicado a crear un sistema filosófico-literario denominado idealismo simbólico.
La abdicación del reloj
Tengo miedo del reloj que abdicó
del tiempo cuyo paso no se escucha
de la hora vestida de días
eternos
Tengo miedo de saber
que el tiempo y la hora son extraños entre sí
de aceptar la máscara del momento
Y ahora cuando digo momento
y asumo esta perplejidad del tiempo
podría decir también
que mañana habrá un instante
preciso
en que seré entraña de cualquier reloj infartado
Tengo miedo
de ser tiempo y temporalidad al unísono
de medirme en la paraplejia del reloj averiado
de saber que el reloj soy yo,
De mí parten las aves esta mañana
Ya no apremio las aves
esas que a mí llegaban cada alborada
De mí parten las aves esta mañana
Todo el miedo es paz
ya no hay lucha
de una parte de mí
con el resto de lo que no soy
por fin soy uno
y abrazo mis tristezas
sin reclamo
ni solemnidad
y por sobre su hombro
veo partir de mí las aves esta mañana
Las palabras también se van de mí
como trenes que olvidaron sus rieles
Estoy aquí
ya no hay esclusas ni diques
todo se marcha de mí
sin adiós
en paz
sin mí
en las aves que de mí parten esta mañana
Ahora escucho el silencio.
que se fuga por entre las letras de mi nombre
Todo el límite que he negado cruzar está aquí
La poesía es una despedida sin estridencias
Mínima filosofía acostado sobre la tierra húmeda
Los ríos más profundos son siempre los más silenciosos.
Quintus Curtius Rufus
Hace algún tiempo decidí marcharme
ya no estoy
mis palabras dejaron de parecer lenguaje
hartas del mundo que cabe en una postal
Me bebí toda mi ausencia
La niebla lo sabe
escribo para convocar el silencio
para no decirme
para vivir atrás de las palabras mis otros silencios
Y sin embargo
aún me queda esta paz de embozar las ausencias
Hoy he mirado la tierra húmeda
más que otros días
allí reposan las únicas palabras
que merecen crecer con la hierba
Tenía dieciséis cuando me llamaron idiota
leía a Leibniz
en tanto que otros miraban cuerpos de mujeres desnudas
yo elegí el principio de la razón suficiente
y entendí que las palabras también son mónadas
(solo si existen por el silencio)
A mis cincuenta y tantos sigo siendo un idiota
Leibniz estaba en lo cierto
«Natura non facit saltus»
(la naturaleza no obra por saltos)
y sigo aquí
pensando que el mundo olvidó su primer silencio
Lo sabe la polilla
que devora el tiempo yacente en el reloj
Lo decía Bukowski
«El tiempo es la cruz de todos»
él sabía que la locura cabe en una habitación
yo creo que cabe toda en una palabra
Volví de la noche
con la levedad de quien se cayó del porvenir
Si me fuese dado conocer la nada
sabría que la poesía estuvo allí
justo antes del fuego sagrado
Entonces me iría de los calendarios
Me acostaría sobre la tierra húmeda
con los únicos silencios que merecen ser palabras
Mariela, muy agradecido contigo por la publicación de mis textos en Poémame (España), en especial si han llegado hasta aquí de tu mano. Un gran abrazo en esta inmensidad que es la poesía.
Mariela, muy agradecido contigo por la publicación de mis textos en Poémame (España), en especial si han llegado hasta aquí de tu mano. Un gran abrazo en esta inmensidad que es la poesía.
Fue un placer compartir tus poemas, Jerónimo. Gracias a ti