La palabra tradición del título de este poema, me lleva a pensar que ésta no es más que una mentira compartida como si fuera verdad y transmitida con modales religiosos. A pesar de ello, la necesitamos para sobrevivir.

La tradición no es más que la respuesta a un mundo huérfano y desnortado al que nos ha llevado una modernidad y globalización exclusivamente economicista y sin contenido humanista. Necesitamos que nuestro entorno más cercano no sea una franquicia.

La tradición es una reacción a la globalización como sinónimo de homogeneización en la que vivimos: fugaz y caduca. Esta sociedad líquida se ha quedado sin religión (solo fanatismo), sin conciencia de clase (solo lo políticamente correcto) y sin familia (solo redes sociales).

Unos supervivientes de esta sociedad franquiciada, los y las poetas, son los exploradores en busca de una tradición que nos pueda salvar, como Raquel Lanseros con su tradición oral.