RUBÉN MARTÍN nació en Granada en 1980. Es autor de los poemarios Sistemas inestables (Bartleby, 2015) y Radiografía del temblor (Premio Andalucía Joven, Renacimiento, 2007). Ha publicado textos en revistas como Quimera, Shangrila y Kokoro, y participado en diversas obras colectivas, entre las cuales destacan Voz vértebra: antología de poesía futura (Kokoro Libros, 2017), Poeta en Nueva York. Poetas de tierra y luna (Karima, 2018) y Locos de altar (Alea Blanca, 2011), esta última en colaboración con Begoña Callejón y Leopoldo María Panero. Una selección de sus poemas ha sido traducida al inglés y al rumano con motivo de su participación en el International Poetry Festival de Sibiu de 2017. 

Como traductor es responsable de las versiones en castellano de Poemas a la muerte (2010) de Emily Dickinson, así como Rompiente (2014) y Deprisa (2020) de Jorie Graham, publicadas en Bartleby Editores. Su interés en el diálogo entre disciplinas artísticas se plasma en proyectos como el spoken word electrónico-poético de Máquina Líquida y el trío Estufa de Leña Contemporánea (junto al multiinstrumentista y compositor A.L.Guillén y la artista visual Rocío Lara), así como en sus actuaciones en directo con los músicos Dal Verme, Alejandro Morales y Primo Gabbiano.

Abrimos las páginas de “Nihiloma”  y nos encontramos ante una cita de William Blake que nos vaticina lo que vamos a encontrar: “Nada podía romper la Red, ni con alas de / fuego; tan trabadas estaban las fibras, y tejidas / las mallas, como a medida del cerebro humano”.

Nihiloma es un poemario que nos echa en cara la dependencia que tenemos de la tecnología y cómo no podemos soportarla porque nos aísla y evita que nos relacionemos unos con otros de manera ‘natural’. Tampoco pedimos un enfoque ‘natural’ rousseauniano, pero al menos uno que no esté mediatizado por la tecnología.

Como no podía ser de otra manera, Liliputienses nos muestra, una vez más, una poesía alejada de los estándares poéticos a los que nos someten las multinacionales de la poesía. En este caso, Rubén Martín intenta estimularnos a través de una lectura que combina pantalla de ordenador y hoja de papel, signos y letras con palabras, problemas informáticos y la angustia existencial de ser conscientes de que somos lo que la tecnología dice que somos. Nos encontramos ante un fallo del sistema, de nuestro sistema lingüístico de existencia en el que el lenguaje se encuentra amalgamado entre ceros y unos, en código binario.

Es un libro para un lector valiente y sin prejuicios literarios, dispuesto a abrir la mente ante lo que podría ser el nacimiento de un nuevo estilo poético. Aunque solo sea por eso, vale la pena leerlo. Lo puedes encontrar aquí.