Valbona Jakova es una poeta y traductora albanesa nacida en Tirana, hija de Frano Jakova, compositor, nieta del dramaturgo Kolë Jakova y de los políticos Tuk y Filip Jakova. Ha traducido del italiano a Pablo Neruda, Giuseppe Ungaretti, Umberto Bellintani, Beppe Costa, Jack Hirschman y algunos textos teológicos del padre Livio Fanzaga en albanés: «¿Por qué creo en Medjugorje?», «El falsificador». En 2010, publicó la colección de poesía «La Tempesta Delle Ore» en Italia, con Albatros Il filo, libro que ganó el segundo premio en el concurso AlberoAndronico 2011, como autor de lengua materna no italiana para libros publicados entre (2005 – 2010). En 2019, ‘Veliero Editrice’ publicó el libro infantil ‘I tre Porcellini e i Porcellini emigranti’. En 2020, publicó el libro de poemas ‘Calling to the Good’ Gilgamesh Edizioni. En Italia, es ganadora de numerosos premios en concursos internacionales. Sus poemas se han publicado en numerosas antologías.
Cae
No es un sol inmóvil,
suspendido en el horizonte,
un corazón que ralentiza sus latidos
un cuerpo destripado
de su ser
por encima de su cabeza
un alma que exhala
dejando el cuerpo atrás.
Es un amor
que poco a poco,
sin lágrimas disminuye
sin ninguna esperanza de volver
tropieza, no se levanta,
sobrepasa el horizonte
cae y en ese instante
muere.
Los venenos del mundo
Veneno para los que sonríen con los ojos,
porque ven el azul,
veneno para los que sonríen con los labios,
porque hablan un idioma diferente,
veneno para los que sonríen con todo su ser,
porque experimentan la alegría,
veneno a quien sonríe con el alma,
porque un sol se derrama sobre sus rostros,
veneno para los que no tienen cara para mostrar,
porque le han cortado la cabeza,
veneno para los que hacen el bien,
pues deben cortarle las manos,
veneno, mucho veneno para el amor,
porque inventó la libertad.
El después
El después fue sólo el largo
silencio del conquistador.
Estaba inmerso en el aliento culpable
anunciado por una razonable
predicción, ese silencio persistente
atravesado por días que se remuerden
sin cansarse y sin romperse,
dando la razón a la razón.
pero el tiempo es el enemigo de la vanidad.
Cegado buscabas a toda costa
un trofeo, mi dolor, lo alcanzaste,
lo tocaste y escurrido
se te escapó de las manos
como un bálsamo untuoso
que contiene el principio
pero no el milagro.
Tú, odiabas los milagros,
tú, no querías curarte.
Traducción al español por Mariela Cordero
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