María Teresa de las Mercedes Wilms Montt, también conocida como Thèrése Wilms Montt (Viña del Mar, 8 de septiembre de 1893 – París, 24 de diciembre de 1921), fue una escritora chilena de principios del siglo XX. Considerada una precursora feminista. Rebelde a los valores burgueses de su sociedad, fue internada a la fuerza en un convento; sin embargo, con la ayuda de su amigo Vicente Huidobro, huyó a Buenos Aires. Amiga también de los escritores Gómez de la Serna, Enrique Gómez Carrillo, Joaquín Edwards Bello, Víctor Domingo Silva y Ramón María del Valle-Inclán. Y siendo este último, autor del prólogo del poemario editado en 1928 «Anuarí», dedicado a un muchacho de diecinueve años, enamorado de Teresa, que se suicidó delante de ella.

«Se ahogó mi risa en el espejo.

Largo crujido siniestro lanzó a la noche el cristal de plata.

Una, dos… calló la hora, metal frío de planeta en la rigidez del páramo.

Epiléptica de calentura la luna se dio a los balcones.

Y el cadáver de mi risa es una esmeralda blanda que al deshacerse vuelve en la superficie argollas y cruces brillantes.»

«Reposa tranquilo, Anuari. Seré siempre tuya. He hecho de rni cuerpo un templo, donde venero tus besos y tus caricias, con la más honda adoración.

Llevo clavada, como un puñal, tu sonrisa en el punto donde se posan mis ojos; esa sonrisa con los dientes apretados, que hacian de tu boca un capullo sangriento, repleto de blancas, relucientes semillas.

Anuari. Tu sonrisa es una obsesión destructora que mata todas mis risas, tu sonrisa provoca en mi mente la inquietud del relámpago en medio de la noche. Es veneno de nácar que destila en mi corazón hasta paralizarlo.»

«(…) Cuando comprendo que no te veré jamás, una onda de angustia me sale del corazón, envolviendo mi cerebro en un vértigo de catástrofe, en un ansia de masacrar la belleza de la vida»

«Cuántas veces he estrujado sobre estas páginas hasta la esencia de mi espíritu,  y después en el lánguido agotamiento, he esperado, la cabeza  entre las manos, el llamado alontanado de tu voz adorada, viniendo de un más allá brumoso, vedado para las almas que habitan todavía cuerpos mortales… «