Gregory Hills, de 67 años, ha trabajado como terapeuta de adicciones los últimos 30 años. Antiguo batería y cantante en un club nocturno, cambió de profesión a los 37 años. Además de ejercer como terapeuta a tiempo completo, asesora a magistrados de los tribunales locales en materia de adicciones y rehabilitación. Escribe poesía de forma constante desde 2017. Vive solo en el estado de Michigan, Estados Unidos.
Por nacer
Estoy a punto de nacer.
Un monje me guía hacia el sueño; suavemente
advirtiéndome que recuerde
“susurrar amor a altas horas de la madrugada”,
como medicina para antojos de todo tipo,
enredos en redes de materia gris, o:
cuando me encuentro con mis enemigos.
Luego sueño con colibríes. Especialmente
los últimos en irse, al llegar el otoño.
Pierdo la cuenta de ellos contra el infinito, hasta que estoy
inhalando mayo de nuevo; mezclando energías
con la primera llegada a mi ventana abierta
-y por un tiempo;
me convierto en un oyente de lo más piadoso
Ocúltame
En la anatomía del aire
el tejido conectivo
de las nubes
En el espacio aterciopelado, entre
un callo y las cuentas de oración
de una madre
En el fuego del amor divino, cayendo
en nieve rosa sobre
ciudades de cristal
En los ojos brillantes de un ángel
celebrando el renacimiento
de un ser perdido.
Musa secreta
Cuando lea mi libro en voz alta
serás la primera en escucharlo.
y no le contaré ni a un alma sobre nosotros,
más allá de esta pequeña flor
Y cómo podría sentirme solo, o incluso triste
sabiendo que cada mañana
tus poemas están a salvo
dentro del altar de mi corazón
contándole al mundo entero de ti.
Traducción al español por Mariela Cordero
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