Hoy vamos a tratar un poemario del poeta tinerfeño Melchor López (1965), que este verano nos trajo por casualidad, Cuaderno de Cabo Verde, una edición de lujo confeccionada por Ediciones del Pampalino.

Melchor López se inició en la poesía en 1990. En 1994 fue incluido entre los siete poetas que conforman la antología poética ‘Paradiso’, preparada por Andrés Sánchez Robayna. A partir de aquí, publica ‘Altos del sol’ en 1995, un conjunto de haiku, tankas y poemas en prosa. A continuación, ‘El estilita’ en 1997. En 1998 se traslada a Fuerteventura para, seis años después, marchar a Lanzarote, donde reside en la actualidad. 

En Lanzarote siguió publicando títulos como ‘Oriental’ (2003) y ‘Fama del día’ seguido de ‘Escrito en Arrieta’ (2006). Entre sus últimas publicaciones vamos a destacar ‘De la tiniebla’ en 2013, ‘Dos danzas’ en 2014, ‘Según la luz’ en 2019, ‘De vuelo’ en 2019, también, ‘Niño’ en 2020 y, por último, el libro que comentamos, integrado en una serie que el autor denomina «libros de viaje».

Este poemario contiene un solo poema épico subdividido en una serie de poemas y fragmentos en prosa que se van intercalando. En ellos, el poeta narra las diferentes experiencias de viaje en una zona geográfica en particular. 

Para un poeta canario, Cabo Verde es una prolongación de su geografía. Mediante el viaje, el autor ha querido realizar una «conversión del yo en otro», como él mismo afirma en una entrevista.

Me gusta la forma que tiene de iniciar el poemario con su ‘Autoproclamación en la ciudad de Praia’.

Reniego, sí, reniego, oigan,

—definitiva piedra de fastidioso escándalo—

de las playas de arena negra

y las cuevas de guanches montaraces,

del drago tutelar de los sonetos

y del volcán nevado de los himnos.

Reniego del honor escaso

ganado por mi pluma ya extenuada

y de los estilitas inflados de soberbia

en las fatuas columnas

alzadas contra el cielo.

A lo largo del poemario, notamos que escribe un tipo de poesía seca y contundente que dirige directamente al lector, sin buscar intermediarios, como lo demuestra en los últimos versos del conjunto poético, que reflejan a este sentimiento que el autor expresa en ‘Vida retirada’. 

Finalmente, amigos, sí,

conseguí mi propósito 

(también para esto, miren, 

vale la despreciada poesía):

vivir algunos años

en una casa junto al mar 

donde esperar la muerte

sin temor o recelo.

Cuaderno de Cabo Verde nos invita a conocer el paisaje transformador de la Macaronesia, que hermana a Canarias con Cabo Verde y a la vez con las Azores, Madeira e islas Salvajes. Espero que lo disfruten.