Nació en 1982 en Jeongeup, Jeollabuk-do. Se licenció en Sociología en la Universidad Nacional de Seúl y obtuvo un máster en la Escuela de Postgrado de Tecnología Cultural del KAIST. En 2002, debutó en la literatura a través de la revista Hyundae Poetry. Entre sus poemarios destacan Los cerdos del Hotel Tassel, Amamos la atmósfera, De ser a ser, La mano izquierda tiene dolor de corazón, Una vez tuve un nombre y El pronombre de la nada. También ha publicado una colección de poesía juvenil titulada The Work of the Heart y colecciones de ensayo como You Are a Dangerous Robot Now, You and I, Yellow, Gentle Care y Wearing Green. Ha recibido varios premios literarios, como el Park In-hwan Literary Award, el Koo Sang Poetry Award, el Hyundae Poetry Award y el Daesan Literary Award. Es miembro del grupo literario Jakran (Revuelta).
Sentimientos estacionales
Me encantaba la esquina
apoyado en ella,
nací de nuevo en alguien que esperaba…
el viento sopló y luego retrocedió.
Sentí como si algo se hubiera desvanecido,
rebusqué en mis bolsillos.
Un perro se acercó,
un perro que nunca había visto antes.
Supongo que él tampoco me había visto nunca
pasé rozándolo,
me miró.
Los rostros se volvieron familiares,
los olores se volvieron familiares.
El otoño mismo está a medio madurar,
pero algo dentro de mi pecho había madurado.
Inconscientemente, me giré para mirar atrás.
aunque goteaba de sudor,
el perro no mudó su piel.
Algo inevitable.
Aunque goteaba de sudor,
no me quité el abrigo.
Algo inevitable.
Todavía estamos dentro de nuestros caparazones.
Sintiendo algo en mi agarre,
busqué en mi bolsillo
desplegué un recibo arrugado,
encontré, afortunadamente, un verano.
La gente con apego persistente
viven ciertas estaciones
un poco más que otras.
Esas cosas
Cuando lo abrí, estaban allí. Parecían decir: «nos quedaremos, aunque nos olviden»,
o «nunca nos olvidarás, porque estamos aquí». Pero lo abrí para olvidarlas, porque estoy obligado a recordar si están ahí. No tengo forma de olvidar porque aparecen y me estrangulan.
No estarán allí. Tal vez no estén ahí. Qué bueno sería que no estuvieran.
Pero estaban allí. No olvidaré. Tal vez nunca lo olvide. Qué maravilloso sería si pudiera olvidar. Sin embargo, indefectiblemente, estaban allí.
Estaban fuera, en un lugar desconocido desde dentro. El interior era demasiado acogedor, demasiado ordinario, demasiado similar para notarlo. Las historias internas rara vez salen al exterior; se apiñan y se espesan en el interior.
Estarán ahí para siempre, mientras yo tenga la voluntad de abrir y manos con las que abrir.
Aunque se hayan ido, permanecerán en mis pensamientos. Aparecerán en mi mente. Y mi corazón se ahogará. Su ausencia llamará sin cesar a la puerta de su existencia.
Cuando lo cerré, desaparecieron, como por arte de magia. Que no se vean no significa que se hayan ido. Me sentí culpable por haber cerrado los ojos. Siguen existiendo en algún lugar entre lo que no se ve y lo que no se mira. Esas cosas que aparecen mientras están en mi mente -independientemente de si abro o cierro, o incluso cuando no abro sólo porque no puedo- siguen existiendo.
Yo
Cuando quería estar solo, iba al baño.
Esto me producía una sensación de soledad.
Sin ninguna razón en particular,
estar solo delante de los demás me parecía algo de lo que avergonzarme
pero con el tiempo, empecé a sentirme bien.
Con el tiempo, estar solo se convirtió en algo cómodo.
El espejo del baño estaba meticulosamente limpio.
Aunque ninguna huella dactilar lo marcaba,
no era fácil de mirar.
Sonreí ampliamente al espejo
aunque nadie me miraba,
las comisuras de mi boca no se levantaron fácilmente.
Como si hubiera visto algo que no debía,
como si mi reflejo fuera de alguna manera antiestético,
La risa estalló en mí.
Como una historia demasiado absurda para reírse de ella,
como una cara que se vuelve ridícula de tanto reír,
como el mejor comediante del mundo,
En este mundo divertido.
Pero incluso solo,
incluso en el baño,
no podía sonreír sin esfuerzo –
incluso solo delante de mí mismo.
Traducción al inglés por Joo-Hyun Song 송주현
Traducción al español por Mariela Cordero
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