Jeanette Esmeralda Tiburcio Márquez. Poeta y escritora, arquitecta de formación egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México y pedagoga del Centro de Estudios Superiores de Veracruz, con numerosos libros publicados en los géneros de poesía y narrativa, tiene más de 20 títulos de posgrado en diversos campos, estudios de Maestría en Educación Lingüística y en Innovación e Investigación. Recibió ‘El Sol de Oro’ por su destacada contribución a la educación y la cultura. En India ha sido reconocida tres veces con el Premio Internacional Madre Teresa, el Premio de la Paz Mahatma Gandhi y la Orden de los Héroes Verdaderos, allí también se la llama embajadora de la paz. Es fundadora y presidenta internacional de Mil Mentes por México Internacional, y vicepresidenta del Consejo de Derechos Humanos y Anticorrupción de los Consejos Mundiales de India. Obtuvo el Premio Mundial “César Vallejo” a la Excelencia cultural, Perú, 2021.
Hamaca
A la merced de un recuerdo
Nos colgamos en el tiempo,
Divisando los momentos
Luminosos del ayer,
Donde se tejió la historia
Esculpida con dolor,
Donde se vivió la gloria
Luminosa en el amor Maridada con café.
Veracruz tierra de Dios
Templo de mi suspirar
A pesar del devenir
Y el camino por fraguar,
Tu sigues con tu vaivén
Resistiendo las suradas,
Tu sigue con tu sonrisa
Y alegría mi tierra amada,
Creando lazos de acción
Con aroma de naranja,
La poesía de Agustín,
La propuesta de Zardain
Y la magia de Papantla.
Corazón al fuego.
Dedicada a mi Padre.
Aprendo a confundirme
Con la noche y sus silencios
Abrazando las historias
Resilientes del ayer
Buscando tus ojos
A las 3 de la mañana
Me sumerjo en los misterios…
Y creo… y dudo… recuerdos dogmáticos
Argumentum ad Verecundiam
Viviendo la verdad que desconozco.
Muriendo en las falacias heredadas
Me aferro a lo que se y recuerdo
Tratando de anclarme en transparencias del hacer
Y creo y dudo,
Memorias tatuadas
-No podrás recordar a los muertos
Si no te queda memoria- decías…
Y así dejo un lugar,
Al final de cada cosa,
Al final de cada día,
Buscando tu presencia Poderosa,
Dudando lo Que vivo,
Te busco en mí,
Te miro en él…
Y me pregunto
¿Quién arrojó mi corazón al fuego?
Mujer sin sombra
Me intercambiaron la dulzura
Por coraza
Para proteger mi pecho
Y cubrir mi espalda,
En estos tiempos inciertos
De malignos celos
Y tierra infértil,
De asesinos de cadáveres
Confundidos, mendigantes
Que entienden el ser
A través del poseer.
Me intercambiaron la rudeza
Por bondad y entendimiento,
Para soportar los tiempos
Y resguardar mi nombre, entendiendo…
Que nadie puede tener buena reputación
Cuando pasa el juicio, por la boca de un parlero
Que perfuma el ego con bálsamo de veneno y ámbar gris.
Me desplazo en este mundo
Dejando pasar la luz
Sin las ansias materiales
Consciente de la misión,
Y expectante de los tiempos,
Confiando, sólo confiando
En la Física de Dios.
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