Carmen Conde nace en 1907 en la ciudad de Cartagena aunque parte de su infancia y adolescencia las pasó en la ciudad de Melilla. Siguiendo la estela de su admirada Gabriela Mistral quiso estudiar magisterio. En 1927 conoció al poeta Antonio Oliver con quien inició una relación y con quien se casó. Otra de las personas importantes de su vida fue Amanda Junquera con la que convivió durante años y con la que se dice que mantuvo una relación amorosa.  Carmen vivió tiempos interesantes (en el sentido chino de la palabra) y fue una de las personas más destacadas de la generación del 27. Tuvo una vida larga y plena, autodidacta, con una intensa vocación pedagógica, amiga de numerosos intelectuales y acérrima feminista. Quienes la conocieron la describían como una mujer enérgica, valiente y vital. Rasgos de su personalidad que afloran en los miles de versos que a lo largo de su vida escribió. Falleció un 8 de Enero de 1996. En los últimos años de su vida el alzhéimer ensombreció su memoria.

Allá por 1927, Juan Ramón Jiménez le decía en una carta a una jovencita Carmen: “¿qué me ha hecho Vd. para que yo mire hacía Cartagena, sonriendo, esta hermosa mañana de Julio?“ Meses más tarde, Juan Ramón, publicaría -por vez primera- en una prestigiosa revista literaria, la Ley, algunos de los poemas que formarían parte del primer libro de Carmen Conde: “Brocal”. Carmen, entró en la literatura de la mano del más ilustre poeta.  Toda una vida dedicada a las letras, ensayista, novelista, dramaturga y una extensísima y poco conocida obra poética que abarcó más de 50 años de producción literaria y una veintena de poemarios entre los que destacan “Ansia de Gracia” y “Mujer sin edén”, considerado este último como su obra cumbre. Sin embargo, a pesar de su increíble trabajo se la conoce más porque fue la primera mujer que en 1978 ocupó un sillón en la Real Academia de la Lengua Española.

Me ha resultado difícil escoger una obra de Carmen para comentar porque sus poemarios son muchos y sumamente intensos. Al final me decidí por centrarme en “Brocal”, su primer libro, conformado por una serie de prosas poéticas breves de agudísima personalidad y además el poema que da título a uno de sus últimos poemarios: “En la tierra de nadie”. La poesía de Carmen se presenta en Brocal directa, sensual y rotunda y este tono y su voz tan personal  volverán a surgir una y otra vez en multitud de los poemas que a lo largo de su vida Carmen escribió.

Brocal

El comienzo de Brocal es toda una presentación de la autora y de sus intenciones:

Yo no te pregunto a donde me llevas,

Ni para qué

Ni por qué.

¿Tú quieres caminar? Pues yo te sigo.

Brocal es un libro de amor, el libro de una enamorada segura de sí misma que con una alta y profusa imaginación va dibujando pequeñas escenas, como pequeños cuadros, a través de los cuales establece un diálogo directo con el amado.

Entre el modernismo y la vanguardia con toques (bajo mi punto de vista) muy surrealistas, Brocal es un libro plástico, sensorial, sensual y con un elegante erotismo en el que abundan las metáforas como por ejemplo, “Latían los luceros alegrando el praderío del cielo” o “te regalaré un collar de islasy las personificaciones: Las mañanas, redondas y luminosas, ven a las muchachas de la huerta camino de la fuente…” Cada poema es una escena, un paisaje que tiene como fondo el mediterráneo, luceros, estrellas, barcos y el cielo que se confunde continuamente con el mar.

Y en todos los versos encontramos la potente personalidad de Carmen:

¡Carrera de terrazas en la pista grande del cielo!

Ganará la mía. Es la más ligera.

O:

Soy esbelta, recóndita. Para llegar a mí hay que saltar cinco ríos y tres álamos.

O la autora se muestra con todo su potencial erótico:

¿Me acariciarás cuando mis labios se enciendan tras los montes?

Alrededor de mí, tú.

El agua que correrá entre tus ríos seré yo

Repeticiones, paralelismos como este: en los cristales altos, el mar. En los cristales bajos; el mar. Y el uso de tiempos verbales simples, en indicativo, la característica manera de utilizar los pronombres personales y las continuas exclamaciones le dan a Brocal un muy marcado ritmo rápido, dinámico y sumamente apasionado.

Ritmo que rompe periódicamente para interrogar al amante: “¿Tú quieres caminar?”, “¿Por qué, cuando te vas, no te quedas en el cielo?”, “¿Por qué me has quitado tus manos, tanto y tan bien como acariciaban mi frente?”

Pero lo que más me gusta de Brocal son los últimos poemas con los que concluye el libro, en ellos Carmen le dice a su enamorado: “Yo soy más fuerte que tú, porque me apoyo en ti” En este verso breve y directo se recoge la ciega confianza en el amado y en ese amor que se tienen. En este verso Carmen retoma el mensaje con el que abre el poema: “¿Tú quieres caminar? Pues yo te sigo.” En ambos se muestra la confianza apasionada con la que la poeta une sus pasos y su destino a su amante.

El libro termina con dos bellas imágenes, así:

¡Asómate a mí, que soy una torre!

¡Asómate a mí; soy aquella palmera de tu huerto, que leía contigo!

¡Echa al aire mis campanas y mis palmas!

Yo soy tu panorama.

(Yo soy  fuerte como una torre y grácil como la palmera de tu huerto, echa al aire mis campanas y mis palmas, celébrame, porque soy tu panorama, tu paisaje, porque me ofrezco a ti)

Brocal es sin duda uno  de los poemarios de amor más bellos y sugerentes que he leído nunca. Los libros de texto de literatura de bachiller deberían recogerlo.

En la tierra de nadie

EN LA TIERRA DE NADIE

En la tierra de nadie, sobre el polvo
que pisan los que van y los que vienen,
he plantado mi tienda sin amparo
y contemplo si van como si vuelven.

Unos dicen que soy de los que van,
aunque estoy descansando del camino.
Otros «saben» que vuelvo, aunque me calle;
y mi ruta más cierta yo no digo.

Intenté demostrar que a donde voy
es a mí, sólo a mí, para tenerme.
Y sonríen al oír, porque ellos todos
son la gente que va, pero que vuelve.

Escuchadme una vez: ya no me importan
los caminos de aquí, que tanto valen.
Porque anduve una vez, ya me he parado
para ahincarme en la tierra que es de nadie.

He escogido este bellísimo poema por la forma y por el fondo. En él Carmen nos hace una demostración de su verbo brutal y poderoso. Tres décadas más tarde de Brocal, nuestra poeta aborda un tema que poco tiene que ver con la exaltación amorosa sino con la necesidad vital de apartarse  para volver sobre uno mismo.

El poema está formado por cuatro cuartetos que riman en asonante en los pares. El ritmo, muy marcado y suave, lo proporciona una métrica claramente cuidada puesto que todos los versos son endecasílabos melódicos, exceptuando el segundo verso del primer cuarteto que es un endecasílabo heroico y el tercer verso del tercer cuarteto que es un verso dodecasílabo, probablemente por ese pronombre “ellos” que le da tanta personalidad al verbo y que es tan propio de la poética de Carmen.

El poema es enteramente un delicioso juego de palabras que incluye algunas metáforas muy elocuentes como “he plantado mi tienda sin amparo” y repeticiones como “si van pero si vuelven”. Y a través de estos juegos del lenguaje nuestra autora nos habla de la soledad, imprescindible, para quererse uno mismo y lo hace desde ese punto de vista de quién ha caminado mucho, ha recorrido mucho, ha conocido y necesita detenerse. Algo del poema me recuerda a ese otro de Gloria Fuertes que con un tono e intención parecidos dice:

Me dijeron:-O te subes al carro

o tendrás que empujarlo.

Ni me subí ni lo empujé

Me senté en la cuneta

y alrededor de mí,

a su debido tiempo,

brotaron las amapolas

Apartarse a un lado del camino, ignorar la opinión de los otros y  volverse hacia uno mismo para encontrarse, para que en tu corazón broten las amapolas, para “tenerse”, en la misma línea que Fray Luis de León en su “Oda a la vida retirada”.

En la tierra de nadie” es un poema profundamente existencialista.

El tiempo y la eternidad

Es muy interesante y revelador el discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua Española de Carmen Conde, titulado “Poesía ante el tiempo y la inmortalidad”, en él decía:

El Tiempo es eterno e implacable y la vida está llena de venturas y desventuras, por lo que hay que mantenerse fiel a la Poesía, supremo logro del ser y el estar en la Tierra. Sin ella no habría podido vivir. (..) la Poesía restaña heridas causadas por el tiempo o la historia, conduciendo desde el amor por un solo ser al amor por todos los seres, por eso quienes crean poesía lealmente porque sí, saben de la necesidad de su verdad y de la defensa desinteresada de las causas perdidas.

Y es que el tiempo y el amor son los grandes temas de su poesía, profunda, perfecta. En su hermoso “Cancionero de la enamorada” escrito en 1971, escribía:

Ya sé que me acabaré,

que tú no serás un día…

Que todo cuanto ahora digo

irá perdiendo su vida.

Si no quitaras tu boca

de mis ojos; si tu mano jamás

soltara la mía,

amor mío enajenado.

Quisiera perderme ahora,

morirme sin despertarme.

No quiero olvidarte nunca,

bebida de amor, amante.

“No quiero olvidarte nunca,/bebida de amor, amante.” No fue así,  infelizmente en los últimos años de su vida el Alzheimer se llevó sus recuerdos, pero su memoria, su vida, sus pasiones, sus amores viajan a través del tiempo en cada uno de sus versos. Ella que buscaba la eternidad en cada línea, la encuentra hoy cuando nos emocionamos con sus poemas.

Carmen es no sólo una gran escritora, es con toda probabilidad una de las más grandes poetas de su tiempo. Y puedo decir que asomarme  a su obra durante estas semanas ha sido un viaje maravilloso a su corazón.

Bibliografía

  • ¡Si nunca nadie me dijo que así se amaba tanto! Acercamiento a la poesía amorosa de Carmen Conde. (por Alejandro Fernández y Mar Friera) publicado en la revista digital Letra 15
  • Prólogo de la edición de Brocal y Poemas a María. (1984). Ed. de Rosario Hiriart
  • Poesía ante el tiempo y la inmortalidad: (discurso de ingreso en la RAE (1979).
  • Wikipedia