Yang Shan-Tsun (1999) es una artista y escritora taiwanesa. Los sueños y la naturaleza son la fuente de inspiración de sus creaciones. Estudia una maestría en Artes en la Universidad Nacional Tsing Hua. Sus poemas se han publicado en revistas hindis como Sadaneera, Posham Pa y Sanskriti Mimansa.

La era del agua

Las gotas de lluvia usan un velo,

como la melancolía que llevas,

te mantiene en una distancia de ensueño.

Pero si te estás sofocando por el dolor,

recuerda que vienes del océano.

Las palomas blancas que estábamos esperando nunca aparecieron.

Sólo líneas plateadas cortando el cielo,

y cortando nuestros rostros envejecidos.

Dicen que el tiempo es tan generoso,

si no luchamos en su red,

no nos hace ningún daño.

Cuando cae la noche,

La gente extiende las palmas de las manos hacia la cola de una estrella fugaz.

Tan tiernas como nuestras sombras solitarias,

un monstruo gigante pasó caminando en silencio,

sin salpicaduras.

Los charcos en las escaleras iluminaban nuestro camino a casa.

Con todas las plumas pesadas,

guardamos la lluvia brillante en nuestros ojos para siempre.

Autoinmolación

Visiones enredadas con glándulas lagrimales.

Un pequeño trozo de la lente condensadora.

pasó del ojo izquierdo al derecho.

Los dedos dibujan el contorno del otro,

no se puede compensar,

mentiras dentro de mentiras.

El período inacabado finalmente pregunta:

Si te encuentras encerrado

dentro de ti mismo

¿Escalarías contra tus recuerdos?

¿Torcerías el dolor en circunvoluciones?

¿Dejarías que suenen las chispas,

alrededor de la doble hélice?

Como un insecto volador,

quema miel hasta convertirla en sangre,

ahogándose en el

tejido corporal en flor.

Aunque no puedas ver,

en tus respiraciones lentas,

bajo los párpados de color rojo oscuro,

las cenizas realzan.

Un mundo espléndido en la rendija.

Descubriste que

las luces siempre vendrán,

a las barandillas de la jaula,

pero atrae la sombra hacia

el próximo mañana.

Un sueño brumoso

En un sueño brumoso,

tocaste la ventana

mientras caía una pluma con escarcha y nieve.

Las frías yemas de los dedos atraparon mi vista,

pero no escribir.

Caí en un campo de lavanda suave,

mirando hacia atrás al deseo menguante.

Como un botón de una camisa,

un tornillo que no entra en la garganta,

los engranajes están aplastando flores.

El ruiseñor ya no puede cantar,

ojos tallados en gemas llenos de miedo.

Miro a través del cristal del piso superior,

sin embargo, la oscuridad ha helado mi pecho.

Y luego, el pájaro regresa al nido,

alimentando a los polluelos temblorosos.

Una enorme sed aún persiste en el desierto,

picos agujereando de un lado a otro la tierra,

pero no para escribir.

Traducción al español por Mariela Cordero


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