Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, Argentina, 1936-1972). Poemas recogidos de Alejandra Pizarnik, Poesía completa (Ed. Lumen, 2016).
Como agua sobre una piedra, de Extracción de la piedra de locura (1968)
A quien retorna en busca de su antiguo buscar
la noche se le cierra como agua sobre una piedra
como aire sobre un pájaro
como se cierran dos cuerpos al amarse.
Mendiga voz, de Los trabajos y las noches (1965)
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.
Poema inédito:
y sin ira
y sin hora
sin ahora
sin orar
sin arar en la memoria
sin errar en el pasaje de la noche al amor
y del amor a su espera
y nos iremos en un corazón abandonado
y nos iremos en el espacio abierto de tu mirada
y nos iremos en un corazón que espera
amarrado al borde de un precipicio
no dibujar el itinerario
no usar la pluma
sino cuando hablen de pájaros
nada prever
para que nada no venga
y nos iremos como se va la oscuridad
en la madrugada de plegarias infantiles
felicidad de nuestros ojos
ávidos como quien silba junto a un lago
silba el hecho de silbar
o canta el hecho de cantar
(una embarcación de papel atraviesa mi garganta
adentro bogan dos niños mendigos
andrajos audaces para despistar al viento
a la brújula al designio de la noche)
Poema de Textos de sombra y otros poemas (Ed. Sudamericana, 1982)
golpean las sombras
las sombras negras
de los muertos
nada sino golpes
y se ha llorado
nada sino golpes
Artes invisibles, de Las aventuras perdidas (1958)
Tú que cantas todas mis muertes.
Tú que cantas lo que no confías
al sueño del tiempo,
descríbeme la casa del vacío,
háblame de esas palabras vestidas de féretros
que habitan mi inocencia.
Con todas mis muertes
yo me entrego a mi muerte,
con puñados de infancia,
con deseos ebrios
que no anduvieron bajo el sol,
y no hay una palabra madrugadora
que le dé razón a la muerte,
y no hay un dios donde morir sin muecas.
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