Poemario, diario y novela, La jodida intensidad de vivir (Vaso Roto) es la obra que Beltrán compone después de treinta años, no sólo como desahogo como veremos más adelante.
¿Cómo se puede resistir el miedo cuando la muerte ha dejado de ser una abstracción?
Creo que me salvé porque no tuve más remedio que buscar la autenticidad en cada palabra. Esta era la única salida posible.
A Esteban Beltrán (Madrid, 1961) le conocí antes de que escribiera su primer poemario y de esto hace más de 30 años. El próximo 7 de junio a las 19h estaremos juntos presentando el segundo, La jodida intensidad de vivir, en la librería Laie de Barcelona. Ya veis, el chico trabaja a fuego lento.
El primero, Marian o la muerte que no admite olvido, fue publicado por Félix Grande en Cuadernos Hispanoamericanos en la década de los 80. El segundo, éste, ahora en Vaso Roto.
Estos poemas funcionan como una especie de conjuro. Me interesan especialmente los contrastes entre lo ordinario y lo extraordinario, y el modo de reunir los miedos existenciales con los sucesos más simples
– Belén Gopegui
También es profesor de derechos humanos en universidades de España y Argentina; el año 2009 publicó con Debate el ensayo Derechos torcidos: tópicos, medias verdades y mentiras sobre pobreza, política y derechos humanos. Además, Esteban se dedica a identificar y tratar de someter a la justicia a verdugos y apoyar a sus víctimas a través de su trabajo como director de Amnistía Internacional donde le conocí y trabajamos años muy duros hace 36 años.
La jodida intensidad de vivir es un buen título para este libro, para este poemario, diario y novela. Os lleváis tres libros al precio de uno.
Él mismo nos dice que este libro es una forma de hacer visible el caos dentro de sí y hacerse la ilusión de que lo manejaba. Todo ocurrió a la vez:
- la insensatez de amar a quien idolatraba lo instantáneo y deseaba morir (de forma real), Polonia;
- la muerte inesperada de un inmortal amigo de la infancia, V;
- seis meses de agonía consciente junto a la mujer de su vida, M.
Muchos de mis lectores ya conocéis mi inclinación hacia el mundo oriental por muchos de los detalles que voy dejando aparecer en mis artículos. Yo, que llevo años trabajando la caligrafía china, la influencia oriental en mi poesía no publicada y mi dedicación a la obra de Gary Snyder, creo que puedo definir a Esteban como un producto kintsugi.
La historia del kintsugi se remonta a finales del siglo XV cuando el shōgun, Ashikaga Yoshimasa envió a China dos de sus tazones de té favoritos para ser reparados. Los tazones volvieron reparados pero con unas feas grapas de metal, que los hacían desagradables a la vista. El resultado no fue de su agrado, así que buscó artesanos japoneses que hicieran una mejor reparación, dando así con una nueva forma de reparar cerámicas, convertida en arte. Esta técnica y arte de reparación de los objetos fue tan apreciada que algunos llegaron al punto de ser acusados de romper cerámica para luego poderla reparar con dicho método, dándole así un nuevo valor. El kintsugi forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.
Por eso Esteban es el resultado del kintsugi. Un Esteban roto por sus vivencias, ha reparado parte de su historia personal con un libro prosapoético, La jodida intensidad de vivir. El autor post este poemario tiene más valor que el primero, el original, porque ha tenido el coraje de desnudar sus sentimientos ante el público lector.
La jodida intensidad de vivir es un texto al que el lector se ha de enfrentar sin convencionalismos, sin prejuicios. Es una poesía clara y sencilla, sin florituras ni metáforas. Poesía con una prosa brutal. Los poemas son difíciles de entender individualmente, todos están dentro de un contexto, una especie de novela poetizada, prosa versificada que explica la relación con Polonia, la pérdida de V y los seis meses de agonía con M.
La jodida intensidad de vivir es un poemario dividido en tres partes:
- Lo extraordinario como siempre: el testamento a Lucia.
- Lo ordinario como siempre: el amor como locura y cómo se deteriora.
- UCI: amor, muerte y esperanza.
En definitiva, La jodida intensidad de vivir no es un libro reflexión, es un libro escrito en directo mientras van sucediendo las cosas. En este libro, también descubrimos que Esteban Beltrán no es un escritor vocacional, lo es por necesidad. Utiliza los recursos lingüísticos para domar, dominar, domesticar los demonios de sus recuerdos. Es un libro que sale de las tripas.
Antes de finalizar, no quiero que os llevéis una idea negativa o pesimista del libro, todo lo contrario, La jodida intensidad de vivir es un libro sobre el que la esperanza sobrevuela y finalmente llega al lector.
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