Hace unos meses, mencionamos a Mónica Caldeiro (Barcelona, 1984) en la segunda reseña dedicada al libro Decir mi nombre: mujeres poetas nativas digitales. Previamente también habíamos hablado de ella en el artículo Mujeres y generación Beat. Pero no ha sido hasta ahora que hemos conseguido hacerle una entrevista con la que iniciar esta nueva temporada.
Ya comentamos en su momento que Mónica Caldeiro escribe una poesía pensada para ser recitada en voz alta y eso dificulta a veces su lectura, opinión con la que la poeta disiente. A pesar de ello, Caldeiro avanza hacia la experimentación con gran influencia norteamericana de la generación Beat y la escuela de Nueva York.
¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?
Existo en el cambio constante, como en un río, o como una balsa de papel sobre un río. Creo en la resistencia de las cosas diminutas, frágiles y vulnerables que viven en la épica, el ritual y el canto. Mi actividad literaria, en estos momentos, se desarrolla en una intimidad que aborda el texto y se desborda en él desde un amor febril por la escritura que nace de la unión de corazón e intelecto.
¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas y qué autores le influyeron?
Si debo dibujar un punto sobre la línea del tiempo y describir un hito, creo que el mundo se me abrió cuando leí por primera vez a la poeta beat Diane di Prima a los trece años, aunque en aquel caso se trataba de una autobiografía, no de un libro de poesía. Hasta entonces sólo había leído autores masculinos del canon poético español, y sentir que más allá de ese mundo (ajeno a mi experiencia) existía algo más cercano a la reivindicación de una forma de vida libre y radical me abrió un mundo que desde entonces no he abandonado. A partir de aquel momento mis influencias pasaron a ser principalmente anglosajonas: Walt Whitman, Emily Dickinson, Anne Waldman, Allen Ginsberg, John Giorno, Joanne Kyger, Ted Berrigan, Mary Oliver, Bob Kaufman, Adrienne Rich, Audre Lorde. Pero se trata de una lista abierta que nunca se detiene, que muta con el tiempo y mis intereses. En este momento estoy centrándome mucho más en leer poesía europea en diferentes lenguas.
¿Cómo definiría a su poesía?
Hace algunos años solía definirme como poeta Spoken Word y mis textos sólo cobraban un sentido total al ser llevados al ámbito escénico. Por diversas circunstancias vitales mi presencia escénica se ha visto cortada y eso también ha permitido que mi poesía esté evolucionando hacia otros derroteros que me parecen menos definidos y más interesantes. Ahora me muevo, poéticamente hablando, en texturas mucho más borrosas y en cierto modo violentas.
¿Cree que la poeta “evoluciona” en su escritura? ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?
La ausencia de evolución indica una ausencia de crecimiento. Si un poeta no evoluciona es porque no se está ajustando a los ritmos mutables de la vida y de su propia creatividad. Lo fácil es aferrarse a un registro que funciona y repetirlo incluso cuando ya está agotado, tanto en la práctica escrita como en la escénica. Pero eso no tiene nada de creativo, interesante u orgánico.
Entiendo el proceso creativo y de escritura como un acto constante de creación y destrucción. Por eso me sucede que cuando termino un libro suelo necesitar un tiempo para reajustar mi voz, permitir que el poema se abra desde el desierto y manifieste cómo quiere poblar sus nuevos paisajes. A veces ese proceso requiere de meses o años, pues implica romper con los patrones mentales habituales que se reproducen en la escritura, pero finalmente me aporta el resultado satisfactorio de ver cada libro como único, con un lenguaje y registro propios.
¿Cómo siente que un poema está terminado y cómo lo corrige?
No entiendo al poeta como un hacedor de poesía. El poema se hace a sí mismo a través del poeta, que actúa como vehículo y pone a disposición del poema sus herramientas y su cuerpo. El trabajo del poeta consiste en no interponerse demasiado, aunque es dificilísimo no hacerlo.
Mi proceso de escritura se basa, en todas sus etapas, en mantener una mente fresca y abierta tanto en el proceso inicial de escritura como en el de corrección. El poema se termina a sí mismo. Una sabe cuándo un poema está terminado, sin buscar voluntariamente finales con golpes de efecto.
¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?
Igual que yo misma, mi poética se halla en constante cambio y evolución. No persigo un fin o un objetivo concreto. Sólo busco no aferrarme a una fórmula y seguir investigando y escribiendo con curiosidad.
¿Qué lugar ocupa, para un poeta como usted, las lecturas en vivo?
Hace algunos años el recital era la pieza central que daba sentido a mi escritura desde el momento mismo de la creación del poema. Escribía deliberadamente poemas pensados para ser recitados, y eso por supuesto influía en su forma desde la idea inicial, desde la concepción misma del texto. Estar alejada de los escenarios ha sido en realidad muy interesante, al observar yo misma cómo esa distancia obligada ha abierto nuevas ventanas para que mi escritura evolucione por otros caminos. Del mismo modo, me ha permitido tomar distancia del acto escénico y preguntarme sobre su sentido.
Soy una investigadora nata, y detrás de todos mis libros hay una experimentación con las materias primas con las que trabajo: el lenguaje, la mente y el cuerpo. Solemos pensar que la escritura es un proceso intelectual, pero a menudo no somos conscientes de hasta qué punto se trata de un procedimiento físico en sí mismo, de lo mucho que el cuerpo interviene en la propia escritura y de cómo eso se traduce a nivel formal. Antes entendía ese poner el cuerpo como un acto escénico; ahora vivo la escritura misma como una acción de carne.
¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs etc?
Me parecen opciones fantásticas, con soportes que permiten nuevas vías de exploración y de unión de comunidades artísticas. Todo lo que implique abrir diálogo y encontrarse es positivo, haciendo uso de todos los medios de los que disponemos en nuestro tiempo. Un punto y aparte son las redes sociales, que cumplen otra función que sí cuenta con múltiples filos.
¿Podría recomendarnos un poema de otro autor que le haya gustado mucho?
Más que la inmediatez del poema, prefiero proponer la reflexión abierta del libro. Carne de leviatán de Chus Pato.
¿Qué libro está leyendo en la actualidad?
Estoy inmersa simultáneamente en la poesía completa de Maria Mercè Marçal, la de Constantino Cavafis. y Última ciencia, de Herberto Helder.
¿Qué consejos le daría a un/a joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la poesía?
Que lea y escriba cada día. Y que después vuelva a leer y a escribir. Que escoja bien sus lecturas porque serán sus influencias. Que mantenga la mente lo más limpia y abierta posible. Que no piense nunca que no puede hacerlo, y que siga leyendo y escribiendo hasta que no hacerlo sea dificilísimo o insoportable.
¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?
Por suerte en la actualidad existen numerosas editoriales independientes de poesía con catálogos muy definidos que permiten a los autores situarse en un abanico de posibilidades muy amplio. Es algo maravilloso, y admiro a los editores que se embarcan en proyectos de este calibre y se comprometen con ellos y con sus autores. No obstante, el problema que veo en general, en este país, es que la industria del libro que existe fuera de los grandes grupos editoriales está muy precarizada. Nos afecta prácticamente a todos: a editores, escritores, traductores y libreros. Los mejores traductores literarios de la península ibérica (al menos, los de poesía) no pueden vivir de su oficio. En última instancia es algo que acaba produciendo rabia, frustración y agotamiento. He visto muy quemados a algunos de los mejores traductores de poesía de este país. Falta mucho recorrido para hacer posible una profesionalización real, pero no depende sólo de los implicados en el sector; para ello es necesario un compromiso firme del lector con la cultura.
¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?
Toda entrevista es una propuesta en sí misma que se define también por lo que no se pregunta y lo que se excluye de la conversación. Dejémoslo así, junto con los silencios que suceden entre los poemas.
Disfrutemos ahora de dos poemas de Avispero:
+++
no salves la distancia
entre un espíritu y otro espíritu
—pero
los cuerpos tienen otro lenguaje
los cuerpos guardan su herida
abierta cálida
hexagonal roja
supura carne tierna supura
la blasfemia del amor que no dijo
negar a dios es afirmar la voluntad
del hombre negar a dios es afirmar
la voluntad del hombre negar
a dios es afirmar la voluntad del hombre
cuando un latido ya no cubre
la esperanza de nada
sino que erige la Verdad
de lo que es y lo que vive
sólo la herida perdura
sólo el ruido ensordecedor y acongojado
la danza de los insectos
en vaivenes de ventisca
entre brotes de arena
buscando en algún sitio tierra
anhelando en algún lugar cielo
haciendo de su herida casas
donde habitan quienes
hacen y aman
al margen
hacen y aman
)) los márgenes ((
+++
si acarician (por siempre, como un quejido
hallarás el placer
tras la esquina / orquídea
tras el corazón que zumba
vibración que
no atrapa no atrapa no atrapa la respuesta que no hay
sino abierta pero dime
mi voz es un útero sin extirpar
una agonía que recuerda y habla y escupe
víscera de lo que lleva tiempo
anidando dentro
lo toco y extraña siento la protuberancia ahí
del tumor de lo antiguo
y cuando cae se desenquista coágulo
no nacido / enmudece
al grito de
DAME / MÁS / DURO
pero
(como lo dices
como lo sientes
es otro significado—
Muchas gracias Mónica por la entrevista. Y a vosotros, lectores, esperamos que hayáis disfrutado y gracias por haber llegado hasta aquí.
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