«La libertad es una librería. Joan Margarit»
Su obra poética está llena de trascendencia y de un lenguaje lúcido, innovador y coherente, Joan ha desarrollado su obra en catalán y en castellano, para el Jurado; el poeta ha enriquecido la lengua catalana y española.
El poeta es autor de una importante obra, que incluye títulos como «Estación de Francia» (1999), «Joana» (2002), «Misteriosamente feliz» (2008), o «Para tener casa hay que ganar la guerra» (2018).
En el ámbito de la literatura catalana Joan se le han concedido igualmente los premios más destacados, entre ellos el Carles Riba de 1985 o el Premio de la Crítica Serra d’Or de 1982, 1987 y 2007. Además, cuenta con un una antología de su obra en inglés, «Tugs in the Fog».
Estudió bachillerato en el Instituto Ausias March y es ahí cuando empieza a escribir. En 1954 su familia se trasladó a las Islas Canarias y, desde 1956, pasó los cursos académicos en Barcelona para estudiar Arquitectura en el Colegio Mayor Sant Jordi, donde residiría hasta 1961. Según su biografía.
Sus inicios literarios, siempre enmarcados en el campo de la poesía, los encontramos en obras en castellano como «Cantos para la coral de un hombre solo» (1963), «Doméstico nací» (1965) o «Predicción para un bárbaro» (1979). Con L’ombra de l’altre mar y Vell malentès (premio de la Crítica), que aparecen en 1981, empieza a publicar su obra poética en catalán.
A lo largo de su trayectoria poética, Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938) ha escrito una treintena de poemarios, que ha publicado en catalán y en castellano, esto lo ha convertido en uno de los grandes referentes de la lírica en Europa y principalmente en España.
Tiene en su haber también el premio Nacional de Poesía de 2008 y hace poco obtuvo el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
CINCO POEMAS PARA CONOCERLO:
No tires las cartas de amor
No tires las cartas de amor
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.
—–
La libertad
Es la razón de nuestra vida,
dijimos, estudiantes soñadores.
La razón de los viejos, matizamos ahora,
su única y escéptica esperanza.
La libertad es un extraño viaje.
Son las plazas de toros con las sillas
sobre la arena en las primeras elecciones.
Es el peligro que, de madrugada,
nos acecha en el metro,
son los periódicos al fin de la jornada.
La libertad es hacer el amor en los parques.
Es el alba de un día de huelga general.
Es morir libre. Son las guerras médicas.
Las palabras República y Civil.
Un rey saliendo en tren hacia el exilio.
La libertad es una librería.
Ir indocumentado.
Las canciones prohibidas.
Una forma de amor, la libertad.
—–
Ser viejo
Entre las sombras de los gallos
y los perros de patios y corrales
de Sanaüja, se abre un agujero
que se llena con tiempo perdido y lluvia sucia
cuando los niños van hacia la muerte.
Ser viejo es una especie de posguerra.
Sentados a la mesa en la cocina,
limpiando las lentejas
en los anocheceres de brasero,
veo a los que me amaron.
Tan pobres que al final de aquella guerra
tuvieron que vender el miserable
viñedo y aquel frío caserón.
Ser viejo es que la guerra ha terminado.
Es saber dónde están los refugios, hoy inútiles.
—–
Cosas en común
Habernos conocido
un otoño en un tren que iba vacío;
La radiante, aunque cruel
promesa del deseo.
La cicatriz de la melancolía
y el viejo afecto con el que entendemos
los motivos del lobo.
La luna que acompaña al tren nocturno
Barcelona-París.
Un cuchillo de luz para los crímenes
que por amor debemos cometer.
Nuestra maldita e inocente suerte.
La voz del mar, que siempre te dirá
dónde estoy, porque es nuestro confidente.
Los poemas, que son cartas anónimas
escritas desde donde no imaginas
a la misma muchacha que un otoño
conocí en aquel tren que iba vacío.
——
Casa de misericordia
El padre fusilado.
O, como dice el juez, ejecutado.
La madre: la miseria, el hambre,
la instancia que le escribe alguien a máquina:
Saludo al Vencedor, Segundo Año Triunfal,
Solicito a Vuecencia poder dejar mis hijos
en esta Casa de Misericordia.
El frío del mañana está en la instancia.
Hospicios y orfanatos eran duros,
pero más dura era la intemperie.
La verdadera caridad da miedo.
Como la poesía:
por más bello que sea, un buen poema
ha de ser siempre cruel.
No hay nada más. La poesía es hoy
la última casa de misericordia.
“La inspiración existe, sin inspiración no hay obra de arte”.
«Al miedo no lo eliminas nunca. Al igual que al amor. Son dos potencias que deben ser parte de la misma fuerza. No se ha inventado una pastilla que lo elimine. Es imposible no sentir miedo, pero es posible desactivarlo, y es lo que hay que hacer. No se debe eliminar de manera directa, porque sino creas héroes. Y el héroe, como ya sabemos, es un tío que huye hacia adelante en vez de hacia atrás. Huye igual. Hay que desactivar el miedo, que significa conocerlo, a través de la inteligencia: la ciencia, el arte, la cultura. Para eso sirve la cultura.” (1)
Álex Rovira
«Desde la adolescencia, Margarit escribía poemas en castellano. A los 25 años, en 1963, publicó su primer libro con prólogo de Camilo José Cela, Cantos para coral de un hombre solo. “No le conocía de nada, pero le envié aquello, y a la vuelta del correo, él me había enviado el prólogo, donde dice que soy un ‘surrealista metafísico’ y no sé qué cosa más”, apunta el también ganador del Premio Nacional de Poesía en España, del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (ambos en 2008) y del Premio Poetas del Mundo Latino de México (2013).»
Michelle Roche Rodríguez
“Neruda fue un padre peligroso para mí”
«El chileno Pablo Neruda: “Fue un padre peligroso para mí. Yo era muy joven y su influencia fue tan grande que tuve que aprender a librarme de él”. Para Margarit, las bondades de la lengua castellana están en las obras del autor de Residencia en la tierra o Memorial de isla negra:
Cuando Margarit empezó a escribir en su lengua materna, sintió que las aguas rompían “una barrera”. Lo describe gesticulando con las manos en los aires y con la onomatopeya de una explosión: “Tenía años buscando algo sin conseguirlo y allí estaba una respuesta. Al principio pequé de un exceso de entusiasmo; por eso, la fuerza de aquellos poemas era excesiva. Pero ya sabía cuál era mi camino. «
Michelle Roche Rodríguez
«El Poeta primero escribe en catalán y luego los traduce al castellano y los va trabajando en paralelo hasta que queda contento con el resultado. Esto le ha permitido establecer una poética particular en la que la regla es la austeridad.»
“La poesía es como una catedral: está llena de cosas maravillosas, pero como no empieces a construirla desde la cripta no hay catedral. Y la cripta es nada más que un agujero en el suelo, con unas cuantas reliquias y unos huesos”.
Joan se ha convertido en el poeta vivo más leído, y uno también de los más premiados .
En Chile obtuvo también el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2017, y en México, el Víctor Sandoval de Poetas del Mundo Latino en 2013, entre otros.
(1) http://www.alexrovira.com/soluciones/articulo/joan-margarit Álex Rovira
(2) http://www.colofonrevistaliteraria.com/joan-margarit/ Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com
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