Luna Miguel es editora, poeta y traductora. Vinculada desde muy joven al mundo literario, empezó publicando poemas en revistas y antologías, y en el año 2010 vio la luz su primer poemario Estar enfermo. Actualmente tiene en su haber diversos poemarios publicados, antologías, un ensayo, un libro de relatos y una novela.
¿Cuáles fueron tus primeras lecturas?
Mi primera infancia está llena de cuentos. Recuerdo con especial cariño un libro titulado Lobito aprende a ser malo, en el que un lobo, al contrario que el resto de lobos, no quería morder ni asustar, y se saltaba las clases de la escuela de lobos. Cada vez lo recuerdo con más cariño. Luego intenté leer algunas novelas fantásticas, me gustaba mucho El Hobbit, pero no tanto como Harry Potter. A los once años, mi padre me regaló La senda del perdedor, de Bukowski, y El guardián entre el centeno, de Salinger. Desde entonces no pude parar: los compactos de Anagrama se convirtieron en mi obsesión. Leía sobre todo a hombres por cierto, y aunque por ahí se colaban los nombres de Elena Medel, Amélie Nothom, Soledad Puértolas… a las mujeres no empecé a leerlas -conscientemente, me refiero, sabiendo que el gesto de leerlas era justicia- hasta prácticamente los dieciocho años.
¿Qué temática abordas en tu poesía?
Depende. Yo creo que siempre hay un hilo común: el de la biografía y el del cuerpo. El de la experiencia íntima. Pero los poemas y las motivaciones van cambiando. Mi primera poesía (la que escribí hasta los veinte años, más o menos) era una poesía de búsqueda, la búsqueda de una voz y de un cuerpo propio. A los veintitrés publiqué La tumba del marinero, que es un texto sobre el duelo y la enfermedad, así como la precariedad en la veintena. A los veintiséis publiqué El arrecife de las sirenas, que es un texto sobre la experiencia del aborto y de la maternidad. Y ahora estoy terminando Poesía masculina, que publicaré con treinta años, y donde el tema principal es el cuestionamiento de la institución del del matrimonio, a través de un narrador masculino obligado a escribir sobre temas que aparentemente asociamos a la «poesía femenina».
¿Qué piensas del futuro de la poesía?
Confío mucho en lxs poetas que están escribiendo hoy. Por centrarme en escritorxs más jóvenes que yo, en España hay algunos nombres especialmente potentes: Rosa Berbel, Rodrigo G. Marina, Enrique Fuenteblanca, Elizabeth Duval. Confío en eses nombres, pero también confío en las nuevas formas de investigación de la poesía que encontramos en el meme, o en proyectos como el de Poesía es Bot, tal vez el mayor y mejor poema de nuestro tiempo.
¿Piensa que la poesía es disruptiva?
Pienso que la buena poesía lo es todo/lo puede ser todo.
¿Qué les recomendarías a los nuevos poetas a la hora de escribir?
Leer mucho. Ahora, en Internet, podemos acceder a una cantidad de información que antes resultaba impensable. Puedes leer a un poeta nacido en el 2000 en México, y al mismo tiempo a un poeta griego contemporáneo a Platón, y al mismo tiempo a una poeta francesa del siglo XIX, y al mismo tiempo una antología de poesía clásica japonesa… La poesía es sensibilidad y experiencia, claro, pero también conocimiento, curiosidad y juego. Juguemos, pues.
¿Tienes algún ritual a la hora de escribir?
Escribo por las noches. Mi horario era de 23.00 a 3.00, pero desde que escuché a Françoise Sagan explicar que ella escribía de 00.00 a 4.00 adapté mi horario al suyo. Ahora me imagino que su fantasma viene a visitarme cuando ya tengo sueño y me da una bofetada en la cara para que no desista, y para que lo siga intentando. Lo comentaba el otro día en mis redes sociales; tener libros a mi alrededor me ayuda a perder la mirada en las palabras de otros cuando he perdido el hilo de las mías. También hay veces en las que escribo tomando un vino, pero sólo los fines de semana. Y tengo un cuaderno en el que anoto cosas incomprensibles, esquemas de versos que me lleva mucho tiempo construir.. y que luego no eran para tanto.
Comentarios Recientes