Ariel Maceo Tellez (1986, La Habana) es Escritor y fotógrafo.Graduado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardozo.Miembro del grupo de poesía Demóngeles.Ceo de la editorial independiente Oncritika Ediciones.Ha publicado Último cumpleaños (Bruma ediciones, Argentina) ¿Sabes quiénes son los monstruos? (Editorial Guantanamera, España
1
La desconocida entra en la sala
Ensucia sus manos con el polvo del mueble
Tose.
Sonríe a sus muñecas rusas
a las viejas arañas.
La brisa del mar acaricia su pelo
eriza sus pezones.
Recoge su violín del suelo
olvidado
oxidado.
Despierta a los que viven en la sombra:
En la cafetería de enfrente una mujer llora.
Dos chicas se besan en la acera.
Un padre fuma antes de empezar la misa.
La música brota del violín inundando sus manos de sangre.
Le humedece el vestido
cierra los párpados
cae.
Por ahora no abrirá los ojos
dejará que la brisa la acaricie
la abrace
la muerda
la bese.
Por ahora no abrirá los ojos
sabe desde su niñez que la irreverencia es una mujer indecente
que no cierra las piernas
y que esta Habana
es un tren que siempre se descarrila a la misma hora.
2
Lo siento por ustedes
pero es odio
no otra cosa.
Es odio por el sol
los goles en contra
las lentejas
los que dictan
las mariposas.
Es un odio detestable y sucio
Por los que esperan
los que no quieren ver
las balsas
La frontera.
A veces ese odio desaparece
cuando mis dedos se humedecen entre las piernas
de la mujer que ahora miro
desaparece
cuando sin desperdiciar nada
mi lengua saborea los jugos de ese espacio caliente
que voy a penetrar con toda mi enormidad
que voy a penetrar despacio
con ganas.
Y todo para olvidarme del odio
que siento cuando escucho aquella canción
que no cito por vergüenza
o porque pierdo mi erección si me desconcentro
o simplemente
no la cito porque la revolución si lo hace
y yo no quiero problemas.
3
Viaja en el autobús un monstruo.
Está sentado en el fondo
escribiendo un poema mientras escucha la radio.
De vez en cuando la mujer mira por la ventanilla
se cruza con algo que motiva sus letras.
Se ve que es un monstruo alejado de todo
que pasa las noches sola en esa cama
donde durmió otro monstruo que ya no va a regresar
porque los sueños no son para siempre y se rompen.
Como se rompen las promesas
como se rompen las fuentes.
La mujer saborea el aire que entra por la ventanilla
mientras el autobús avanza adentrándose en esa otra ciudad
que le pasa la lengua por la cara a la gente.
Y el monstruo escribe:
“Alguienes se desnudan en un cuarto de hotel,
junto al mar cascarriento que ha venido
con más huesos de ahogados este domingo”
Eso escribe la mujer mientras el aire la humedece entre las piernas.
El monstruo cierra su cuaderno.
Deja que el aire se cuele por debajo del vestido.
Abre las piernas para que la brisa le acaricie su sexo
para que saboree su humedad
para que la penetre despacio
mientras el autobús avanza inundándose con los gemidos
de esa mujer que viaja excitada
y no le importa que el autobús
vaya dejando una franja roja en la calle.
Lo más terrible de todo
es que no es de pintura.
Estos poemas pertenecen al libro «¿Sabes quiénes son los monstruos?»
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