En el otoño de 2020, Luís Gilberto Caraballo, poeta y pintor venezolano, redacta un poemario muy original, La Gruta del Ávila que fue editado recientemente por Alberto Martínez Márquez para su sello editorial, Letras Salvajes. La esmerada edición de Martínez Márquez cuenta con un diseño de portada realizado por el propio Caraballo.
La portada representa 11 escritores varones, con los cuales Caraballo establece diálogos en la segunda parte de su libro y dos escritoras, Alejandra Pizarnik y Olga Orozco, quienes también se incluyeron en estos diálogos. El dibujo además representa las casas de techos rojos de la vieja Caracas y se ven los edificios modernos de la Caracas actual. Todo con una representación del Ávila, parque nacional venezolano. Este parque que Luis Gilberto Caraballo avista desde su edificio en Caracas, y que ha visitado, deviene en símbolo del corazón del poeta en este texto.
La primera parte del libro consta de 13 diálogos donde el poeta se encuentra con sombras de temas existenciales, como la muerte, el olvido, o el amor. En esta parte dialoga con las sombras de elementos naturales como el mar, la noche y la lluvia. La segunda parte, como señalé, cuenta diálogos con escritores que de algún modo rozan la sensibilidad de este poeta. Entre ellos, Octavio Paz, Vicente Gerbasi, Luis Cernuda, Andre Breton, las escritoras Pizarnik y Orozco. El texto contiene epígrafes de Caraballo y de los más diversos autores. Además, cuenta con poemas en verso y prosa bellísimos. Estos diálogos sean con elementos naturales, temas existenciales u otros escritores demuestran el deseo del autor de verse en espejos, sombras, sus dobles, para conocer más o autoconocerse, tal como se desvela al comienzo del libro cuando aparece el enigmático personaje del Visitante.
Por otro lado, los diálogos se producen de noche, en el espacio del sueño lo que apunta a la influencia del surrealismo en la escritura de Caraballo. Más que influencia se podría hablar del conocimiento profundo que tiene de dicho movimiento artístico. En su diálogo con Breton, el venezolano “hace juegos poéticos” con ese autor, usando la escritura automática y habla con el padre del surrealismo sobre lo lúdico y aleatorio en el arte de este movimiento. También el diálogo con los surrealistas se da en un restaurante que tiene la forma de una imagen en un cuadro de René Magritte, pintor belga que Caraballo admira. Las llamadas influencias literarias en este escritor son tan profundas que ahora el lector leerá con nuevos ojos a Garcia Márquez, a Pizarnik, Orozco y otros. Porque Caraballo recrea sus corpus poéticos de una manera magistral en La Gruta del Ávila
Este texto que leo como un poema largo, ha sido visto por el escritor y editor puertorriqueño, Alberto Martínez Márquez, como una especie de cartografía poética. Martínez Márquez ha vinculado este libro con la Divina Comedia de Dante y yo, con la Eneida de Virgilio.
En fin, La Gruta del Ávila es un retrato de un artista, un espejo de sus preocupaciones existenciales, sus sentimientos en torno a la naturaleza, una mirada profunda a sus afectos literarios y artísticos, una búsqueda del conocimiento a través de ese viaje por medio del sueño, un reflejo de sus emociones como hombre maduro. Abbas Kiarostami, el gran director iraní dijo: “Si no tengo nada en mi corazón, tengo poesía”. Yo diría, si no tenemos nada en el corazón, tenemos La Gruta del Ávila para leerla con la misma sensibilidad y pasión que fue escrita por Luis Gilberto Caraballo en el otoño de 2020.
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©️ De la portada, Luis Gilberto Caraballo y Letras Salvajes
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