Este año ha tenido lugar la primera edición del Concurso de Poesía Estatal Arturo Mariño, en México. El concurso fue organizado por el poeta y maestro Eligio Coronado, y se llevó a cabo en la Ciudad de Monterrey, Nuevo León, México.

Los participantes debían ser poetas mexicanos residentes en Nuevo León y se participaba con el envío de tres poemas de tema libre. El jurado estuvo formado por tres escritores reconocidos, entre ellos don Arturo Mariño, y el fallo tuvo lugar el pasado 11 de Junio en el Café Bar Monstera (Morelos).

El ganador de esta primera edición resultó ser David Granados (Monterrey, Nuevo León, 1974), un escritor emergente que ha sido publicado en dos ocasiones por la Editorial Canto del Libro, y tiene una librería online llamada Funámbulo.

David Granados, ganador del Primer Concurso de Poesía Arturo Mariño, 2022.

Aquí os reproducimos los tres poemas con los que David se proclamó ganador del Concurso, así como uno adicional que serán parte de su próximo poemario. Así mismo, al final encontraréis la traducción de los poemas ganadores al catalán; David Granados tiene previsto un viaje próximamente a Andorra, y por ese motivo, sus poemas empiezan a traducirse al catalán.

Que los disfrutéis!

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Pareciera una obviedad

plantar un pie después del otro,

sentarme en la orilla de la cama y extender

los brazos simulando una victoria.

Pero no estoy subiendo sudoroso una escalera en Filadelfia.

No se oye la guitarra sucia de Eye of tiger,

no tengo frente a mí la pelea del siglo.

Lo que sí tengo es un lavabo y un espejo.

Un cepillo y la pasta de dientes,

el café previo al desayuno.

Una lista de reuniones por cancelar.

Quisiera tener la memoria del poema.

Su arrojo al saber que duele más lo que se olvida.

Pero el día transcurre y se despoja

de todo intento de escritura.

Quizás ya llegué a la cima de mi ruta,

y sólo queda plantar un pie después del otro,

sentarme a la orilla de la cama.

Extender los brazos y simular cada día una victoria

como aquel que encuentra tan sólo

el monumento gastado de su nombre

al final de una escalera.

ESTRABISMO

Tengo estrabismo como mi padre.

Me esfuerzo en disimularlo pero las fotografías no mienten.

Tendré que probar con cirugía

o algún día dejaré de conducir.

Igual que él, no le he dado la importancia que se requiere.

He postergado la compra de nuevos lentes.

Fallo en reconocer los rostros a cierta distancia.

Me he acostumbrado a bajar las escaleras con cuidado,

a no conducir a más de 60 o 70 kilómetros por hora.

Los subtítulos se difuminan,

me es difícil enfocarlos en la sala de cine.

No así mis lecturas.

Contrario a su naturaleza, el poema se muestra nítido,

se presenta claro como una advertencia,

igual que un semáforo en rojo en medio de la noche.

Mi padre murió a los 55 años.

Su estrabismo no fue un impedimento para ejercer su trabajo.

Manejaba con una habilidad indiscutible

el torno, la fresa, las pinzas, las herramientas de precisión.

Nunca dejó de conducir, y salió bien librado de algunos accidentes.

Tenía el hábito del corto alcance.

De no pensar más allá de pasado mañana.

Quizás tengo más cosas en común con él.

Hoy saqué del librero la antología de Sabines que le pertenecía.

En dos meses cumpliré 48 años

y todavía no he sacado cita para mis lentes.

EVOCACIÓN AL SALIR DEL RESTAURANTE

Digamos que he aprendido a contemplarte a la distancia.

Mientras caminamos rumbo al auto

y dejamos atrás el mismo restaurante de los martes,

adivino tus gestos,

tu movimiento de cejas y esa forma de tocarte el rostro

cuando tienes sueño.

Quizá sea mi oficio, la imperfección de mis nostalgias

o mi colección de despedidas,

pero he desarrollado la destreza de evocarte

como un sueño interrumpido

o una derrota anticipada,

de ir un paso atrás cuando caminamos rumbo al auto

y dejamos atrás el mismo restaurante de los martes,

con su reciente remodelación y su aumento significativo

de clientes y de precios,

con sus nuevos murales y variedad de tragos.

¿Será que ya no es el mismo restaurante?

—Lo pienso mientras enciendo el auto—

Tal vez ahí puede haber un poema,

encerrado en el mismo sitio que ahora luce diferente,

en esta ciudad de grandes edificios,

con su geografía de hastíos y arrebatos.

O quizá se encuentra aquí, en el vacío que dejarás

en el asiento del copiloto cuando llegues a casa

y yo me quede en el coche

                                                                       descifrando

la impaciencia de este instante.

Genes (is)

A David Granados, El Ruso

He de reconocer que te aprendí algunas cosas.

Por ejemplo:

que no se puede huir

sin descuidar alguno de nuestros órganos.

Que la noche no se cansa de buscar nuestros defectos.

Te aprendí algunos trucos

hasta convertirme en un mal trazo de tu mano.

Que siempre hay algo por reparar en casa,

una tubería

un enchufe

alguna llave

una grieta que incomode a la vista.

Que el poema surge en el polvo de los retratos

Y al contemplar

aquella grieta que delinea tu nombre,

Las tuberías

los enchufes

las goteras de la casa

me incomodan estas horas,

así como incomoda mi rostro sumergido

frente al espejo ennegrecido del recuerdo.

Traducción al catalán por Gemma Rabaneda (Ze Pequeño)

47

Podria semblar una obvietat,

plantar un peu rere l’altre,

asseure’m a la vora del llit i estendre

els braços simulant una victoria.

Però no estic pujant, suat, una escala de Filadelfia.

No se sent la guitarra bruta d’Eye of Tiger,

no tinc al meu davant la baralla del segle.

El que sí tinc és un lavabo i un mirall.

Un raspall i pasta de dents,

el café previ a l’esmorzar.

Una llista de reunions per cancelar.

Voldria tenir la memoria del poema.

La seva gosadia en saber que dol més el que s’oblida.

Però el dia passa i es despulla

de qualsevol intent d’escriptura.

ESTRABISME

Tinc estrabisme com el meu pare.

M’esforço en dissimilar-ho, però les fotografies no menteixen.

Hauré de provar amb cirurgia

o, tal volta, algun dia hauré de deixar de conduir.

Igual que ell, no li he donat la importància que requereix.

He postergat la compra d’unes ulleres noves.

Fallo a l’hora de reconèixer els rostres a certa distància.

M’he acostumat a tenir cura quan baixo les escales,

a no conduir a més de 60 o 70 kilòmetres per hora.

Els subtítols es difuminen,

m’és difícil enfocar-los a la sala del cinema.

Però no així les meves lectures.

Contrari a la seva naturalesa, el poema es mostra nítid,

es presenta clar com una advertència,

igual que un semàfor en vermell enmig de la nit.

El meu pare va morir als 55 anys.

El seu estrabisme no va ser un impediment per fer la seva feina.

Feia anar el torn, la fresa, les pinces, les eines de precisió.

Mai no va deixar de conduir, i va sortir ben parat d’alguns accidents.

Tenia l’hàbit del curt abast.

De no pensar més enllà del demà passat.

Potser tinc més coses en comú amb ell.

Avui he tret de la llibreria la seva antologia de Sabines.

En dos mesos compliré 48 anys

i encara no tinc cita per les meves ulleres.

EVOCACIÓ EN SORTIR D’UN RESTAURANT

Podríem dir que he après a contemplar-te en la distància.

Mentre caminen cap al cotxe

i deixem enrere el mateix restaurant dels dimarts,

esbrino els teus gestos,

el teu moviment de celles i aquella forma de tocar-te la cara

quan tens son.

Potser sigui el meu ofici, la imperfecció de les meves nostàlgies

o la meva col·lecció de comiats,

però he desenvolupat la destresa d’evocar-te

com un somni interromput

o una derrota anticipada,

d’anar un pas enrere quan caminem cap el cotxe

i deixem enrere el mateix restaurant dels dimarts,

amb la seva recent remodelació i el seu augment significatiu

de preus i clients,

amb els seus nous murals i la varietat de begudes.

Serà que ja no és el mateix restaurant?

-ho penso mentre encenc el cotxe-

Potser allà pot haver un poema,

tancat en el mateix lloc que ara llueix diferent,

en aquesta ciutat de grans edificis.

amb la seva geografia de tedis i rampells.

O potser es troba aquí, en el buit que deixaràs

en el seient del copilot quan arribis a casa

i jo em quedi al cotxe

                                               desxifrant

la impaciència de l’instant.

GENES (IS)

                                                               A David Granados

He de reconèixer que t’he après algunes coses.

Per exemple:

que no es pot fugir

sense descuidar alguns dels nostres òrgans.

Que la nit no es cansa de cercar els nostres defectes.

T’he après alguns trucs

fins a esdevenir un mal traç de la teva mà.

Que sempre hi ha quelcom a casa per reparar,

una canonada,

un endoll,

alguna clau,

una esquerda que incomodi la vista.

Que el poema sorgeix en la pols dels retrats.

I en contemplar

aquella esquerda que delinea el teu nom,

les canonades,

els endolls,

les goteres de la casa

m’incomoden el meu rostre submergit

davant del mirall ennegrit del record.