Alicia Párraga (El Esparragal, Murcia, 1985), licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Murcia, trabaja como profesora interina en diversos institutos públicos desde 2009. Algunos de sus poemas fueron publicados en la revista digital Bohemia y en los fanzines Carne para el perro y Manifiesto Azul. En 2020 vio la luz su primer poemario, titulado Kairós (Boria Ediciones). Desde entonces ha participado en Los Lunes Literarios (Colectivo Iletrados) y Poetas En Cercanías (Letras de Contestania). Además ha sido traducida al italiano por el Centro Cultural Tina Modotti.

Lengua madre es testigo de cómo la vida y la muerte van de la mano, nos presenta una estirpe de mujeres hechas de hambre, ausencias y amor, mujeres que acompañan en el primer suspiro y en el último estertor. Estas páginas hablan de lo que el tiempo no puede borrar.

Nos encontramos ante un poemario en mayúsculas. Una poeta con voz propia y contundente. Un excelente dominio del léxico que hace que sus poemas nos lleguen al corazón, poemas con alma, no sintéticos como bastante de la poesía ‘influencer’ actual.

LA ESTIRPE DE LAS HOJAS

Una hoja en blanco. Virgen. Inmaculada.

Esos somos durante los 9 meses que ocupamos el sagrario

cálido, acuoso, frágil

de la mujer que acoge un caos como a su mesías particular.


En la primera cita,

sus lágrimas templadas lavan con infinita generosidad

la piel de la ciruela que aún conserva

el ardor de su sangre.


Ese primer vínculo, esa alquimia cotidiana

prepara la blancura del folio para un reciclado continuo,

adereza con sal la tinta

con la que se escriben las historias


que se escriben al margen de la Historia.

LA INMOVILIDAD NO TIENE ROPERO

Diez días de su muerte

y la penumbra sigue en el cuarto.


Años atrás, su armario

se convirtió en botica.

Los babis de faenar

y la camisa estampada de las bodas

cedieron su espacio a camisones de verano,

de entretiempo y de franela.


Donde antes hubo pañuelos

había gasas,

donde antes hubo ropa interior

había pañales,

donde antes hubo una piedra pómez

había crema para las escaras.


La resistencia al declive

la encarnaban un frasco de colonia

y la caja donde guardaba sus pendientes.

Puñetazos de coquetería

en tiempos de postración.

PASOS

Los primeros pasos tropiezan

con un manojo de ansias y titubeos

ante la incertidumbre

de una libertad incipiente.

Los últimos se enredan

con el miedo

a la pisada que convertirá

los huesos en polvo de arena.


Nadie puede guiar el devenir de esas huellas.

Confórmate con tender tus brazos

y ser sostén cuando sea preciso.

GUSANOS DE SEDA

La sangre nos salpica desde que nacemos.

Hinchazón y un coro de aleteos azulados

acompañan al solista en su debut.


¿Qué fue de esas mariposas?

¿Emigraron al abrigo de los pueblos del sur?


Nadie sabe dónde moran,

qué flores liban,

qué viento las mece.

Hay quien piensa que regresan al olor

de la muerte.

Se vuelven orugas

y abrigan con seda

el cuerpo

que un día albergó

su primer vuelo.

Lengua madre es un poemario para tener en la biblioteca personal, pero primero, hay que comprarlo.