Yang Geum-Hee nació en 1967 en Jeju (Corea). Ha publicado dos poemarios, «Happiness Account» e «Ieodo, Island of Legend and Existence», así como una colección de ensayos titulada «Happy Companion». Fue la primera presidenta de la Asociación de Literatura de Ieodo, redactora jefe de Jejuin News y trabajó como investigadora en la Sociedad de Investigación de Ieodo. Fue investigadora en el Jeju Sea Grand Center de la Universidad Nacional de Jeju y profesora nombrada especialmente en la Universidad Internacional de Jeju. En la actualidad, es editorialista del New Jeju Ilbo, investigadora especial del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jeju, vicepresidenta del Comité Regional de Jeju del Centro PEN Coreano, ejecutiva del Instituto Jeju para la Unificación de Corea y ejecutiva de la Asociación Coreana de Ética. Ha ganado cuatro premios literarios.

El viento no pregunta el camino

No importa cuánto tiempo pase

el viento nunca envejece

aunque el viento no tenga boca…

siempre dice lo que tiene que decir.

Aunque el Viento no tenga ojos

nunca pierde su dirección

Cuando el viento se enfrenta a un rostro anguloso

siempre sopla hacia otro lado

sin arañar ni herir

El viento nunca se queda

aunque el rostro sea suave

Cuando puede recorre el camino sinuoso de la tierra

sin pedir direcciones.

Nidos de aves

Las aves no construyen sus casas

para sí mismos 

sino para sus crías

Construyen nidos en arbustos o huecos de árboles

y comparten calor entre ellos

Con esa fuerza

se convierten en el viento,

se convierten en las nubes,

para abrirse camino hacia el cielo

sabiendo que su destino es volar alto,

los pájaros no construyen nidos para quedarse.

El vuelo de la hoja de hiedra

La bandada en la pared, bañada en el resplandor del atardecer,

danzando y revoloteando con alas de rojo carmesí.

En el escarpado acantilado, en su nido,

orgullosas de sus alas verdes en verano.

Gracias al muro allí erguido,

la pasión hizo aún más radiante la luz del sol.

Como si trenzaran un tejido, las alas se pegaron al muro,

alargándose para un solo vuelo.

Sin saber que iba a ser su vuelo final,

fortalecieron sus alas en medio de la tormenta.

Esas aves,

viviendo dentro del reino del muro,

desean volar más lejos.

Hojas de hiedra elevándose a un mundo diferente,

revoloteando suavemente hacia el suelo,

alcanzando el ápice de la vida a través de un vuelo extático.

Traducción al español por Mariela Cordero


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