David Monteira nos trae un libro formado por sonetillos. Una bella estructura de 4 estrofas, 14 versos, que podríamos considerar «el hermano menor del Soneto».

Su obra es muy interesante. Incluye desde temas asociados al amor, la religión, la mitología, el desamor, pasando por poemas llenos de melancolía, reflexiones, abordando la naturaleza, las ciudades que ha conocido, con cierta añoranza, también la historia, los clásicos y mucho más.

Se podría temer cierta monotonía al utilizar una sola estructura a lo largo del poemario, pero no es así. Porque la variedad mantiene el interés en todo momento. 

Es un libro que se lee rápido, que se devora. Reviste un estilo y una musicalidad que enamoran. Como su nombre indica, puede verse como una mirada panorámica del mundo a través de los ojos del autor

Su vocabulario es tan rico como su temática, sin pecar de pretencioso. Es pulcro, variado, al pasar de un poema a otro descubres un nuevo mundo y, aun así, se reconoce su estilo.

Llama la atención la fluidez con la que aborda una estructura que no deja de ser compleja y exquisita por ser de arte menor. Si se quiere, hay más poetas que escriben sonetos, endecasílabos o alejandrinos, que sonetillos.

David Monteira Arias, nació en Madrid. Estudió Filología en la Universidad Complutense de Madrid. También estudió en Bruselas e Italia. Por un tiempo fue profesor en EE. UU. y ha escrito artículos para diferentes revistas universitarias. 

No quiero finalizar sin compartir algunos de sus poemas:

Cansancio

Se han desatado los lazos

que te atan a lo que quieres,

y entre agotados placeres

la vida cumple sus plazos…

Dejas que caiga en tus brazos

sombra de ayer, menesteres,

ruina de oscuros poderes

que no consiente remplazos…

Cierra el silencio tus labios,

mientras va abriéndose al llano

la tarde sobre el sendero.

Canta al morir los agravios

del tiempo que pasa en vano,

en tu ventana el jilguero…

Nacimiento 

Llena al soñar las primeras

tinieblas del desconcierto,

ahora que estás despierto,

y en el camino prosperas…

Mil nebulosas, fronteras

ponen un límite incierto

a un panorama en que, abierto,

ondea el mar sus banderas.

Surte el vivir aluviales,

inagotables esteros,

tejidos sentimentales…

Cubre hemisferios enteros

hacia los nunca triviales

retornos hoy verdaderos…

El Templo de la Concordia de Agrigento 

A la concordia Afrodita

canta en un harpa rosada

de piedra dulce y labrada,

sobre los montes inscrita.

Dejando el templo que habita

mira hacia Grecia, a la honrada

península atravesada

por la llanura infinita…

Aire de un siglo modela

las nubes en la tribuna

que al fin la tarde desvela…

Diosa que, un día, oportuna,

tomaste la ciudadela,

soldado de alta fortuna…