Isabel García Díaz (Barcelona-1958). Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Profesora de Literatura y Lengua Castellana. Ha escrito microrrelatos y cuentos (Revista Nagari, Poémame, Almiar, 142 Revista Cultural, entre otras) y la novela “Cuadernos de soledades” (Huerga y Fierro Editores). Próximamente aparecerá su libro “Barcelona-Galicia. Relatos breves” (Ediciones Vitruvio). También ha realizado varios trabajos monográficos (UB/AEN) y ha impartido conferencias sobre literatura y cine. La última de ellas titulada “La lengua de las mariposas: del libro al cine” (ICAIC y Embajada de España en Cuba/ El Laberinto de Ariadna en el Ateneu Barcelonès).
Hoy nos hemos entrevistado con ella para conocerla un poco mejor.
1-¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?
Estudié Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona. Mi vida profesional la he dedicado a la docencia. Siempre me ha gustado escribir, sin embargo, nunca me planteé publicar, quizá por pudor. Cuando uno se dedica a enseñar Literatura, se siente insignificante ante los grandes escritores. Así que durante muchos años escribía para mí, casi en secreto. Un día una amiga insistió en que le dejara leer el manuscrito de mi novela “Cuadernos de soledades” (Huerga y Fierro Editores). Al cabo de unos días me llamó eufórica, insistió tanto en que lo enviase a editoriales que le hice caso. Entonces empecé a abrir viejas carpetas en las que guardaba cuentos, relatos breves, microrrelatos y los envié a varias revistas y también para mi sorpresa me los publicaron. Es decir, que mi actividad literaria pública comenzó en el otoño de mi vida.
2- ¿Cuáles fueron sus primeras lecturas y qué autores le influyeron?
Mis primeras lecturas fueron los cuentos tradicionales, los que leíamos todos los niños. Leer era un premio. Recuerdo que cuando estaba enferma mi padre siempre me regalaba un cuento, casi uno deseaba enfermar. “El soldadito de plomo” de Andersen me impresionó en la infancia. Después fui descubriendo durante el Bachillerato Elemental a los grandes escritores sin saber que lo eran, pero sus nombres ya me eran familiares. Me refiero a autores como Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Azorín, Valle-Inclán, Machado, Alberti, Lorca, Aldecoa, entre otros. Todos ellos formaban parte del libro de texto “Nombre” de Carmen Pleyán. Me parecía un libro maravilloso porque había un fragmento de cada escritor según el tema que se tratase, por ejemplo, si nos enseñaban el adjetivo que mejor que “Platero y yo”. Estoy hablando del plan de estudios de Bachillerato Elemental, Superior y COU. Luego vinieron lecturas como “Mujercitas”, “Un árbol crece en Brooklyn”, “Matar a un ruiseñor”, “Viento del este, viento del oeste” y otros autores como Hermann Hesse, Tagore, Bécquer, los poetas de la Generación del 27 y la del 50 y un largo etcétera. Pero el libro que me alimentó más el alma fue el “Quijote”, lo leí por primera vez entero en COU. Sin duda ahí está el origen de la novela moderna. Ya en la universidad, me apasioné por la novela decimonónica: Stendhal, Balzac, Flaubert, Galdós, Clarín, etc. En el transcurrir de la vida y después del boom latinoamericano, me gustaba seguir las nuevas publicaciones que iban apareciendo de escritores de la talla de Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa, Benedetti, entre otros tantos. También grandes escritoras como Carmen Martín Gaite, Josefina Aldecoa o Ana Mª Matute forman parte de mi educación sentimental.
3-¿Cómo definiría su narrativa?
La definiría como intimista, detallista, reflexiva. Me fijo en la fragilidad humana. Hace unas semanas, cuando escuché el discurso del Premio Cervantes, Álvaro Pombo, sobre la fragilidad humana, centrado en la novela ejemplar “El licenciado Vidriera” de Cervantes, me emocionó porque todos somos frágiles, aunque lo intentemos disimular. Creo que en las pequeñas cosas cotidianas se encuentran los grandes tesoros, en la observación, en escuchar las historias de los otros. Mi abuelo era un gran narrador, daba gusto escucharle, me encandilaba, parecía que uno estaba viviendo lo contado. Así que lo vivido sería la base de mi narrativa. Como digo en el prólogo de mi próximo libro “Barcelona-Galicia. Relatos breves”, uno acaba contando lo que le contaron.
4-¿Cree que el escritor “evoluciona” en su escritura? ¿Cómo ha cambiado su lenguaje narrativo a lo largo de los años?
Sí, por supuesto, evoluciona, esperemos que sea para bien. Quizá con el paso de los años uno es más maniático con las palabras, más exigente con la forma y el contenido. También con los temas; la melancolía y la nostalgia aparecen y todo se ve de otra manera, con otra profundidad. Uno no puede evitar mirar atrás y sentirse como un observador, como un testigo de su propia historia y la de los demás.
5-¿Cómo siente que una narración está terminada y cómo lo corrige?
La verdad es que yo nunca acabo de sentirme satisfecha, leo, releo, corrijo y podría pasarme la vida corrigiendo un texto, porque cada vez que lo releo se me ocurre una palabra que podría ser más adecuada al sentimiento que quiero expresar. Así que no queda más remedio que poner punto y final, cuando uno ya está saturado de tanta corrección. Parece como si hubiera un reloj imaginario que marcara el final.
6-¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su narrativa?
Me gustaría que los lectores se sintieran identificados con los sentimientos que quiero expresar. Cuando un lector me dice que le ha parecido que la novela o el cuento estaba escrito pensando en él, me siento muy halagada.
7-¿Qué lugar ocupa, para una escritora como usted, las lecturas en vivo?
Las lecturas en vivo son muy importantes porque el autor y el lector pueden dialogar, comentar ciertos aspectos de la obra, verlos desde fuera. Es muy enriquecedor para ambas partes, sobre todo, para el autor.
8-¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs, etc?
A mí, en particular, me gusta más leer en papel, a la vieja usanza, pero no siempre es posible, por tanto, si se trata de difundir la palabra me parece adecuado el uso de estos medios de comunicación.
9-¿Podría recomendarnos una novela de otro autor que le haya gustado mucho?
Es difícil recomendar solo una novela. Por citar un autor contemporáneo, diría “El balcón en invierno” de Luis Landero.
10-¿Qué libro está leyendo en la actualidad?
Estoy releyendo “Juan de Mairena” de Antonio Machado. Y también lo aconsejo. El Machado prosista es un desconocido, sin embargo, leyendo su prosa, también sus artículos y cartas, se descubre el alma de Machado escondida en sus apócrifos.
11-¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la narrativa?
Le aconsejaría que leyera mucho, sobre todo, a los autores clásicos porque ellos son nuestros modelos. Son los grandes maestros, los que nos enseñan a escribir, los que nos marcan el camino. Inconscientemente, los imitamos con nuestro estilo particular.
12-¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?
La veo muy complicada, como una jungla. El éxito comercial prima, hay que vender ante todo. La calidad queda en segundo plano, aunque naturalmente hay excepciones. No es fácil publicar para un autor desconocido. Las grandes editoriales ya tienen sus autores de renombre y las independientes no disponen de suficientes medios para dar acogida a todos los manuscritos que reciben.
13-¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?
Quizá la importancia de la lectura en el ámbito académico en nuestros días. Pienso en que a todos los niños desde pequeños les gusta que les expliquen cuentos, luego empezar a leerlos de manera autónoma. Sin embargo, cuando llega la adolescencia, una gran mayoría pierde ese gusto. Las lecturas clásicas, como las del libro de Carmen Pleyán, que citaba antes, van desapareciendo, se van sustituyendo por lecturas más modernas, de temática actual. Muchos jóvenes ya no tienen esa base, esos referentes tan importantes para entender nuestro mundo. Recuerdo que cuando leía con mis alumnos del instituto “El Lazarillo de Tormes” o el “Quijote” a la mayoría les gustaba, había que leerlo en clase y comentarlo, guiarlos, explicarles que esas historias también suceden en la sociedad actual. Arrinconar a los clásicos me parece un gran error porque, como he dicho antes, son los cimientos de la literatura contemporánea y de nuestra cultura. También es cierto que el Sistema Educativo cada vez da menos importancia a la Literatura, los alumnos tienen un Currículum tan apretado que poco tiempo queda para leer y reflexionar en clase como se hacía años atrás. Es una lástima.
Muchas gracias, Isabel, por habernos concedido esta entrevista. No nos queda más que desearte muchos éxitos en tu carrera literaria y hasta pronto.
A vosotros os dejo un regalo de parte de Isabel. Son dos relatos de su próxima publicación leídos por ella misma. Aquí podéis escucharla.
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