Trece instantes configuran este primer poemario de Olga González Latapi. Trece instantes en los que una se sienta en esa silla amarilla que espera, dentro de nosotras, a que nos atrevamos a iniciar ese volar hacia adentro que durará apenas unos instantes, hasta que volvamos a sentarnos.
En esos instantes, abrimos los ojos por dentro y encontramos, en esta soledad, la más pura esencia de las distintas emociones que configuran este poemario. Escrito en verso libre, con una libre disposición de las palabras (el espacio también es parte del poema), estos poemas invitan a una reflexión sincera, sin distracciones. Una silla que abre lo que más adentro llevamos.
En esos instantes, abrimos los ojos por dentro y encontramos, en esta soledad, la más pura esencia de las distintas emociones que configuran este poemario. Escrito en verso libre, con una libre disposición de las palabras (el espacio también es parte del poema), estos poemas invitan a una reflexión sincera, sin distracciones. Una silla que abre lo que más adentro llevamos.
Creo que hay que ser valiente para enfrentarse a este poemario; ser valiente, como lo ha sido Olga a la hora de desnudar esas emociones tan intensas, esa soledad que le ha permitido bucear en sí misma y, por extensión, el lector se verá arrastrado a su propia soledad analizadora de su propia esencia.

Creo que hay dos verbos que rigen el poemario de principio a fin: ser y estar. En el momento en que aceptas sentarte en esa silla, eres y estás contigo. Y ahí es cuando empezamos a descubrir algo que quizás ni imaginábamos. Nuevos caminos en nuestra memoria, nuevos caminos en nuestra piel, nuevos caminos en nuestros ojos que, quizás por primera vez, miran de verdad hacia adentro. Esa soledad que nos rodea, la masticamos despacio mientras nos vamos (re)descubriendo.
todos los días escucho afuera de mi puerta
voces de descanso
una ciudad lejana
residuos sobre mi ventana
el constante de mi cerebro
dentro de este espacio
ahora escucho el día
-Fragmento del poema Pasos fantasmas.
La autora, con sólo trece poemas, hace una muestra de su dominio del lenguaje, de la capacidad de traspasar la piel del lector y hacerle dar la vuelta para verse desde dentro. Y sentir. Sobre todo sentir y palpar cada una de las emociones que se describen.
Personalmente, este poemario me ha parecido una manera de bucear en una misma y hablar directamente con las propias emociones. Son poemas que necesitan ser leídos más de una vez, abandonándonos a la reflexión sin miedo, sin tapujos ni distracciones; con una desnudez emocional que debemos afrontar. Son poemas realmente profundos, que no me parecen de fácil lectura, pero el esfuerzo de adentrarnos en ellos tiene una grandísima recompensa: descubrir, conocer, aceptar. Y como no, darnos el gusto de conocer una voz poética diferente, directa, que ha sido capaz de remover, con trece poemas, lo más puro de nosotras mismas.
Personalmente, este poemario me ha parecido una manera de bucear en una misma y hablar directamente con las propias emociones. Son poemas que necesitan ser leídos más de una vez, abandonándonos a la reflexión sin miedo, sin tapujos ni distracciones; con una desnudez emocional que debemos afrontar. Son poemas realmente profundos, que no me parecen de fácil lectura, pero el esfuerzo de adentrarnos en ellos tiene una grandísima recompensa: descubrir, conocer, aceptar. Y como no, darnos el gusto de conocer una voz poética diferente, directa, que ha sido capaz de remover, con trece poemas, lo más puro de nosotras mismas.
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