Paula Casal nos enamora con su Lagartija poeta; un poemario distinto, alegre, sencillo pero que a su vez, esconde podríamos decir moralejas, o enseñanzas.

Con los animales como protagonistas, la autora teje una serie de historias o cuentos en verso, orientados a niños (y no tan niños); de ahí que la mayoría de los poemas estén escritos con versos breves, mayoritariamente en rima consonante, con una sonoridad estudiada y fluida, con una armónica distribución de los acentos y sonidos, que hace que la lectura sea agradable, sencilla y amena. También, en este sentido, destacar las ilustraciones de la propia autora que acompañan los poemas, ilustraciones elaboradas y sensibles, que ayudan a que la idea del poema ‘cale hondo’ en el lector.

El poemario va mucho más allá de los cuentos que relata; todos y cada uno de ellos esconde un mensaje tras las líneas que, gracias a esta estructura de rimas sencillas y poemas-cuentos, resulta muy sencillo de captar y comprender.

Portada de La lagartija Poeta

Es realmente fascinante como Paula Casal consigue captar la atención del lector, adulto o infantil, dejando huella con cada uno de los poemas, y arrancando a veces una sonrisa. Su poesía parece casi musical, y eso hace que se adentre con facilidad.

Creo que es un libro muy adecuado para leer con nuestros pequeños, puesto que los poemas cuentan una historia a medida de cuento, y eso capta la atención y permite que la idea de trasfondo quedé:

Tomemos por ejemplo el poema que abre el libro, el Ratón Pérez:

Por si alguien le tima

él deja muy poco

al niño que miente

o que se hace el loco.

Y al niño que grita,

que escupe y que muerde,

le deja una piedra

para que se acuerde.

Pérez deja claro

a quién dará más:

al niño que ayuda y

piensa en os demás.

Como podéis ver, el Ratón Pérez deja mejores regalos a los niños que son buenos. Y esto motiva a los niños a portarse bien.

Iba al matadero,

directa a la muerte,

cuando un aldeano

le cambió su suerte.

<<Deme aquella vaca,

para mi sobrina,

que tiene una granja,

con playa y piscina>>.

Allí va a su aire:

corre, sube y baja,

pasea tranquila,

duerme sobre paja.

-Fragmento del poema La vaca que ríe

Aparte del buen comportamiento, que es el que consigue los mejores regalos, Paula no enseña que los animales son más felices en su hábitat y libres. De hecho, la idea de que los animales son más felices libres, se puede ver en diversos de sus poemas como La vaca que ríe, El asno de Buridán o El circo sin personas:

¿Y qué clase de amo deja

morir así a un asno sano,

teniendo tanto alimento

al alcance de la mano?

-Fragmento del poema El asno de Buridán

Una de las ilustraciones de Paula Casal

Uno de los poemas/cuento que más me han llamado la atención es Circo sin personas. En esta historia, escrita en diferentes partes breves, la historia radica en unos animales de un circo que deciden librarse de la mano humana que los esclaviza. Paula muestra los pensamientos de los animales, sus conversaciones, mostrándolos incluso más ‘humanos’ que los propios humanos. Me parece importante la idea que se desprende de este poema, y es que los animales no son objetos, los animales son seres vivos que sienten, y cuando son felices es cuando se les deja vivir la vida que merecen y que les pertenece, y necesitan de un trato de cariño, como cualquier ser vivo.

Los animales hablan, explican lo que sufren, conspiran y consiguen salirse con la suya sin hacer daño a nadie, mostrando así su nobleza:

<<¡El Circo de la Alegría!>>,

gritaba el payaso listo,

<<hagan cola que, esta tarde,

van a ver lo nunca visto>>.

<<Lo nunca visto sería

que nos dejasen en paz,

nos llevasen de paseo

o a merendar en un bar.>>

[…]

Y así fue como empezó

El Gran Circo Sin Personas,

cuya fama trascendió

más allá del Amazonas.

El circo se convirtió

en un modelo a seguir:

no hacen falta barrotes

sin nadie quiere salir.

Queda de manifiesto la crueldad, el uso y el abuso, que los humanos hacen de los animales, cosa que les hace sentir tristes y sin ánimo.

En este poema se ve muy claro algo que me gusta mucho del poemario, y es que nos muestra lo que piensan y sienten los animales; de este modo, es como si ellos mismos contaran lo que sienten, las cosas que les ocurren, y esto ayuda mucho a verlos como lo que son: seres vivos que también sienten igual que nosotros, y apela un poco a la sensibilidad.

Incluso tenemos un cuento que muestra que los animales son buenos, que si pueden nos ayuda, como le ocurre a Jonás en Jonás y la ballena, que es una ballena la que consigue que Jonás se libre de sus cadenas, lleve a cabo su mayor proeza y consiga ser feliz en libertad. Si ellos nos ayudan a conseguir eso, nosotros también podemos ayudarles a ellos.

Otra idea que me parece realmente interesante y querría destacar es la que se desprende del poema Un milmanos y un ciempiés. Estos dos animales se encuentran y hablan sobre lo complicado que debe ser tener cien pies y mil manos; pero con la particularidad que cada uno está feliz con lo que tiene, a pesar de que los dos podrían ser el mismo animal. Aceptarse y quererse como es uno y aceptar al que llaman diferente puesto que, en el fondo, somos iguales. Y me parece muy bonita esta enseñanza, más en estos mundos en los que vivimos, a veces tan cargados de prejuicios, que no aportan nada.

Bajaron primero al sueño,

para evitar los peligros,

y una vez en tierra firme,

se abrazaron como amigos.

Y ahora, siempre que un ciempiés,

se encuentra con un milmanos,

se dan un fuerte apretón,

como si fueran hermanos.

En definitiva, es un libro realmente interesante y totalmente aconsejable para niños (¡de todas las edades!); pues no sólo entretiene, sino que enseña y demuestra que hay otra manera de hacer las cosas, de tratar a los animales, de convivir en armonía haciendo el bien. Un libro muy trabajado, imaginativo y creativo, con unas rimas que hacen su lectura sencilla y agradable y cuyos poemas, apoyados en las ilustraciones de la propia Paula Casal, se convierten en pequeñas grandes enseñanzas que dejan huella.

Paula Casal es investigadora ICREA y profesora de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, habiendo trabajo con anterioridad en las universidades de Keele, Harvard, Oxford y Stanford, entre otras, obteniendo varios premisos de investigación, y está muy ligada a organizaciones y revistas por el buen trato y la ética animal.