Ercilia Brito Letelier, Iquique 1899, conocida en sus primeras publicaciones como Tilda Brito, y posteriormente adoptando el nombre por el cual se la conocería ampliamente en el mundo literaio, María Monvel, nombre que empieza a usar en la correspondencia que mantuvo, cuando era joven, con el poeta Julio Munizaga Ossandón, fue una de las voces literarias más destacadas de Chile.

Empezó publicando poemas en folletines y revistas, pero un hecho importante es su carrera como poeta fue su aparición en la recopilación de poesía chilena editada en el año 1917, Selva Lírica, contando Tilda con solamente 18 años, y apareciendo a lado de autores como Pedro Pardo o Vicente Huidobro.

Cuando se trasladó a Santiago, siendo poco más que adolescente, acabó siendo directora de la revista Para todos, editada por la Editorial Zig-Zag. Era una mujer que destacaba por su cultura y empuje, y por sus ideas, consideradas adelantadas a su tiempo, defendiendo los derechos y las libertades de la mujer y atacando, abiertamente, las actitudes machistas.

En su labor de traductora, destaca por la traducción de obras de Goethe o los sonetos de Shakespeare, los cuales tradujo estando ya enferma, y que publicó en un libro llamado Últimos Poemas

Publicó seis libros de poesía, el primero en el año 1918, Remansos de ensueño, y una antología que ella misma preparo, llamada Sus mejores poemas, que incluye su obra poética a lo largo de diez años.

Según Gabriela Mistral, tenía un estilo donde destacaba el “verso fácil que rebalsa la copa llena de sentimiento”, usando un lenguaje claro y directo, pero con intensidad y cierto punto introspectivo y reflexivo.

Falleció en Santiago, en 1936, después de una larga enfermedad.

-CINCO POEMAS DE MARÍA MONVEL

Juega como los pájaros y el viento

Juega como los pájaros y el viento

y yo, como los pájaros y el viento

le traje a mí cuando me di al amor.

Juega como los pájaros y el viento

porque toda la tierra es su elemento

aunque la cerquen ya muerte y dolor.

No podrá defenderlo tu ternura!

Es bello el sol, pero la tierra es dura…

¡Teme al amor! Huye al amor, mujer!

La nube es clara, pero el hombre es fiera

y ¡ay! es mejor que en tus entrañas muera

que bello es ser, pero es mejor no ser.

A pesar

Hay en tus labios un acento puro

de amor y de verdad.

Tal vez como me quieres, nunca nadie

me ha querido jamás;

pero a pesar de todo, aquí en el pecho

mi corazón inquieto está.

Hay en tu mano al estrechar la mía

un no sé qué de dulce y de leal

que es como una caricia y un amparo;

algo de amor con algo de piedad…

pero a pesar de todo, aquí en el pecho

mi corazón inquieto está.

Tus ojos en mis ojos se han posado

llenos de ensueño y de humildad,

pero los ojos míos no se alegran…

¡están tan habituados a llorar!

y aquí en mi pecho, el corazón inquieto

a pesar mío está!

Tu sol, no puede florecer mis rosas:

se ha helado mi rosal…

Ya no podrán tus labios sonrosarme

los lirios muertos de la faz.

La vida toda me anegó en acíbar…

Tu amor no me valdrá,

porque a pesar de todo, aquí en el pecho,

mi corazón inquieto… inquieto está!

El muerto cruel

Suena su voz que murió

en mi oído nuevamente.

Para que nunca te olvide

tú retornas de la muerte.

Tocas mi memoria infiel

y te marchas de esta vida.

Muerto de mal corazón

¡los muertos nos resucitan!

Retrato de ella

Retrato de ella,

que me acompañas sin mirarme,

que me acaricias sin hablarme,

retrato de ella…

Sobre mi mesa estás

en su actitud, gracia infinita,

como una rubia margarita

sobre mi mesa estás.

Dulce dulzura mía

ensimismada en su delirio,

pálida y triste como un lirio,

dulce dulzura mía.

De tu inquietud, de tu locura,

toda mi vida está pendiente,

labios cerrados y dolientes,

ojos transidos de ternura…

Retrato de ella…

Ella se marcha, tú, jamás!

Tú siempre me acompañarás

retrato de ella…

Madrigal de mujer

La fortuna te dio su escaso privilegio.

Van sus cadenas áureas a tus manos prendidas

tornándote más bello su extraño sortilegio…

¡Y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!

Los honores doblaron en reverencia grave

su multitud de frentes a tu valer rendidas.

Besó tus pies la gloria con su gran beso suave

¡y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!

En tus venas elásticas la sangre azul circula.

Ni una gota bastarda halló en ellas cabida.

Tu escudo en campo azur el de un infante emula

¡y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!

Alabardas ha puesto a tus cuarenta años

la juventud, para salvaguardar erguida

tu frente, donde no ay surcos de desengaños

y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!

Se clavó la belleza como un sol en tus ojos.

Dio la luna a tus dientes esa luz desvaía

y ha agonizado el día en tus cabellos rojos…

¡y tú ambición recela que es poco aun, mi vida!

Mi corazón estruja tu mano despiadada

y me es dulzura y miel esta mortal herida.

Mujer, como una niña me muero enamorada

y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!