El miércoles día 4 de diciembre de este 2019 presentó la poeta Amanda Gamero, en la biblioteca Andreu Nin de Barcelona, su poemario “Palabras como vértebras” (Ed.Oblicuas).
Palabras que se engarzan como vértebras que conforman esa invisible columna vertebral que nos sustenta, que nos conforma.
El poemario está estructurado en cuatro partes, correspondientes a los cuatro elementos, y que se inician con una cita de un poeta: María Zambrano para el aire, Miguel Hernández para la tierra, Gloria Fuertes para el agua y Pablo Neruda para el fuego.
AIRE: contiene los poemas más intimistas, de reflexión sobre ella misma y que rezuman un cierto dolor existencial.
TIERRA: como dadora vida y receptora de muerte. Nos habla la autora aquí de las raíces, de la familia, de la amistad; también de esa muerte que
trasciende la vivencia personal: las guerras, las personas desarraigadas…
AGUA: donde se hace más patente la presencia nombrada del elemento. Lágrimas, escarcha, rocío, lluvia, lago, río, burbuja, sobre todo lágrimas…
La tristeza mayor, que contrasta con la cita de Gloria Fuertes: “ Poetas, no perdamos tiempo, que al corazón le llega poca sangre”. Pero ese contraste está en la personalidad de Amanda, mujer de acción, capaz de todas las organizaciones y en quien se vislumbra el deje de un poso esencial de
tristeza.
FUEGO: encontramos en estos poemas el amor más pasional, el más disfrutado.
La poesía de esta autora es clara, directa muchas veces, pero otras se va por los caminos de esa poesía pura de la que habla la cita de María Zambrano, esa poesía que constituye otra forma distinta de comunicación, la única radicalmente verdadera, que utiliza las palabras, sí, pero en la que el
lenguaje se aparta del orden lógico del pensamiento racional y de su capacidad de engaño. A veces es una imagen:
“… el silencio es un árbol
y pone en mis manzanas verdes.”
“Los ojos sin techo se reflejan
en un horizonte de luces endiabladas.”
Otras, un quiebro, como el verso final del poema en el que habla de la muerte de su perro:
“—Fuimos cristal y nos rompimos—”
O este en medio del poema “El balcón”:
“pero a veces sale un balcón
y te descubre el alma.”
Otras empapa el poema entero:
“Una mujer
vigila tu nombre,
y en sus pupilas,
transitan las sílabas
más bellas del Sahara.”
Un libro, en suma, que hará disfrutar a las personas amantes de la poesía y convencerá a quienes todavía no la han probado lo suficiente como para contarse entre las filas de aquellas.
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