«No coloquéis sobre la lengua viva de los niños, la palabra muerta», Gabriela Mistral.

Partimos de la base en que a día de hoy no se nos educa en poesía. En las aulas se mantiene un sistema ya de por sí anacrónico y supervisado por ciertas entidades encargadas de que esto sea así. En la poesía se ve reflejado ampliamente por la concepción que nos transmiten los libros de texto, donde solo se informa en pocas hojas sobre unos autores determinados del pasado, y unas formas concretas. Esto se traslada popularmente a que las personas ignoren las nuevas formas poéticas, los poetas actuales, e incluso arrastremos una concepción muy romántica sobre la poesía y la figura del poeta.

Todo esto influye a la hora de llevar a cabo la edición de un libro. Lo primero que les preocupa a casi todas las editoriales son las ventas, porque no deja de ser un negocio. Pero afortunadamente quedan editoriales que no sólo ponen su esperanza en las ventas. Un poeta puede ver el mundo editorial de muchas maneras. Las editoriales se arriesgan destinando poesía a un público generalizado con ideas preconcebidas y antagónicas por culpa de un problema educativo.

Creo que son mínimos los casos donde un poeta busque lucrarse. En poesía se busca otra cosa, y en el ámbito editorial lo que más buscan los poetas es respeto y profesionalidad, o al menos en mi opinión.

Tipos de editoriales para poesía

Editoriales grandes

Son editoriales que se dirigen al gran público, con grandes posibilidades. Financian el 100% del poemario. El poeta no ha de pagar ningún gasto y cobra un porcentaje adecuado a sus derechos de autor.

Editan y publican más de 1.000 ejemplares. Estas grandes editoriales cuentan con un gran despliegue de medios y sobretodo presencia en redes sociales.

Desde mi punto de vista, estas editoriales se nutren del fenómeno poesía en la red. Al querer asegurarse las ventas, este tipo de editoriales que no aceptan manuscritos y encuentran a sus poetas en las redes sociales los cuales ya poseen un amplio y suculento número de followers, seguidores y likes. Con lo cual no se busca tanto la calidad poética si no más bien una repercusión mediática a través de Internet y unas ventas aseguradas.

También en grandes editoriales hay un término medio. No poseen una gran cantidad de ejemplares editados y publicados pero sí que cuentan con una amplia notoriedad en las redes sociales. Les interesa la calidad poética -aunque no aceptan manuscritos- y suelen destinarse a un público generalizado.

Editoriales independientes

Son editoriales que se dirigen a un público general,  aunque quizás sí que buscan un perfil de un lector más comprometido o no tienen tanta presencia en las redes sociales. Suelen financiar el 100%. El poeta no ha de pagar ningún gasto y cobra un porcentaje adecuado a sus derechos de autor.

Editan y publican entre 300 y 500 ejemplares.

En este tipo de editorial se busca la calidad poética, aceptan manuscritos, están abiertos a propuestas y buscan inspiración o expresión. Sobretodo quieren dar visibilidad a la poesía.  Para ellos la poesía se promociona también desde las redes sociales pero también desde recitales y la escucha del poeta.

Atribuyen que la poesía está considerada como género menor debido a la falta de educación en las aulas. También desde una perspectiva de consideración cultural dado que el público puede tener muchos prejuicios o estereotipos acerca del género. En prensa ocupan poco espacio en las criticas literarias y de difusión.

Editoriales pequeñas o alternativas

Se dirigen a un público general, aunque quizás a un público más reducido del entorno del propio poeta. Suelen financiar el 100% de la edición y publicación. El poeta no ha de pagar ningún gasto y el poeta cobra un porcentaje adecuado a sus derechos de autor.

Editan y publican entre 20 y 50 ejemplares.

En este tipo de editorial se busca la calidad poética, aceptan manuscritos, están abiertos a propuestas y buscan llegar a manos de cualquier lector incluso al de no poesía. Sobretodo quieren dar visibilidad a la poesía. Incluso hay algunas que no buscan nada: encontrar algo ya es un logro.

Para ellos la poesía se promociona también desde las redes sociales pero también desde recitales y eventos. Es el poeta quien más se promociona a sí mismo.

Atribuyen que la poesía está considerada como género menor debido a la falta de educación en las aulas. La poesía es una superviviente dentro del género literario. No hablan de género menor si no minoritario. Es como el jazz.

Autoedición

  • Vía Internet: Sitios web donde por un precio relativamente justo puedes autopublicar. Te llegarán a casa tus libros para que los puedas distribuir tu mismo.
  • Vía asociación cultural: Asociaciones que se encargan de todo el papeleo, registro, buscan imprenta, y tú solo cubres los gastos de impresión, formas parte una colección de poesía y es un precio muy económico con un resultado muy bueno y un formato diferente y sencillo.
  • Vía a pie: Implica consultar directamente a una imprenta precios, costes y riesgos, informarse y realizar el registro de la propiedad intelectual, etc.

Editoriales «estafa»

Son editoriales que aparecen por alguna red social, y suelen dirigirse a personas jóvenes e inexpertas pero ilusionadas.

Piden una gran cantidad de dinero por 200 ejemplares de un libro (aproximadamente 1.500 euros). Realmente son de copago y al final sale muy caro publicar con ellos, no tienen la distribución que suelen prometer ni difusión. Y la calidad de la impresión no suele ser lo esperado.

En cuanto a las cifras de ventas

Un libro tiene su mayor pico de ventas durante los seis primeros meses de vida tras el lanzamiento y es durante ese periodo cuando la editorial o el autor deben volcarse en la promoción de la obra. Una vez terminado ese periodo, el volumen de ventas de una obra decae hasta llegar a menos de una cuarta parte.

Vender por encima de los 10.000 ejemplares ya puede ser considerado éxito de ventas. Con el reciente boom de poesía en la red se han llegado a vender en algunos casos los 40.000 e incluso 60.000 ejemplares, de grandes editoriales.

Las editoriales suelen pagar entre un 5 y el 7% del PVP en concepto de derechos de autor. Cuidado, que en algunos casos no son importes netos de IVA.

Bajo la mirada del poeta

“La poesía que vale es la que estás oyendo”, Jorge Vales (Editorial Lapsus Calami)

Para dar mi visión más detallada y realista sobre cómo el poeta ve el mundo editorial redacté unos cuestionarios que contestaron más de 20 poetas. Algunos que están empezando por la autoedición, y otros que ya tienen en algún caso hasta 27 poemarios editados y publicados.

Las opiniones han sido variadas y muy enriquecedoras para mí personalmente sobre este mundo editorial.

He encontrado muchas buenas experiencias pero también malas. Los poetas entendemos que el mundo editorial es complicado y no deja de ser un negocio, pero más allá de ello queremos que la poesía toque calle, conecte con la gente, se acerque a las personas y rompa todos los mitos o prejuicios que pueda haber sobre ella.

Muchos de nosotros pensamos que ciertas editoriales por su interés comercial deterioran la imagen y calidad del género poético. Esto me lleva a pensar en la crisis literaria pero también social. Vivimos en el mundo del consumo y la inmediatez. La poesía en muchos casos ha pasado a ser un bien de consumo. Y para mí, la poesía es de todo menos algo que se venda. La poesía NO ESTÁ EN VENTA, la poesía resiste.

A veces los poetas tienen malas experiencias con este mundo editorial debido a que los acuerdos con las editoriales varían, no se respeta la obra del autor, o simplemente incluso hay casos de estafa. Todo esto lleva a un sector de poetas desilusionados con las editoriales. Existe una relación de conflicto.

“Los poetas inmaduros imitan; los poetas maduros roban; los malos estropean lo que roban, y los buenos lo convierten en algo mejor», T. S. Eliot

Muchos poetas comienzan con la autoedición porque es una manera sencilla y barata de darse a conocer, de empezar y de llegar a la gente. Ese fue mi caso. Y estoy contenta con el resultado.

En general muchos poetas se quejan de la poca o nula promoción y difusión de su obra. Es el propio poeta el que debe hacerse cargo de la difusión de su propia creación en redes sociales, eventos, micros abiertos, y como me dijo David González (poeta): “El poeta es promotor. Un triste charlatán de feria”. Y aunque quizás yo no comparta una visión tan triste sobre esto, sí que es cierto que somos nosotros los encargados de difundir nuestra obra y darle visibilidad.

Soy consciente como poeta que las editoriales no dejan de ser un negocio, pero incluso desde una perspectiva empresarial muchos buscamos respeto y profesionalidad.

Al realizar estas encuestas o preguntar he notado en ciertos casos quizás un poco de miedo a decir la realidad por parte de algunos poetas. Parece que hay casos en los que no pueden opinar de manera abierta y sincera por miedo a que ciertas editoriales dejen de abrirle las puertas a festivales de poesía o actividades.

El mundo de la élite poética también está presente. Tienen acuerdos con las editoriales que también les pagan dinero por acudir como invitados especiales a según qué eventos.

Para mí y algunos poetas esta es la clasificación de las editoriales:

  1. Editoriales grandes: Explotan lo ya conocido.
  2. Editoriales independientes: Se mueven entre la innovación y la supervivencia, arriesgan.
  3. Editoriales pequeñas o alternativas, o vías de autoedición: Es una forma de empezar, una forma de crecer, una forma de comunicar, una forma de nacer o incluso una forma de vivir al margen.
  4. Editoriales estafa: Extorsionan, roban.

“La poesía tiene que ser humana. Si no es humana, no es poesía», Vicente Aleixandre

El mayor problema al que se enfrenta el poeta y las editoriales quizás sea el problema educativo que hay de fondo en este género, que arrastra consigo una serie de imposiciones estereotipadas por el cual el público general tiene una concepción errónea o transformada sobre la poesía.

El poeta no es un ente elevado, ni un ser supremo, más bien lo contrario. Los poetas suelen ser personas normales y corrientes con sus virtudes y carencias, que expresan a través de un medio sus sentimientos y pensamientos, y que no sólo expresan si no que trabajan en sus textos: investigan, estudian, leen. Los poetas son lectores o, en mi opinión, deben de ser lectores en potencia. Porque es a través de la lectura, de nutrirse de otros, cómo se aprende, dónde se ven las luces y las sombras.

Las editoriales y editores tienen también en consideración esta realidad, alejándose de prejuicios, el poeta es como un escritor más, aunque arrastre fama de ser iluminado.

En general dentro del mundo editorial, los poetas no hemos de perder nuestra humanidad y al contrario las editoriales pese a ser negocio tampoco deben olvidar esta parte humana tan esencial.

Me han sorprendido muchas respuestas de las editoriales: todos califican las relaciones con los poetas de buena, y al compararlo con las respuestas de los poetas me he percatado de que esto no es del todo así. Hubo una respuesta que me llamó la atención y que sin duda lo resume bastante bien o al menos eso pienso: “La relación entre el poeta y el mundo editorial es una lucha de egos”. Y puede que ciertamente lo sea, porque socialmente ya somos así, sin ser poetas o editores, a día de hoy como sociedad se vive una intensa batalla de egos. El ego sin embargo es nuestra cualidad más innecesaria y la que al mismo tiempo nos humaniza.

Me ha parecido llamativo comprobar como existe una parte también muy políticamente correcta dentro de las editoriales. Y al mismo tiempo algunos poetas han guardado silencio por simple miedo a poner las cartas encima de la mesa.

Es irónico comprobar como distintas piezas de un puzzle encajan tan perfectamente.

Una cosa que sin duda busca la poesía en el mundo editorial es respeto, y llegar a la gente que quizás tiene una idea errónea sobre la poesía. En esta problemática quizás hay un punto en común, y es la falta de educación en el género poético.

“Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos, que al corazón le llega poca sangre», Gloria Fuertes