“Despiértame y déjame donde sólo el amor reine”

 La poesía de Marisa Béjar es un mundo en sí misma; un mundo fantástico de brumas y espíritus etéreos, luces y sombras, aromas, emociones y sentimientos; es como un viaje en el tiempo hacia una atmósfera medio gótica, medio medieval, medio romántica, que sorprende y atrapa por su magia. Tiene el don de pintar cuadros que dibujan imágenes oníricas, inquietantes, pero siempre con un pequeño destello de luz brillante. Este ambiente puede palparse, por ejemplo, en su poema «El escriba», en el que el lector casi puede oír el chisporroteo del cirio, el aroma a cera derretida, a papiro:

El escriba vaga
con alma traslumbrada
y pluma amortajada.

El porta cirios centellea,
en duermevela fluyen letras.
Tinta seca: catalepsia.

Pero su poesía es también dinámica e inquieta, con una gran riqueza tanto por su vocabulario como por la variedad temática; cierto que en la mayoría de sus poemas aparece ese pequeño matiz oscuro tan característico pero, a su vez, esconde diversidad de sentimientos y emociones que atrapan y perfilan un universo único y tremendamente seductor en el que apetece adentrarse.

Descenso

Es un descenso ahogadero,
acuña hielo mi pecho:
sedimentos de espectros pendencieros.

Siempre mi piel sin sustento,
siempre oscuro el desfiladero.

Si te llamo, sólo muevo los labios,
tampoco hay heraldo de mi llanto.

Es el reflejo de lo inverso:
de morir ingrávido y cálido,
a ser pesado acero en el cieno.

Son mecenas que pulverizan mis venas.
Consanguíneos de anfibios
desmenuzando mi halo.

Basculo en vano
intentando hallar tu mano.

Y al otro lado descubro un embrionario
sentimiento de bienaventuranza.
¿Eres tú en la distancia?

Otra característica de la poesía de Marisa, y quizás un fiel reflejo de su personalidad (tengamos en cuenta el dato que boxeó durante once años) es el espíritu luchador que no admite derrotas:

es la pasión del luchador herido
la que permite mantenerte erguido
ante el dolor infligido

Para Marisa, el dolor puede llegar a ser un motor para seguir adelante y no dejar jamás de levantarse, una lucha acérrima donde la fuerza del alma juega un papel importante.

Aun así, a veces parece perderse en plena desesperación sin ese hombro donde esconderse a llorar, sin esa mano amiga/amada donde apoyarse; el suelo se puede llegar a quebrar bajo sus pies bajo el peso de una ausencia.

Sólo mi alma errante
en suspiros lacerantes
si ya no estás cerca.

 Y es que las ausencias dejan mella en sus versos, convirtiendo algunos de sus poemas en un doloroso desgarro y suspiros.

Góndola amada

Lóbregas aguas estancan
mi góndola amada.
Donde yace el amor desusado,
novelescos sueños cobijados.
Rasgueo el odio con mi manos,
ya no te hallo, ¿Qué hago?
El tiempo es barro envarado,
inmisericorde,
inabarcable en llanto.
Mi góndola amada,
donde vimos cornisas doradas.
El viento silabeaba tu amor,
sin argucias, sólo pasión.
Mi corazón descorchado
a ti
bramaba sin fin.
Ahora en cordaje rasposo amarrado,
desacostumbrado al desamparo
te sigue hablando.

O nos habla de ese pequeño detalle que sobresale de toda la atmósfera mundana, como se puede ver en el relato «El mirlo que escucho al anochecer» en el que hace un paralelismo del canto del mirlo con el alma y los sentimientos.

(…) Es una lucha titánica, pero él logra coronarse en medio del desbarajuste urbano. Consigue crear un canal único en el que su voz se enarbola por encima del caos.

Nos une un magnetismo especial: cuando se aproxima la hora me tiendo en la cama y su dulce cantinela me transporta a otro mundo. Es una especial conexión de almas interespecies.

Una de las cosas que más destaca en su poesía es el arte que tiene para jugar con las palabras, creando versos de gran belleza y curadas rimas, dotando sus poemas de una elegancia y delicadeza áspera fascinantes:

Dosel de nogal trenzado

Caja de música desconchada
yace en mi almohada.

Lisonjeras notas
cincelan de gloria mi alcoba.

Transmigración auspiciada:
¡Volveré a sentirme amada!

En ampuloso espasmo
el dosel de nogal trenzado
deviene exiliado.

Soy aire, soy paz:
¡Antinomia irreal!
Soy esqueje de ti mismo
porque sólo en ti existo.

Mi espíritu argentado
en corazón sincopado
cuando estás a mi lado.

Distendido paraje ensortijado
en herrumbre bañado…

Por el bosque levitando,
portón enrejado chirriando
anunciando mi paso.

Jardín en candil iluminado:
y vuelvo al dosel de nogal trenzado.

 

Su voz

Su voz es laúd chapeado
en principesco pasado.
Piqueta dorada,
vitualla en mi alma.

Son renglones
de sinsabores
que libertinos
huyen del Nilo,
En busca de un aforismo:
¿Existe el amor que siempre alimente cuerpo y espíritu?

Cuentan las hadas que su dorsal sobrenadaba en el agua.
Siento sus tibias ondas
meciendo mi cuerpo
en silencio.
Extático placer,
dádiva que arquea mi espalda.

¿Su voz en el aire?
¡No!
Me aguarda tras el cortinaje.

La pluma de Marisa va más allá de la poesía, y es que la magia trasciende este género para deleitarnos con su maravillosa prosa poética:

Soy una gota de agua en un vierteaguas

Soy una gota de agua, pero no resido en la inmensidad del océano. Vivo en un vierteaguas. Me aferro a la porosidad de mi sustento aunque sé que no es eterno. Ese es mi suelo: tribulación y desconsuelo. Voy en busca de un asidero que me corone como un Ser imperecedero. No quiero vivir en un atolladero que me hostiga todos los días con mirar arriba.

Demudó el cielo raso y claro, ¡ahora está encapotado! Mi mundo bucólico quedó expirado, en breve mi vida será tornado.

No puedo parar la avanzadilla de la tediosa camarilla. Los truenos me advierten la llegada de la emboscada. Debo formar barricadas, me niego a caer en la nada…Me espera una vida aciaga. No quiero abandonar el vierteaguas, allí quise fundar mi propio reino; un pequeño lago que sólo en sueños logré atisbarlo. Es un bello recuerdo idealizado en un anclaje amado. Vacuos deseos malogrados, vetados en rictus de agrado.

El descenso será inmediato, el cielo relampaguea imperioso por desatar su marea. Esa fuerza condensada cercenará mi dulce morada. ¿Y dónde vagará mi alma varada?

Quisiera que hubiera una balaustrada que me eximiera de una vida frustrada. ¡Sí, eso! ¡Una mágica balaustrada; perlada de polvos de hadas! Pero yo no puedo fabricarla, sólo soy una gota de agua en un vierteaguas y nadie acude a mis plegarias. Y en un vano intento de arraigo ¡CAIGO!… Es un sustento insurrecto al sosiego. Me aterra más el vacío que llegar al suelo frío.

Ahora mi vida transmuta. Me hallo inmersa en una siniestra gruta; sin sol ni luna. Avanzo sin cordura, sólo con la hambruna de vivir mi próxima aventura.

Y no me detengo, se apodera de mí un sentimiento contrafóbico con bravura.

¡A lo lejos hay luz! Y detrás de una duna otra gota de agua me saluda.

¡Tanto miedo que tenía de caer al suelo y estoy viviendo en mi idealizado reino!

El cielos de los perros, de Marisa Béjar (La Fábrica de Sueños, 2018)

No en vano este año se ha publicado su novela, El Cielo de los Perros (La Fábrica de Sueños, 2018), donde se encuentra este mezcla de sentimientos, emociones y el mundo fantástico.

Para terminar este pequeño repaso a la obra de Marisa Béjar, quisiera unirme al homenaje que @Malulita_, poeta de Poémame, le hizo al dedicarle este precioso poema:

Flor azul (por @Malulita_)

A la poetisa Marisa Béjar a su elegancia al escribir

Flor azul con el mar
en cada pétalo pintado
azul diáfano del cielo .
Flor que nace de la melancolía
donde se posa el ave azul
a cantar su mejor melodía.
Donde las mariposas
revolotean al ritmo
de las notas de amor.
Flor de nostalgia,
azul preferido del poeta
flor de virginal pureza
Que con porte y estilo te yergues
en libertad suave y serena
luz difusa en bellas letras
con elegancia escribe el poeta
sentimientos en flor azul
que nunca se extingue.


Si quieres descubrir la prosa y la poesía de Marisa Béjar te invitamos a visitar su blog «La pluma de Marisa Béjar» y su perfil literario en Poémame.