Hoy quería acercaros un poco a una autora de Poémame con la que tengo una especial relación, Jana Rivera (@JanaRivera).

Jana es sin duda un alma inquieta y un remolino de emociones. Transmite mucho sentimiento a través de su poesía. Juega con las palabras hasta moldearlas y hacer con ellas nuevos conceptos y sentidos. Le da un pellizco a los mofletes de la mañana, y se unta una tostada de pan de higo con mermelada de noche. Así es como yo veo su poesía. Una explosión de vida.

Sin habernos visto nunca, tengo con ella una complicidad que he conseguido con pocas personas. Hemos tenido tardes y noches de risas y versos, porque eso es escribir con ella, momentos únicos de vida en verso. Por eso hoy os invito a que la conozcáis un poquito más a través de su poesía.

Comerme la vida

Remuevo conciencias.
Hiervo las venas.
Pongo sal a las lágrimas.
Picante a los besos.
Dulce al mirar.

Mezclo caricias.
Parto condenas.
Separo rencores.
Pellizco el caminar.

Comerme la vida entera. Con sus platos amargos y también sabrosos.

Ya me vendrá la cuenta. Pero, para entonces, habré amado, reído, llorado y soñado.

Para entonces, habré decantado infinitos momentos dichosos.

 

Relámpago

Entraste por una rendija. Clavel curioso en la solapa del viento.

Te fuiste como un relámpago. Con carga eléctrica. Puro estruendo.

 

Tatuajes de tinta y saliva

Abriéndose paso a base de pespuntes de piel, la aguja inyectaba tinta en un lienzo en blanco.

Expectativas, ilusiones, historias y abrazos de mil maneras pueden caber en un pequeño dibujo.

Besos rodados, besos soñados, besos imaginados, besos robados, besos en bucle, uno detrás de otro, se iban grabando en color negro en la memoria.

Acariciaban las agujas con regusto afilado. Sentada, la impaciencia esperaba, ansiosa, en un banco.

Al fin se reveló el universo particular. Asomaba al día un diminuto tatuaje. Tan grande que en él cabían deseos, estrellas, ecos, energías, constelaciones. Tan pequeño. Tan poco. Y tanto.

 

El baile de mis cortinas

¡Cortinas al viento se precipitan por la ventana! Se agita mi pelo, asomada a la nada. Observo palomas, mariquitas en rojo y lunares. Nidos de cigüeña haciendo equilibrios entre torres y tejas. Oigo sus picos de percusión, espérame aquí, que ahora vengo.

Me doy una vuelta por dos melodías y tres batucadas. Qué poco me pesan los huesos, qué fuertes mis alas.

Sin mochilas a cuestas, bailo y vuelo con los pies en las nubes y las manos en el suelo. Qué mareoooo.

Pero es genial. Es un aturdimiento placentero. Entro en el juego.

Dicen que no es el tiempo quien todo lo cura, sino las personas que lo pasan con nosotros. Bienvenida la buena gente, la entusiasta, la sincera, la de las cosas claras, la de las risas a carcajadas.

Tengo un horizonte cálido, repleto de oportunidades. De sueños tibios y sueños lentos. De sueños agitados y sueños tremendos.

Irlanda, Escandinavia, Rusia. Este, oeste, norte y vientre meridional, danzando en curva y contracurva. Échale picante. Cálmalo con canela y azúcar.

Deja que mi ventana siga abierta de par en par. Deja que mis cortinas jueguen entre pasos de baile, que el aire no pare de soplar.

 

Un bocado de sandía

Reducida hasta lo más esencial, surqué los mares moleculares. Los golpes de elementos que chocan como por arte de magia. Y el Hidrógeno se enamora del Oxígeno, y en su abrazo implosivo se derriten en agua, y me fluyen como al morder una porción de sandía.

Con mis ojos bebo clorofila, me destella el verde más refrescante, me eriza toda la piel, es selva, es una sonrisa viva.

En las plumas de un jilguero despliego el vuelo, serpenteo, planeo, zigzagueo, goteo… ¡Tin-tin-tin!, y me escurro por rocas calizas, mis manos desnudas, la mente vestida.

Y me acurruco en los labios, suaves dunas en puestas de sol. Me deslizo entre curvas, la boca es un lienzo prohibido a pleno color.

Que me deslizo, me simplifico, me complico.

No sé si abrazar lo más pequeño o explotar al compás del universo entero. Igual me doy una vuelta en mi nube de barro, por si llueve chocolate, dulce y amargo.

[Porque ya sabes que lo pequeñito puede ser realmente espectacular]

 

Pirata de comisuras

Era tan pirata sin pata de palo,
que abordó sonrisas
sin regalar botín a los ruidos,
sin dar tregua a los llantos.

[Dedicado a mi amiga Horten, que lleva por emblema el lado bueno de las cosas.]

 

Miguitas de magdalenas

Tenía un abrigo naranja para los días que pesaban. Hacía livianas las penas.

Los labios vestidos en color frambuesa. Dejaban su marca en las tazas de café, como el que lanza miguitas en el camino para no perderse. Cada sorbo, una huella en el mapa.

Sentada en la mesa con flores naturales. Madera suave, pulida por el paso de vidas y manos llenas, corazones rotos y sangre en las venas.

Ella observaba el bullicio de la gente pasar por el ventanal de la cafetería. Era coqueto, el escenario ideal para practicar, con las comisuras rizadas, la magia de la mirada.

Miraba los gorriones llevándose restos de magdalenas en el suelo. Miraba repartidores de vida agitada. Miraba jardines que aguardan la lluvia.

Despacito se fijaba en los besos en las esquinas. Los bolsos llenos de rosas sin espinas.

Miraba caminando vidas desoladas. Preocupaciones a cuestas del que muere en el trabajo. De los que viven en treinta metros cuadrados.

Miraba cejas sinceras. Extraños que se cruzan y se saludan con la chispa del «buenos días» de verdad.

Miraba bufandas suaves. Pañuelos al viento. Corazones blanditos y almas que rugen con puro estruendo.

Miraba el amor del calcetín desemparejado con el que aparece en el otro pie de repente.

Miraba fuentes incesantes. Gotas de vida. Periódicos altivos y gafas tímidas.

Y miraba.

Porque ver no es mirar. Cuando uno mira, le pone el alma. Toca la puerta del pecho. A veces se entra de puntillas. Otras, suenan campanas y se alborota el cabello.

Déjame que mire, decía. Déjame que me beba el tiempo.

Jana es la compañera de Poémame con la que más colaboraciones he hecho, y es todo un placer escribir con ella, así que os invito a leer esta. Nuestro compañero Alex richter-boix nos apodó la sal y la pimienta de Poémame, de ahí este poema.

Risas a la sal y pimienta (colaboración con @horten67)

Estornudar raudales de risas. Cocinar con sabor los pequeños momentos. Compartir trocitos de regocijo, amasar la amistad, hacer de la vida un feliz revoltijo.

Poner sabor a la vida, con chispitas que explotan en la boca y hacen cosquillas en el alma. Sonreír juntos, en conjunto y juntando carcajadas y bromas que limpian lágrimas pegadas. Esas que se adhieren, se adueñan e inundan las mañanas nubladas y las noches sin luna.

Echar carreras a los pájaros en el cielo, a las hormigas en el suelo. Que crujan los bordes de la pizza. Beberse la vida con bien de hielo y un millón de burbujas.

Y si nos falta color en las mejillas, pellizcos de abuela en los mofletes. Canturrear cuando la voz está quebrada y cantar a pleno pulmón cuando se recupera.

Y si llueve, botas de goma rojas. Y si nieva, gorros de colores y manoplas calientes.

Sopa de pan calentita cuando el corazón es mendrugo duro.

Y silbar en la ducha cuando el agua nos limpie tropiezos y deshaga los barros. Aplaudir los logros y zapatear con fuerza sobre los fracasos. Brindar por la suerte y lanzar hasta Júpiter al hombre del saco.

Tomar la medida al miedo para hacerle un traje de faralaes, y bailar hasta que se rinda a tus pies. Después descorchar una botella de ganas y beber hasta quedar borracha de vida.

No hay más vida que una.

No la pierdas, no la tires ni la malgastes.

Disfruta cada día como si fuera el primero y el último, y no olvides nunca, que todo sabe mejor CON SAL Y PIMIENTA.

Estas líneas son fruto de la complicidad que une a personas que no se conocen, pero se conocen: las ganas de espachurrar la vida y de dar rienda suelta al estornudo del alma… la risa.