Ibn Al Jatib (Loja, 15 de noviembre de 1313 – Fez, 1374), poeta granadino, médico y político. Dedicó su vida a lo público, pero a pesar de ello también encontró tiempo para escribir tratados de medicina, retórica, religión, geografía, historia y una complicada poesía del Al Ándalus.

De familia pudiente, fue conocido como “el de los visiratos”, porque sirvió como ministro tanto a Yusuf l como  más tarde a su hijo Mohamed V, como Primer Ministro y Jefe también del Ejército regular. También tenía el sobrenombre de “Lisan al Din” o “lengua de la religión” por su oratoria. Como médico fue el primero que entendió la existencia del concepto de “contagio” y prescribió la cuarentena y quema de las ropas de los enfermos de peste negra. Se dedicó a muchos más ámbitos y al final, en el año 1372 tuvo que exiliarse. Le encarcelaron en Fez y allí le condenaron a la pena de muerte aunque murió en la cárcel estrangulado por unos sicarios que asaltaron la cárcel donde Al Jatib estaba preso.

Durante los días de su prisión, lbn Al Jatib se preparó para morir componiendo muchas elegías sobre el triste fin que le esperaba.

ELEGÍA

Di a mis amigos: ¡Ibn Al Jatib ha partido!
¡Ya no existe!
¿Y quién es el que no ha de morir?
Di a los que se regocijan de ello:
¡Alegraos si sois inmortales! 

Como poeta destaca el hecho de que algunos de sus poemas decoran las paredes de la Alhambra en Granada, concretamente en las tacas de entrada del Salón de Embajadores. Una de ellas comienza así:

Gano en gala y corona a las hermosas; bajan a mí los astros del Zodíaco.

Sus más de setenta obras abarcan materias muy diversas. Entre sus obras destacan «Al-Katiba al-Kamina» (El escuadrón al acecho), «Kitab al-sihr wa-l-shi`r (Libro de magia y de poesía), «Istinzal al-lutf» (Invocación de la gracia), «Rawdat al-ta`rif bi-l-hubb al-sharif» (Jardín de la definición del amor supremo), «Al-Ihata fi ta´rij Garnata» o «Ihata» (La historia de Granada), Al-Iklil al-zahir (La diadema resplandeciente) o «Al-lamha al-badriya» (Historia de los reyes de La Alhambra) 

POEMAS DE LA ALHAMBRA

Con mis alhajas y mi corona a las más bellas aventajo,
y hasta mí descienden los astros del zodíaco.
El jarrón del agua parece en mí un devoto
de pie ante la alquibla del mihrab orando.
Mi generosidad en todo momento
sacia la sed y atiende al necesitado.
Es como si yo tomara los beneficios de la dadivosidad
de la mano de mi señor Abu Al Hayyay.
Luna llena permanezca él brillando en mi cielo
como en las tinieblas resplandece el plenilunio.

***

Los dedos de mi artífice mi tejido bordaron
después de engarzar las joyas de mi corona.
A un trono nupcial me asemejo, incluso lo supero,
y a los novios la felicidad aseguro.
Quien a mi viene quejándose de sed,
mi fuente le da agua dulce, clara y sin mezcla.
Soy como cuando aparece el arco iris
con el sol de nuestro señor Abu Al Hayyay.
Que siga siendo lugar de reunión protegido,
mientras la casa de Dios reúna peregrinos.


Traducidos al castellano por José M. Puerta Vílchez

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