No hace muchos días publiqué en la sección “Slam” de la plataforma “Poemame”, una breve reseña sobre la poetisa mexicana afincada en Ciudad del Álamo (Texas), Enid Rodríguez Isáis. Ahora quisiera profundizar un poco más. No quito ni una coma de lo que expuse sino, lo contrario, añado y extiendo dicha reseña que es la que sigue:

La lucha encarnizada y romántica entre el ser propio y el ente divino dan a la poesía de Enid Rodríguez Isáis (@EnidIsáis) un carácter fuerte y tenaz, hasta tal punto de que considera en uno de sus poemas que “las batallas internas del alma son mortales para el ser humano…”. No le importa entrelazar la naturaleza, el amor, lo esotérico y lo banal para darle carácter divino y con sus versos alzarlo a los altares de modo inusitado, como queriendo emular a, según mi parecer, Sta. Teresa de Jesús, de la que denoto un atisbo de influencia. Bienvenido ese delirio mesiánico-poético tan hermoso que sabe plasmar en sus versos. Puro ejemplo de ese alzamiento hacia la divinidad es el siguiente poema, una oda a modo de plegaria en la que espiar sus temores ante un ser divino:

¡OH ROSA PERFECTA SIN ESPINAS!

Tu figura cubierta por la aurora
trae un nuevo mañana
una promesa que mantiene
mi espíritu con esperanza;
de ese bendito fruto que llevabas
en tu inmaculado vientre
¡Oh rosa perfecta sin espinas!
que poco se de ti
y que tanto sabes tú de mí.

Madre del buen consejo
que la maldad no me aparte
del buen camino.
Sé mi luz inextinguible
en esta travesía de apegos y vanidades,
que no se me olvide de dónde vengo
y a dónde voy,
¡Oh rosa perfecta sin espinas!
regada por el agua viva del Espíritu Santo,
tráeme de esa fresca brisa,
para sentir a tu amado hijo también.

¿Quién mejor que tú para amarlo?
si eres madre bondadosa,
que vela por el mundo entero
llorando por aquellos que aún crucifican
las carnes de tu señor,
¡Oh rosa perfecta sin espinas!
y yo muchas veces fallo,
anidando víboras burlonas
en mi corazón traicionero,
por eso no me atrevo a fiar en él.
Mejor déjame esconderme en el tuyo,
para encontrar el verdadero tesoro.”

La poesía de Enid es la exaltación de los colores y de los matices de la naturaleza, la observación de lo esotérico y la ira contra la injusticia; pero al final de cada poema siempre hay algún verso con el que hace las paces con el drama, dándole a cada poema su justa medida de reproche y comprensión.

CRIATURAS EXTRAÑAS

Hay un círculo
de sol azulado
quemando con sus rayos
desde el largo de mi cuello
como un altar de rosas
que se posan
en medio de mis pechos.

Hay una luna pálida
atada a una roca
que lagrimea
cuarzos de leche
y perlas azucaradas
por el contorno
de mi boca.

Hay delicias y encantos
en los jardines
donde cantan mis pájaros
pues en mis fuentes
la vida fluye
en un instante
al borde de la muerte.

Hay dientes de sirena
dedos filosos de ninfa
listos para cortar
y devorar corazones
de tiernos duraznos.

Hay letras que exhalo
de noche
que las siento a solas
poseerme
como sí de
criaturas extrañas
se trataran.

Enid trata en sus versos de hacer las paces consigo misma, reconociendo en la adversidad las debilidades de la carne y la influencia del ecosistema que le rodea, redimiéndose con bellos grafemas que te intiman con lo más profundo y a la vez acorazándose detrás de cada poema.

CAJETILLA DE ESPERANZAS

Yo sueño con lo prohibido
lo que jamás será mío
su boca incitaba alegría
causando una estela
rosada y violeta
que cegaba mi vista
y el humo de sus dedos
hacían círculos eternos
el pulso de la calle danza
yo me pierdo en sus ojos
en la noche prolongada
de su reflejo…

Yo sueño con la lluvia
que empape mi cara
con su ternura infinita
¡Oh con su frescura!
voy caminando en la acera
con mis pensamientos
retumbando tan caprichosos
con sus deseos, recordando…
lo que quiero ahora
lo que anhelo mañana
lo que siento en el alma.

Yo sueño veredas con su nombre
pasadizos secretos
a su dominio de hombre
bajo llave con tres candados
de hierro y silencio
su aura es verde que traspasa
laberintos de flores empedradas
Oh y cuando habla
el pulso de la calle danza
¡todos danzan, todos danzan!

Otra cajetilla de esperanzas
se acaba mi rosa de escarlata
sedienta de muchos besos
respirando un aroma mentol
sintiendo el sudor que le escurre
por el pecho aterciopelado y cálido
saboreando esos dedos de artesano…
Otra cajetilla y copa me llevo
soñando tenerlo en mis sábanas
de hilo plateado y mar de espuma
¡Yo sueño, yo sueño, yo sueño!

Trata el amor como un sentimiento ambiguo, un amor dual entre lo espiritual y lo carnal, ambos con un frenesí y una intensidad inmensos. Te hace sentir como si estuvieras en sus carnes, el escalofrío ascendente de la pasión de sus versos. Ejemplo de ello son los dos siguientes poemas:

ARDEN EN EL MAR

Hoy me abrazas con tu luz lunar
reflejada en mi piedra,
cegadora de toda razón,
sentimiento de añoranza
que invade mi ser.

Y me dejó llevar por tus corrientes
armoniosas caricias
que besan mis caderas
para ser llevadas hasta el fondo
de tus secretos.

Siempre regreso a ti,
viejo océano de mil sirenas,
al que quiero entregarme
para ahogar mi pasión
en un altar de perlas negras.

Las llevo colgadas con tu nombre
detrás de mi espalda,
como un tatuaje permanente
en mi piel y mente
que arden en el mar.

ARDE TU LLAMA VIVA

Arde tu llama viva en mis entrañas
Luz de verdad que ilumina mi cárcel espiritual
Y aun así sigo huyendo despavorida
Como el reo no queriendo enfrentar sus delitos
Oh divino Amor!
Pero tú no condenas ni apuntas injustamente
Eres el juez perfecto en su misericordia y justicia;
Tu juicio se basa en cuanto amor hemos dado
Al que no se lo merece, al no deseado
Esa es la belleza y grandeza de seguir tus pasos
Amor de amores
Pues entonces ¿Qué esperas?
¡Arde tu llama viva!
Quémame con el fuego santo de tu amor
Igual como ardió San Juan De La Cruz
Con pluma y poesía
Y ese nuevo canto que prometiste
A quienes te descubrían
¡Estoy listo!

Es como si tuviera un don especial para reconocer el drama o la belleza de las cosas, situaciones o personas, es capaz de ver lo que otros ojos no ven:

Allá va esa mujer fingiendo sonrisas
tiene la mirada perdida en su fotografía,
está ausente de todos y de ella misma,
se ha maquillado obligada para su pareja,
pues no la quiere ver acabada, ojerosa y vieja.

¡Ay pero a ella le duele el alma!

Y es que la poetisa da para mucho juego, sin necesidad de intimar con sus poemas, solo hay que leer entre sus líneas para darse cuenta de que convierte esa sensibilidad en un bello arte.