Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, 10 de diciembre de 1830 – Ibídem, 15 de mayo de 1886) fue una prolífica y enigmática poeta americana.
Proveniente de una prestigiosa y acomodada familia de Nueva Inglaterra vivió en un entorno de fuertes convicciones ideológicas y políticas en el que la severa religiosidad puritana aceptaba como única expresión artística la del coro de la iglesia. Por elección personal, pasó gran parte de su vida recluida en su casa, años en los que además de alejarse del mundo decidió vestir solamente de blanco («mi blanca elección» según sus palabras). En vida solamente publicó siete poemas bajo anonimato y no fue hasta transcurridos cuatro años de su muerte que se publicaría su primer poemario gracias a su hermana menor, Lavinia, quien sentía una gran admiración por el talento poético de Emily y respetó hasta su muerte su deseo de mantener ocultas sus obras.
En sus poemas se respira la soledad aunque también una fuerza excepcional, una exaltación privada sin límites… con una sensibilidad que se palma en cada uno de sus versos en los que le habla a Dios, a la muerte, a la belleza y al paso del tiempo… dejando entrever en muchas ocasiones una pasión o un casto sentimiento por un amor que se ve obligada a ocultar.
Lo mismo que si el mar se retirase
dejando ver un mar aún más lejano,
y este a su vez igual con otro mar,
siendo los tres tan solo conjeturas
de otros mares posibles
que no tiene orillas…
Todos ellos al borde todavía
de mares no nacidos.
Eso es Eternidad.
Emily escribía sin adornos ni reglas eliminando verbos, signos de puntuación y conectores. Sus mejores poemas son breves y poseen una concisión que es la condensación de un pensamiento que con medios muy simples logra los máximos efectos, pues es capaz de crear un lenguaje metafísico y emotivo. Es, sin duda, una de las grandes poetas en lengua inglesa de todos los tiempos.
Durante un día o dos desconcertada,
turbada aunque sin miedo,
encontré en mi jardín
a una doncella a la que no esperaba.
Me hace señas y allí empiezan los bosques,
me llama y todo empieza.
Sé bien que en una tierra
así jamás he estado.
No habla nunca mi rey,
y así con mis preguntas me abro paso
penosamente hasta el final del día.
Me conformo de noche, cuando duermo,
si me es posible en sueños, con asomarme
a salones cerrados por el día.
De hacerlo, cuando llega la mañana
es igual que si cientos de tambores
en torno a mi almohada redoblasen,
con mi cielo de niña hecho vítores,
y cantasen victoria
todos los campanarios de mi alma.
Y de no ser así, aquel pajarillo
que hay en el huerto no se puede oír,
y dejo de rezar en aquel día
«hágase tu voluntad»,
porque mi voluntad es lo contrario
y sería un perjurio.
¡Oh noches de locura!
Si estuviera contigo
serían esas noches
nuestro gozo sin fin.
¡Qué inútiles los vientos
si a su puerto ha llegado el corazón!
¿De qué sirven los mapas y la brújula?
¡Remando al Paraíso!
¡Oh este mar! ¡Si pudiera
anclar en Ti esta noche!
No es el morir lo que nos duele tanto,
vivir sí que nos duele mucho más;
pero morir es algo diferente,
lo que está al otro lado de la puerta.
Los pájaros se suelen ir al sur
sin esperar que lleguen las heladas,
van en busca de un clima más benigno.
Los que se quedan son como nosotros.
Ante la puerta de la granja esperan
ateridos limosnas de migajas
que concedemos… hasta que las nieves
nos dicen compasivas que ya es hora
de regresar a casa.
Referencias
Datos biográficos extraídos de Wikipedia y del libro «Morí por la belleza» (Poesía Portátil- Penguin Random House).
Me han gustado mucho los poemas que has seleccionado de esta poeta estadounidense que desconocía, Carmen.
Incluso te puedo decir que alguno me recuerda a los tuyos, sobre todo el segundo.
Felicidades, compañera!
Es un honor para mi que me digas eso. Muchas gracias María!
Vaya, ¡qué buen artículo, Carmen! Conocía algo de Emily, porque cuando estudiaba a Mary Shelley de pasada me informé sobre Emily, pero ya no recordaba mucho más que el hecho de que había pasado gran parte de su vida encerrada, y sin embargo le cantó al amor como poc@s. Me ha gustado mucho el último poema de la selección, como siempre un placer leerte. Un abrazo.
Me alegra mucho que te haya gustado, Víctor. Un abrazo.
Magnífica presentación de una poeta inmortal; felicitaciones, la selección de poemas es una delicia que refleja muy bien su sensibilidad poética.