Carmen Verde Arocha  (Caracas, Venezuela, 1967) es poeta, editora y gerente cultural. Licenciada en Letras (UCAB, 1991) y cursante de estudios de Maestría en Historia de Venezuela en la UCAB es también miembro fundador y directora de la Editorial Eclepsidra de Caracas (creada en 1994) y Profesora de la Universidad Metropolitana y de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. 

Su obra incluye libros tanto de ensayo como de poesía:

Ensayo:  

  • Cómo editar y publicar un libro.  El dilema del autor (Caracas, 1° edición, 2013- 2° edición, 2017)
  • El quejido trágico en Herrera Luque (Caracas, 1992)

Poesía:

  • Cuira  ((1° edición, 1997- 2° edición, 1998)
  • Magdalena en Ginebra (México, 1997)
  • Amentia (1999. Premio Contraloría General de la República)
  • Mieles (2003)
  • Mieles Poesía reunida (2005)
  • En el jardín de Kori (2015)
  • Canción gótica (2016)
  • Antología: Juan Liscano, Poesía selecta (1939-2000). Selección y prólogo de Carmen Verde Arocha y Rafael Arráiz Lucca. (España, 2015). 

Hada tierra

¿De qué manera duele el vientre de una mujer
que no ha parido?

Mi rostro mojado por el mar
oculto entre los pechos de mi madre

Tristeza o fatiga en el centro del cielo
y una melancólica hora que acobarda

Las manos enrojecidas de tanto trabajar la tierra
El sabor a parir llega a través de la placenta
Agrio como la orina de una cabra

La tierra bosteza siempre igual
Lo distinto es cómo tocamos el vientre
con los ojos
la carne en los huesos
la semilla en la vejez
y a veces con las manos

Difícil hallar la llave materna ¿Me comprendes?
Vivir tiene sentido y estar muerto también

– EN EL JARDÍN DE KORI. Caracas, 2015)

La concubina (segunda versión)

El amor
siempre lo sueño
con un pájaro en los dientes
y el aire eleva
una a una sus plumas

Esto ocurre en el alma

– CANCIÓN GÓTICA. Caracas, Gisela Cappellin Ediciones, 2017

(Fragmentos)

Tengo arenas en el iris

Vestida de novia
o de siempre
avanzo
sin un velo
que proteja los ojos
del ayer
de una niña de mármol
y veo todo
todo lo que es fábula
con lágrimas de muerte
de manos quemadas
como quien avanza
después de muchas leguas
de fuego
del fuego de mi infancia
la infancia que soñó mi padre
padre por eso el cielo
es indiferente
dime cómo debo recordar
tus ojos de odios
el jueves de un diciembre
de lluvias dulces
sin la invocación de un niño Jesús
que vengara la tristeza

Nuestra infancia tiene algo de sepulcro
y la adolescencia
esa momia que halla una herida
en la oración
oración que evoco en este verde
silencio de labios terracota
plenitud
de medias nylon
en piernas de pétalos yermos

– MAGDALENA EN GINEBRA, Ciudad de México, 1997

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