“Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía y te recorro entero, sendero tras sendero, descalzando mi amor, desnudando mi miedo.”
“… ¿Te acordás de la última vez que creímos poder iluminar
la noche?…”
Poeta y novelista nicaragüense. Nacida en Managua en 1948.
Nació y vivió en el seno de una familia acomodada; su padre, Humberto Belli, era empresario y su madre, Gloria Pereira, fue fundadora del Teatro Experimental de Managua.
Dio a conocer sus primeros poemas en 1970. En ese mismo año ingresó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, organización entonces clandestina, que perseguía derrocar a la dictadura de Somoza y en la que luego militó hasta 1994. Fue una firme opositora a la dictadura. Perseguida por la policía se exilió en México y Costa Rica. Fue correo clandestino, transportó armas, viajó por Europa y América Latina obteniendo recursos y divulgando la lucha sandinista. Con el triunfo de la Revolución regresó a Nicaragua, desempeñó diversos cargos en el nuevo gobierno. Estuvo casada con Henry Ruiz, uno de los nueve comandantes de la dirección nacional.
Abandonó la vida política para dedicarse a escribir su primera novela, ”La mujer habitada”, publicada en 1988. Fue un éxito clamoroso de amplia resonancia internacional, aunque no dejó nunca de lado la poesía.
En 1972 publica su primer poemario, “Sobre la grama”. Estos primeros versos causaron gran impacto en la sociedad nicaragüense en su momento, porque eran revolucionarios tanto en el fondo como en la forma; se atrevían a tratar aspectos de la sexualidad femenina que hasta entonces habían quedado relegados, por pudor, al ámbito privado y rompieron muchos de los tabúes existentes sobre el placer y el deseo sexual de la mujer.
“Mi literatura no es femenina, es una literatura donde la mujer es protagonista. Mi literatura es la visión del mundo desde la perspectiva de la mujer”.
Su poesía es muy personal e intimista. En ella fluyen como temas candentes: la mujer, el erotismo, lo social o su propio compromiso político.
Reivindica el cuerpo, la sexualidad, el amor, el deseo…Para ella es natural escribir de lo que vive, de su cuerpo, del de su amado, de la naturaleza de su Nicaragua natal, de las distintas experiencias y etapas de la vida por las que pasa una mujer…Y se agarra a la poesía para tratar de entender el mundo que la rodea.
“A mí, la poesía me acerca más a la tierra, a lo palpable y cotidiano.”
En sus poemas, la mujer deja de ser el objeto pasivo de la poesía, la musa, para convertirse en protagonista de todo lo que ama, vive y siente. En ellos comparte sus propias experiencias en sus diversas facetas, trata del bienestar pequeño-burgués y las limitaciones sociales y clasistas, de la convencional imagen de esposa y madre. Hasta lograr encontrarse ya libre de ataduras y de ideologías, como una mujer independiente, aunque con conflictos y contradicciones.
«Amo a las mujeres desde su piel que es la mía. / A la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz desenvainadas, / a la que se levanta de noche a ver a su hijo que llora, / a la que lucha enardecida en las montañas, / a la que trabaja -mal pagada- en la ciudad, / a la que gorda y contenta canta cuando echa tortillas en la pancita caliente del comal. […] A todas las amo y me felicito por ser de su especie«.
Habla también de feminismo, de libertades, de derechos, de igualdad de género y rescata al hombre como compañero en esa lucha por la igualdad.
“El feminismo no es una doctrina o una religión; el feminismo es la reacción de la mujer cuando se percata del lugar que la han forzado a ocupar en el mundo. La rabia que produce la injusticia de la desigualdad, el dolor de ver a otras mujeres asesinadas, asaltadas, maltratadas, abusadas por ser mujeres, todo eso causa que las cuerdas poéticas internas vibren intensamente. La poesía también es empatía, también es solidaridad.”
También refleja en sus versos los cambios físicos de su cuerpo: de la menstruación, de la maternidad (“va creciendo como un puño que se abre/ el hijo que sembraste”), o de la menopausia.
En los últimos tiempos, sus poemas giran ya sobre su “avanzada juventud”, la madurez, sobre cómo nos cambia el tiempo y a veces lo sentimos como una amenaza…
(“No sé cuándo dispuse rebelarme. / No aceptar que sólo se me concedieran como válidos/ los diez o veinte años con piel de manzana / sentirme orgullosa de las señales/ de mi madurez”…)
Gioconda Belli escribe poesía, novela, memorias, cuentos… Entre sus libros de poesía más reconocidos destacan: Sobre la grama, Línea de fuego, Truenos y arcoíris, Amores insurrectos y De la costilla de Eva.
Es una de las más notables integrantes de la “Nueva Narrativa Nicaragüense”, que junto a Ernesto Cardenal y Claribel Alegría, iniciaron la renovación de la poesía en su país.
Su obra ha obtenido importantes premios y reconocimientos y ha sido traducida a diversos idiomas. Hace unos años publicó “Escándalo de miel”, una antología poética que supone para ella una especie de biografía. En ella recoge sus mejores poemas.
Ahora, viviendo entre Estados Unidos y Nicaragua y viajando por el mundo, dice que milita en la vida y que mientras se siga haciendo preguntas seguirá escribiendo poesía.
“La experiencia de la vida es la pasión de beberla hasta la embriaguez profunda, cantar, bailar, decir versos hermosos y luego dormir.”
(Arte: Mucha Kachidza)
Y ahora nos toca disfrutar de su hermosa poesía…
En esta selección de cinco poemas de sus distintos poemarios, la poeta se nos muestra por entero en su esencia de mujer, apasionada, independiente, vital ante todo, sin prejuicios ni ataduras.
Y DIOS ME HIZO MUJER
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
RECORRIÉNDOTE
Quiero morder tu carne,
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso
y quedemos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sábanas
HERMOSURA DE LA DIALÉCTICA
(A Cosme, mi profesor de Filosofía)
Estoy viva
como fruta madura
dueña ya de inviernos y veranos,
abuela de los pájaros,
tejedora del viento navegante.
No se ha educado aún mi corazón
y, niña, tiemblo en los atardeceres,
me deslumbran el verde, las marimbas
y el ruido de la lluvia
hermanándose con mi húmedo vientre,
cuando todo es más suave y luminoso.
Crezco y no aprendo a crecer,
no me desilusiono,
ni me vuelvo mujer envuelta en velos,
descreída de todo, lamentando su suerte.
No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,
de la tierra parida,
el canto de los pueblos,
los brazos del obrero construyendo,
la mujer vendedora con su ramo de hijos,
los chavalos alegres marchando hacia el colegio.
Si.
Es verdad que a ratos estoy triste
y salgo a los caminos,
suelta como mi pelo,
y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
y atesoro recuerdos
brotando entre mis huesos
y soy una infinita espiral que se retuerce
entre lunas y soles,
avanzando en los días,
desenrollando el tiempo
con miedo o desparpajo,
desenvainando estrellas
para subir más alto, más arriba,
dándole caza al aire,
gozándome en el ser que me sustenta,
en la eterna marea de flujos y reflujos
que mueve el universo
y que impulsa los giros redondos de la tierra.
Soy la mujer que piensa.
Algún día
mis ojos
encenderán luciérnagas.
MUJERES DE LOS SIGLOS ME HABITAN
Isadora bailando con la túnica
Virginia Woolf, su cuarto propio
Safo lanzándose desde la roca
Medea Fedra Jane Eyre
y mis amigas
espantando lo viejo del tiempo
escribiéndose a sí mismas
sacudiendo las sombras para alumbrar perfiles
y dejarse ver por fin
desnudadas de toda convención.
Mujeres danzan a la luz de mi lámpara
se suben a las mesas dicen discursos incendiarios
me sitian con los sufrimientos
las marcas del cuerpo, el alumbramiento de los hijos
el silencio de las olorosas cocinas, los efímeros tensos dormitorios
mujeres enormes monumentos me circundan
dicen sus poemas cantan bailan recuperan la voz
dice: No pude estudiar latín no pude escribir como Shakespeare
Nadie se apiadó de mi gusto por la música
George Sand: Tuve que disfrazarme de hombre, escribí oculta en el
nombre masculino
Y más allá Jane Austen acomodando las palabras de “Orgullo y Perjuicio”
en un cuaderno en la sala común de la parroquia
interrumpida innumerablemente por los visitantes.
Mujeres de los siglos adustas envejecidas tiernas
con los ojos brillantes descienden a mi entorno
ellas perecederas inmortales
parecieran gozar detrás de las pestañas
viendo mi cuarto propio”(…)
NUEVA TESIS FEMINISTA
¿Cómo decirte
hombre
que no te necesito?
No puedo cantar a la liberación femenina
si no te canto
y te invito a descubrir liberaciones conmigo.
No me gusta la gente que se engaña
diciendo que el amor no es necesario
-«témeles, yo le tiemblo»
Hay tanto nuevo que aprender,
hermosos cavernícolas que rescatar,
nuevas maneras de amar que aún no hemos inventado.
A nombre propio declaro
que me gusta saberme mujer
frente a un hombre que se sabe hombre,
que sé de ciencia cierta
que el amor
es mejor que las multi-vitaminas,
que la pareja humana
es el principio inevitable de la vida,
que por eso no quiero jamás liberarme del hombre;
lo amo
con todas sus debilidades
y me gusta compartir su terquedad
todo este ancho mundo
donde ambos nos somos imprescindibles.
No quiero que me acusen de mujer tradicional
pero pueden acusarme
tantas como cuantas veces quieran
de mujer.
REFERENCIAS:
Datos de la biografía de la autora extraídos de:
– Solo literatura. Literatura Hispanoamericana
– EcuRed
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