Lupus est homini, non homo, quom qualis sit non novit. Esta frase de Plauto nos abre la puerta de La mala sangre; un poemario en el que nos vamos a encontrar con la parte más oscura del mundo y de la sociedad y, a su vez, en cierto modo aporta entre líneas una pequeña lección para conseguir que la vida no sea un camino de amargura y espinas.

El poemario es un conjunto de veinte poemas sin título, de una profundidad abrumadora, escritos en verso libre, entre los que se intercalan ilustraciones de Cynthia Uceda, que se unen a la crítica que a lo largo del libro se nos va mostrando de una manera afilada, cruda y directa. De hecho, los poemas son pequeños aguijones que se clavan, mostrando en parte el lado más oscuro, a veces el más real, del mundo y la vida.

[…]

No se percatan que la enfermedad más mortal es la vida.

Poema VII

El libro en sí me trae a la mente aquella frase de Schopenhauer que reza lo siguiente: «La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido.» Es cierto, ya estamos condenados desde el mismo instante en que nacemos, pero de nosotros depende hacer de ese camino, hasta la sentencia final, lo más agradable posible. Y creo que esta es la idea principal del poemario.

De hecho, esta idea me sobrevuela a medida que voy avanzando en el libro; la muerte, la vileza humana, el fanatismo desmesurado, se dan cita en estos poemas para darnos a entender que la parte más oscura es parte de la vida y, a veces, prevalece sobre otros sentimientos y actuaciones porque, de algún modo, ya estamos contaminados en cuanto abrimos los ojos. Y aunque pueda parecer de un extremo pesimismo, más bien lo catalogaría de un cruel y cierto realismo, pero a su vez, con la certeza que podemos hacer que esto sea quizás un poquito más leve. Quizás pensar que en nosotros mismos hay unas mínimas claves que aportan una ligera luz.

[…]

Ahora sólo soy un charco de sesos, huesos, sangre.

Mi viente se esparce por el infierno de escarcha y lava;

el estómago se traga el orgullo que nace del corazón aún cautivo

de las costillas de mi cadáver.

Poema VI
Ilustración de Cynthia Uceda

[…]

Sangro la dignidad que vuelve a mí;

aunque desnudo y muerto,

esta libertad

no pueden quitármela.

Poema XIX

Abrázate a ti mismo,

resucita.

Poema XX

De alguna manera, nos está avisando que nosotros somos los que podemos cambiar la oscuridad, que nosotros podemos cicatrizar nuestras heridas, que son inevitables, con nuestra propia saliva. Saber superarnos, ser capaces de ir más allá de la negrura y hallar «nuestra felicidad»a través de la reflexión y de nuestros propios actos.

En cierto La mala sangre nos invita a reflexionar a través de la muestra cruda y directa de lo más oscuro de la sociedad y de las personas, para hacernos ver que hay cosas que no se están haciendo bien. Esta invitación viene complementada por algunas preguntas que de manera discreta aparecen en algunos poemas, que, inevitablemente, marcan al lector. Veamos por ejemplo el Poema XII.

Estrechas calles, pequeños pasos.

Fila india hasta llegar

al extremo más oeste

de la vida.

¿Hace cuánto que no te sientes libre?

Amplias calles, cómodos pasos,

formamos un perfecto círculo

aún mucho más dorado que el sol.

¿Hace cuánto que dejaste de sentir?

No existe ahora campo más santo

que el que aquí fundamos:

libres, seguros,

con este pensamiento tan nítido y tan certero.

Los cuervos negros vienen,

aterrizan en el nido de nuestras costillas,

arrancan nuestras almas,

regresan con la intención de volver a su color original,

como cuervos blancos

por un camino directo al sol

y aún con esto,

los vivos se regocijan en lo que llaman libertad

a costa de los demás,

a costa de los desintereses de la existencia,

mientras los cementerios permanecen vacíos de las flores prometidas.

La muerte, tan presente en el poemario, la idea que ya estamos condenados a muerte desde el instante de nacer, la idea que la muerte nos acompaña porque al fin y al cabo, La muerte es lo que da sentido a la vida, es lo que le da el verdadero valor a esta. Sin muerte, no habría vida.

A pesar de poder parecer, a primera vista, un poemario digno del llamado «Malditismo», un poemario donde se muestra la bajeza humana, la crueldad de la sociedad y de la vida, me atrevería a decir que hay algo positivo en todo ello, y es el hecho de abrirnos los ojos, de mostrarnos que existen la felicidad y la amargura, y que el truco es saber escoger bien y a tiempo. Y esto nos viene dado a lo largo de los poemas y, de una manera más clara, en el Epílogo:

[…]

La dirección depende de cada uno.

¿Hacia la felicidad o hacia la amarugura?

Elijamos lo que elijamos: o tomas una decisión o la decisión te toma a ti (y con un batallón detrás).

Fragmento del Epílogo.

Como nota curiosa, decir que el Poemario cuenta con tu propia banda sonora que recomiendo encarecidamente escuchar, mientras hacemos su lectura.

Poe Afónico empezó pubicando en su blog Poeta Afónico Cuatro o cinco poemas de amor y mil canciones desesperadas, ha publicado de manera periódica en la revista de la Asociación de Empresarios de Villafranca de los Barros, y en el años 2015 formó parte de la Antología Homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer, con el poema Desnudez. También forma parte del grupo de poetas extremeños Versarte. La mala sangre es su primer poemario.

Actualmente se encuentra trabajando ya en el que será su segundo poemario, La mala sombra, que está concebido como una continuación a La mala sangre. Y aquí, en primicia, os adelantamos uno de los poemas que configurará este nuevo libro.

Admiro cara a cara a Vida

busco una recompensa en su mirada vacía,

pero me devuelve el rostro hacia el otro lado.


Cambia su cara por mi cruz.

Le devuelvo la respuesta ante su desdén

de virgen consentida

con un golpe de realidad en su otra mejilla.

Vuelve su inmaculado rostro cárdeno

hacia mí, airada.

Ha cambiado su cruz por mi cara.

Ahora Muerte me mira,

cara a cara.