Guillermo Rebollo-Gil (San Juan, Puerto Rico,1979) es autor de varios libros de poesía y prosa entre los que destacan Teoría de la conspiración (2005), Sobre la destrucción (2011), Todo lo que no acontece igual (2015), última llamada (2016), Writing Puerto Rico: Our Decolonial Movement (2018) y Volador y Niñoselva/El Feminismo de mi amigo (2020). Ofrece cursos de ciencias sociales, escritura creativa y literatura. Tiene un doctorado en sociología de la Universidad de Florida en Gainesville y un JD de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.

La editorial Liliputienses ha decidido arriesgar una vez más y editar en medio de la pandemia. Este generoso poemario-antología del puertorriqueño Guillermo Rebollo-Gil destila frescura por todas partes. Abarca poemas que van desde el año 2000 hasta los más recientes de 2019.

Es un poeta con voz propia que escribe desde lo urbano y la lucha de clases, a lo doméstico y existencial, e incluso, sobre la propia poesía.

La prologuista, Vanesa Contreras Capó, nos comenta que “en la poesía de Rebollo-Gil encontramos afecto y hastío. Nos muestra su capacidad para enamorarse de la cotidianeidad, mientras condena y señala lo absurdo de la violencia capitalista que vivimos a diario. Su lírica pasa de lo tierno a lo desgarrador, de lo gracioso a lo trágico o de lo íntimo a lo público en un solo verso…”

Los títulos de los poemas son versos, líneas o canciones de la gente que más le gusta leer y escuchar a Rebollo-Gil y podréis ver la relación detallada en su poemario que podéis adquirir en la web de la editorial.

Kenny Omega
El año que cumpliste un año se me murieron dos trinitarias, cumplí 40,

leí el Outline trilogy de Rachel Cusk,

una estudiante dijo que la agredí sexualmente, mucha gente

me dejó de saludar, di el todo por el todo por afeitarme todos los días y

       salir de la casa,

pasé la mayoría del tiempo contigo en la casa,

pensé mucho en mi papá, volví a hablar con mi hermano,

leí Spring de Ali Smith, tu mamá y yo lloramos mucho

y discutimos mucho

y nos dejamos de hablar mucho,

y dimos el todo por el todo por no soltarnos,


te cantamos feliz cumple, contamos nuestros amigos con una mano,

intenté dar clase,

pensé mucho en los estudiantes que le creyeron a la estudiante que dijo

    que yo la agredí,

me afeité un día sí cuatro no,

leí Tercer Mundo de Pedro Cabiya, volví a escribir poesía,

volví a pensar la poesía me cambiará la vida, descubrí

que no importa cuánto cambien mis condiciones de vida escribo más o

    menos igual,


se me murieron otras plantas, leí otros libros,

te puse crema, te lavé los dientes, te cambié el pañal,

salimos juntos de la casa a hacer compra,

a dar clase, a buscar café,

quise sobre todas las cosas cambiar el curso de las cosas durante tu

       primer año de vida,

le di cinco estrellas a Outline,

cinco a Spring

y cinco a Tercer Mundo,


usé nombres de luchadores como títulos para mis poemas, escogí

un nombre de luchador para mí, y otro -provisional- para ti,

pensé esto no es ser papá pero es lo que supe hacer durante nuestro

    primer año juntos,

tomé mucho café, dormí muy poco, olvidé

hacer o decir cosas que hacía o decía de manera automática desde siempre,

volví a hablar solo, pensé la poesía tiene en común con la lucha libre

la mentira, la materia, el mataría,

algo así decía en mis clases, quise mucho no volver a dar clase,


escuché tu llanto cambiar, me dio mucho susto que me pasara como

    al protagonista

de otra novela de Cabiya que mata a su bebé por accidente

debajo de unos paquetes de cocaína en el carro,


te agarré primero como un cachorrito,

luego como un bollo de pan,

a veces como un escudo, ahora te agarro como si te salvara del salto mortal,


tuve que recordarme con regularidad que yo no agredí a nadie,

para mi sorpresa otras plantas sobrevivieron,

casi todo lo que leí fue cinco estrellas.