Crédito de la foto: Angelina Dotes 

Julieta Marchant, Santiago, Chile, 1985. Editora · Escritora. Licenciada y magíster en Literatura y estudiante del Doctorado en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte en la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de poesía Urdimbre (Ediciones Inubicalistas, 2009), Té de jazmín (Marea Baja Ediciones, 2010), El nacimiento de la hebra (Edicola Ediciones, 2015), Habla el oído (Cuadro de Tiza Ediciones, 2017), Reclamar el derecho a decirlo todo (Pez Espiral, 2017; Jámpster eBooks, 2019) y En el lugar de la mano el ímpetu de un río (Bisturí 10, 2020; Liliputienses, 2021; HD, 2021). Codirige los sellos editoriales Cuadro de Tiza Bisturí 10, trabaja en J&P Editoras, donde ofrece servicios de diseño y edición, e imparte talleres de poesía. Como editora, ha estado a cargo de algunas compilaciones como Teoría de la noche de María Moreno (Ediciones Universidad Diego Portales, 2011), Cruce de peatones de Alejandra Costamagna (Ediciones Universidad Diego Portales, 2012), Diarios íntimos de Teresa Wilms Montt (Alquimia Ediciones, 2015), Poesía reunida de Teresa Wilms Montt (Alquimia Ediciones, 2016) y Pide la lengua de Soledad Fariña (Alquimia Ediciones, 2017). Dictó cursos en varias carreras de la Universidad Diego Portales del año 2010 al 2018 y trabajó en la revista Grifo del 2008 al 2012. El 2015 fue elegida como uno de los 100 jóvenes líderes de la revista Sábado por su labor editorial.  

Ediciones Liliputienses nos vuelve a sorprender con el original diseño de formato de su colección Proscrita en este libro de prosa poética. En el lugar de la mano el ímpetu de un río, de Julieta Marchant es otro ejemplo de poesía viva, rompedora y valiente a la que ya nos tiene acostumbrado el editor José María Cumbreño que sigue intentando la cuadratura del círculo desde los talleres microscópicos de su editorial en el cacereño Valle de Valdeflores, amenazado, como toda la ciudad y su entorno natural, por una tóxica mina de litio a cielo abierto.

En este libro, la poeta chilena lleva el idioma hasta niveles que requieren que el lector, la lectora, se detenga a disfrutar y saborear el texto. Es un libro que no solo se tiene que leer, hay que releer y acariciar con la mirada mientras asistes al nacimiento de algo que está por venir. Tenemos el lujo, con la lectura de este libro, de ser testigos de un lenguaje nuevo que dará mucho que hablar en el futuro.

Por frío y humedad se descompone. El pasto bajo los pies, aproximarse al borde de piedra. Las piernas rectas, el tronco levemente inclinado, los brazos arriba, las manos se tocan. La espalda proyecta la extensión de una altura, los omóplatos se separan. Aguantar la respiración, el fuego en el abdomen desciende. Lanzarse y, en el espacio entre la orilla y el agua, perder el aliento. Nadar en un tiempo al que la letra no accede. Golpea un rostro el lenguaje y ya no es posible restaurar. Las palabras no restituyen. Elevación y retirada. Imagino que tomo tu mano, abro los ojos, en mis palmas un grupo de pequeños peces buscan calor en el frío. Mi mano impávida deja que el agua la queme. En el lugar de la mano, o donde debiera haber una mano, el ímpetu de un río. Se desgasta el ritmo en los pulmones. Consume la imagen de alguien en el aire.

Antes de finalizar, aquí podéis ver a la poeta leer un fragmento de su libro. ¡Ah! No os olvidéis de visitar la web de Liliputienses y comprar su libro, aquí.