Como todos los 8 de marzo, en Poémame nos hacemos eco del Día Internacional de la Mujer a través de la poesía.

En esta ocasión, lanzamos un reto poético consistente en dar una réplica en forma de poema a otro poema que, obviamente, tratase sobre la mujer y hubiera sido escrito por una mujer.

Como ejemplo, propusimos el poema «Y Dios me hizo mujer», de Gioconda Belli, pero las y los participantes también nos descubrieron poemas de otras poetas, como Rupi Kaur o Laura Casielles. ¡Incluso algunas poetas se dieron la réplica entre sí!

Elegir 8 poemas de entre todos los enviados al reto no ha sido fácil, pero aquí os compartimos algunos de los más votados.

¡Muchas gracias por participar y, parafraseando a Gioconda Belli, levantaos orgullosas, compañeras!


Y Dios nos hizo iguales, de AM

(En respuesta al poema «Y Dios me hizo mujer», de Gioconda Belli)

Y Dios me hizo mujer
fruto del beso de una amapola
con la caricia del viento
que deshojó sus pétalos
esta vez,
con fragancia femenina.

Y me dotaron,
de robustos remos
para navegar
entre las brisas de la libertad
con mi propio timón
asumiendo mis mares,
tanto por las cálidas aguas del sur
como por las insondables
galernas marinas.

Y me esculpieron
para amar a la vida
con todos sus brazos
y todos sus dedos
con la mano siempre abierta
enarbolando
la bandera de la igualdad.

Que nunca se olvide,
que Dios me hizo mujer
y que Dios te hizo hombre
pintando con el mismo color
los cimientos humanos.

Una mujer habita mi piel, de Zenaida (Varimar)

(En respuesta al poema «Y Dios me hizo mujer», de Gioconda Belli)

Esculpida con cincel
avezada llega al sol.
En tierra estéril planta orquídeas
de bondad y de bemol.

En jardines plagados de espinas
donde las rosas gimen dolor,
cultiva otras de fragancia nueva
y las riega con amor.

En noches de frío invierno,
llena de dulzura y fervor
su tarareo musitado
ocupa espacios con calor.

Su canto un sirimiri
riega con vehemencia la vida.
En sembradíos inhóspitos
nacen espigas y las cuida.

Mujer que avanza decidida
en busca de su condumio.
Dama amable y virtuosa
rocía campos con orgullo.

Los brazos morenos de él
son apoyo en mi quebranto,
pañuelo enjuaga mi llanto.
Con fortaleza y decisión,
levantada me agiganto.

Una mujer habita mi piel.
Con la frente en alto convencida,
orgullosa por la vida
de mi existencia comedida.

En honor a la mujer, por Ana Barroso

(En respuesta al poema «Y Dios me hizo mujer», de Gioconda Belli)

Surgí en la vida siendo mujer,
y entre vientos y mareas,
me fui descubriendo
Conocí mi lado más tierno,
La entrega, el desvelo
La generosidad y el sosiego
Admire mis prodigios,
vi que mis entrañas
eran un campo de siembra,
para otras vidas
con sangre de mis venas
Mi cuerpo estaba cincelado,
formando curvas
y surcos de vértigos,
llanuras con fisuras
Y un corazón bordado con sueños
Surgí con una mente despierta
Soy sensibilidad y lamento
Soy mi propia guia
Soy el valor con dolor tejido
Soy el llanto silente
Soy Lucha sin descanso
Soy amor sin condiciones,
ni precedentes.

Y haciéndome Dios mujer, de Sinmi

(En respuesta al poema «Y Dios me hizo mujer», de Gioconda Belli)

Y haciéndome Dios mujer
Como la guerra y como la paz,
todo bajo un mismo faz.

Como la tierra y como la mar
reflejo de mi profundidad.

Como la luz y la oscuridad
una mujer con dualidad.

Como la vida y como la muerte
en mí todo está presente.

Como la naturaleza
con misterios y secretos,
un ser muy discreto.

Y en mi piel hay campos de trigo
que no ofrecen pan ni abrigo.

Mis labios color de rosas
tienen espinas dolorosas.

Mis ojos color miel
pueden ser como la hiel.

Y mis cadenas montañosas
pueden tornarse peligrosas.

Soy mujer en frasco pequeño
que a nadie le quita el sueño.

Y haciéndome Dios mujer,
¿Cuál será su querer?

Me confieso mujer, de María Prieto

(En respuesta al poema «Y Dios me hizo mujer», de Gioconda Belli)

Me confieso mujer.

Y no me hizo Dios…
Pertenezco a la Tierra que habito.
Tan solo soy una partícula,
un elemento más del inmenso universo.

Mujer hecha de carne
y de silencios.
De lluvias y de soles,
de partes y de un todo.

Mujer con cicatrices en los ojos,
surcos labrados
en la superficie inestable
de los años.

Soy de viento enardecido
o de brisas apacibles.
Cálida y fría.
Fuego, agua, tierra.
Mujer contradictoria e imperfecta.

A veces muy presente, otras veces
escondida entre la niebla.
Como el aire, que fugaz desaparece
y no se encuentra…
pero siempre está ahí.

Un halo de inseguridades me rodea
y me hago la fuerte.
Me rompo…
recojo mis restos y me recompongo.

Y no me arredro,
ni me envuelvo en el manto negro
de la pena doliente.

Me declaro mujer, madre, amiga,
compañera…
Mis manos aúnan manos
con la sangre de mi sangre.

Río, siento, vivo, amo, sufro,
pienso, sueño, canto, vuelo,
me enfurezco… y por momentos,
me invade la nostalgia y me llora la tristeza.

Me confieso…
mujer de alma agnóstica y pagana,
subo al cielo y me paseo por el infierno.

Escribo de mis días… y en mis versos
procuro desprenderme
de las pieles sobrantes,
despojarme
de la falsa humildad y la soberbia.

Mis piernas firmes recorren sin respiro
los caminos abruptos y escarpados
recolectando la belleza increíble
de las cosas pequeñas.

Soy ave buscando su refugio
en los atardeceres,
pájaro libre de innecesarias ataduras
que reivindica,
que pide la palabra…

La libertad de una cometa…
con la cuerda ya suelta.

No quiero dormitar
entre barrotes de algodón.
Ni sábanas de seda.

Tan solo…
la ternura de un momento.
Tan solo necesito… quererme
y que me quieran.

Y en cuestiones de amor,
sumamos uno y uno, y somos dos.
Hombro con hombro. De igual a igual,
mi compañero y yo.

Me declaro mujer…

Y todas las mañanas me levanto
orgullosa de serlo.

Benditas, de Delia Climent

(En respuesta al poema «La naturaleza que me habita», de Hortensia Márquez)

Y yo tampoco creo en Dios.
Bendigo a la naturaleza
que nos transmitió fuerza
para cambiar la historia
para alcanzar derechos.

Benditas las mujeres
que lucharon.
Por ser visibles.
Por ser iguales.
Por ser libres.

Benditas sus palabras.
Sus ideas.
Sus escritos.
Sus poemas.
Y teoremas.

Y bendita es la
magia del vientre
de la madre
que nos engendra.

Mujeres valientes, de Isa García

(En respuesta a un poema de Rupi Kaur)

Viniste a esta vida
para aprender, pero
también, a enseñar…
profesora quisiste ser…

Viniste a esta
vida, para aprender,
pero también a
curar…
Enfermera quisiste ser…

Viniste a esta vida,
para aprender, pero
también a dar sentido
a esas palabras, que
desde dentro de ti,
nacían, y solas salían…
Escritora quisiste ser…

Y muchas profesiones más…

Y ahora mira atrás,
puedes ver, que aún quedan
hilos que atar, aunque hay
cosas que a lo largo de
esta vida, han evolucionado,
por la lucha de todas esas
mujeres, que nunca han callado,
que han gritado, que no
han parado ni un segundo,
en salir a las calles y luchar
por nuestros DERECHOS…

Y aún, queda mucho por hacer…

Aunque no sea fácil,
por ser MUJER, y
te señalen y te juzguen..

Sigue luchando
para seguir haciéndote
un hueco en esta vida.

Aunque en esta
vida, hemos
venido a VIVIR, BAILAR,
BRILLAR…
Y no a hacer una
guerra, de esas que
acaban en tragedia.

Hemos venido, a ser
nosotras mismas, sin
que nos juzguen, cada
minuto, segundo, momento,
por ser MUJER…

Hay que seguir
por eso que tanto
llevan tantas
mujeres de generaciones
luchando, y nos han
dejado ese legado, de
seguir, sin parar, esta
lucha, de salir a la calle,
y gritar por nuestros
derechos.
Por una ¡ IGUALDAD!
JUSTA…

Mientras tanto, ¡VIVE!,
sé tú misma,
no lo estás haciendo
mal, así qué, de vez
en cuando, regálate
flores, porque tú,
¡VALIENTE!, ¡LUCHADORA!
Lo vales…

Ellas lloran, de Carmen Cantos

(En respuesta al poema «Homenaje a las hermanas» de Laura Casielles)

Hay mujeres que admiro y no conozco
que a veces lloran…

lloran
para ser más libres,

lloran
porque están despiertas,

lloran porque
en sus adentros
pesan demasiadas guerras…

lloran porque
en sus miradas
arden un sinfín
de entregas
y en sus vidas
opacadas
corren sueños
por sus venas…

lloran
porque son sinceras…

lloran
porque son eternas…

lloran porque son
más fuertes
que el peso
de sus cadenas…

lloran porque
dan la vida

lloran porque
nada niegan…

son mujeres
que yo admiro,
que me inspiran,
que me enseñan…

y en los cielos
más oscuros
brillan más
que mil estrellas….

Hay mujeres que yo admiro
que a veces lloran sus penas.