Tras esa portada colorida y viva nos encontramos una serie de poemas, textos en rima, algún relato e incluso ilustraciones realizadas por la propia autora, en los que se nos desgranan diversas emociones, sensaciones y sentimientos.
Desde un punto de vista interior y subjetivo, Irene deja pequeños textos en los que se cuentan vivencias y sentimientos de una manera clara y cercana. Algo curioso es que el libro no tiene índice, los escritos, salvo alguna pequeña excepción, no llevan título, y no hay un orden marcado o establecido de lectura. Eso nos lleva a que el lector pueda encontrar una emoción, una sensación, y que pueda leer los textos de manera independiente.
Tanto la ilustración de la portada como el título Trifulca, ya nos lleva a pensar en una mezcla de cosas en cierto desorden; vendría a ser un reflejo de libro: ideas expuestas de manera consecutiva, pero independientes entre ellas, dejando pequeñas perlas de sentimiento en cada página.
Así, nos encontramos con poemas de amor y ausencia
Entre pared y pared dejé mi sonrisa
para que, al pasar, mirarla consigas.
Déjate ver con el alma rota,
trozos enlazados, besos en tu boca.
Poemas que nos hablan de pasión:
lo que hemos vivido, nadie lo va a tener,
como ese doble golpe que das a mi corazón
cuando aprietas mi piel con tanto furor.
Nostalgia, soledad y tristeza
Aun dejándolo marchar, mi corazón sangra cada vez más.
Respiro, recuerdo, intento contener mi más triste aliento.
Huellas secas en mi piel,
labios hartos de esperar
lágrimas dibujadas con pincel,
es un recuerdo, nada más.
En el fondo, es un poemario vital, en el que se reivindica el amor, el buen hacer, la luz… las cosas positivas, a pesar de exponer en muchos de sus textos, emociones cercanas al dolor, la soledad, el vacío, el olvido o la pena, siempre siempre ofrecen ese contrapunto que reclama más dedicación y más sentimiento en todas las cosas que se hacen y viven:
Demos más abrazos sinceros, más besos mojados,
cuidemos de los nuestros, y amemos lo que hacemos.
Sintamos ese primer café de la mañana, esa brisa lejana
miremos a la luna, como si de una extraña se tratara
rompamos barreras impuestas al amor
sellándolas con nuestro más puro valor.
Como opinión personal, decir que me ha parecido un libro luminoso y esperanzador. Expone instantes o emociones tristes, ciertamente, pero en líneas generales, me parece que siempre hay un pequeño rescoldo de luz que aporta esa esperanza tan necesaria. Es un libro que, además, se puede abrir por cualquier página y encontrar un escrito con el que, seguramente, el lector se sentirá identificado, porque si algo prima en este libro de Irene es, sin duda, que los escritos tocan prácticamente todas las emociones humanas.
Trifulca en la azotea es un libro diverso, cercano y escrito con una sencillez que hace que su lectura sea tranquila agradable y plácida.
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