Tras el parón estival, iniciamos una nueva temporada de la mejor manera posible, reseñando otras de las joyas que publica Libros del Innombrable, editorial nacida el año 1998 con el propósito de editar a autores «raros», libros descatalogados y traducciones inéditas en castellano. Editorial que tiene un catálogo abierto al ensayo, la poesía, la narrativa, el teatro y otras vertientes de la escritura. De igual modo albergan diferentes parcelas de la creación con temas vinculados con todas las disciplinas artísticas (la pintura, la música, la arquitectura, simbología…) . Aquí podéis saber más de Los libros del Innombrable.
Hoy os presentamos el poemario Vulváfora de Esther Lapeña, una madrileña (1982), hija de un maño y una arriacense de origen humilde, que ha trabajado desde los dieciséis años aprendiendo distintas profesiones (ensobradora, profesora, redactora, traductora, administrativa, diseñadora…), aunque su verdadera vocación siempre ha sido humanista. Lapeña es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid, allí cofundó en el año 2006 (junto a Nuria Rovira, Javier Gil y Lara Osorio) un precioso fanzine de marcado carácter postista, llamado 13 Trenes. Los integrantes de la revista formaron ese mismo año el Grupo 13 Trenes y se asociaron a la Red de Arte Joven de la Comunidad de Madrid, organizando actividades culturales en distintos centros y bibliotecas. Tanto el grupo como la revista convivieron hasta el año 2014.
En el año 2016 comienza a colaborar con Ediciones Paralelo como lectora de contenidos y se lanza a dirigir su propio proyecto, Odisea Cultural, (consistente en una página web y una revista de carácter digital con contenidos culturales) en el cual trabaja actualmente.
Sus artículos y poemas han sido publicados en distintas revistas y antologías como El perro blanco (Monográfico a Fernando Arrabal, Libros del Innombrable, 2011); Francesca Woodman Poetic Proyect (Neurótica Books, 2012); Voces del Extremo. Poesía y Desobediencia (Amagord, 2014); Miles de Tierras (Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, 2014), etc. Su última publicación ha sido en la antología Poéticas del caos (Libros del Innombrable, 2019).
Lapeña es una poeta que nos muestra un ejemplo de poesía postista. El postismo, según la Wikipedia, «es un movimiento marginal —que no grupo—, cuyo nombre es la contracción de postsurrealismo (como puede leerse en el Segundo manifiesto, aparecido en La Estafeta Literaria, número especial de 1946 y firmado por Eduardo Chicharro Briones, Carlos Edmundo de Ory y Silvano Sernesi), pero que en un principio quiso significar «el ismo que viene tras todos los ismos». Con esta denominación querían significar que este movimiento venía a ser la síntesis de todas las vanguardias literarias precedentes». Podéis leer más aquí.
Según Jaime D. Parra, uno de los prologuistas del poemario, Vulváfora, simbolizada por la v, se compuso en 5 años (en latín v), y se armaba con abundancia de citas críticas, de comentarios internos y también con algún dibujo. Algo que espejeaba con los textos creativos: como dos pantallas frente a frente una de la otra. Pero la v de Vulváfora era también una imagen de la escritura, donde un plumín hábilmente diseñado dejaba caer su gota de tinta creativa, al fondo. El alma del mundo. Esther Lapeña no hace otra cosa que eso al llevar al extremo su poesía postista-musical-experimental: al mandato de Chicharro, el mago creador del postismo. Sus árboles letrísticos, su color verdad no es más que eso. Vulváfora: No hay un libro de mujer poeta filopostista igual en esta línea. Erótico visual. Radical postismo.
La vulva habla
y sus palabras son simillas
que dan la fruta del amor
La vulva canta
cuando le da la risa
grita si siente dolor
La vulva escribe
(cuando se siente sola)
versos mientras bebe licor.
Estamos ante un poemario que recoge, en palabras del segundo prologuista, Gustavo Vega, lo más significativo del postismo, de la poesía experimental, que le sucedió, y de la poesía de mujeres, que ya dominaban en 13 Trenes (un grupo poéticoartísticoestrafalario), pero incidiendo en un aspecto esencial: el erotismo.
Es un libro dividido en tres partes: la primera, de poemas en línea a partir de la etimología y simbolismo de la palabra ‘vulva’; la segunda, de poesía concreta con poemas numerados con números romanos; y la tercera parte utiliza el color verde para, a partir de la V, mostrarnos ejemplos de poesía visual.
Soy el Verbo convertido en Vulva
la Vulva que habita en el Verso
el Verso bendecido por la lluvia
La lluvia sobre el árbol cayendo
La imagen de la cubierta es de César López.
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