Como suele pasar con los poemarios de Abel Santos, nos hallamos frente a una alta dosis de realidad, de humanidad y de vida. La primera bofetada de sinceridad arranca en el primer poema, donde nos habla claramente de un divorcio, de manera directa, como suele ser su estilo, sin dramas ni florituras, una verdad desnuda que se abre ante nuestros ojos para advertir que el poemario que tenemos entre manos se muestra como el contrario de su poemario anterior, El camino de Angi.

La vida tiene giros que a veces nos pueden llegar a sorprender, y Abel ha sabido sacar partido de esta nueva sorpresa que la vida le tenía preparada sin saberlo. Una manera de canalizar y superar las trabas que se ponen en nuestro camino. Un poemario que es a su ver herida y cura, hasta quedar en cicatriz.

El divorcio queda eclipsado por su hijo, por esa nueva luz que llena ahora su vida. Y nos lo presenta rápidamente, en su tercer poema, Un salto de fe. El autor ve la belleza de la vida en esos primeros gestos, en esas primeras expresiones que le colman a uno el corazón y disipan todas las penas.

Es un poemario, como suele pasar con los libros de Abel, escrito abriéndose en canal. Recuerdos e ilusiones se enfrentan, como dando una de cal y una de arena, frente a los ojos y el alma del autor

La lluvia,

que nunca falla,

que de nuevo

cae.

Así es

tu recuerdo.

-Fragmento del poema Tu nombre es canción.

Abel Santos

La lluvia nunca falla, porque siempre, en algún momento, acabamos diciendo adiós, y siempre duele.

En ciertos poemas, probablemente el dolor, la sorpresa, hace que Abel cuestione directamente a la vida. La vida, muchas veces, aparece como ese personaje que todo lo mueve a su libre antojo, sin tener en cuenta quién o quiénes la están viviendo:

que me pague al contado las ilusiones

que se perdieron en el camino,

toda esa bendita poesía amorosa

que me ofreció, y que me debe.

Pedírselo

a la vida. Sí…

A la vida…

Menuda mafia.

-Fragmento del poema Se acostumbra uno a caminar

El desencanto, el sentirse vapuleado, quizás incluso utilizado, hace que la vida aparezca como ruin y malévola, como decíamos anteriormente, ese boss que mueve los hilos impunemente. Que causa dolor y desamparo y desilusión.

Un libro escrito desde el dolor y el estupor que un hecho así en su vida le supuso; la pérdida inesperada de un ser tan querido, el enfrentarse a la soledad fría y blanca de un cuarto nuevo y distinto, el darse cuenta que el llanto no aligera, pero no cura ni trae de vuelta. Asumir y aceptar, aunque duela, mientras el lector es absoluto testigo mucho de lo que el poeta está sintiendo y viviendo en esta etapa de su vida.

En esta desnudez sentimental, Abel muestra claramente sus heridas a la vez que intenta aceptarlas y comprenderlas, enfrentándose a un recuerdo tenue que poco a poco va perdiendo terreno, mientras el frío acecha.

Retazos de vida ordinaria se agolpan en el poemario como recuerdos, como imágenes soñadas o imaginadas, como una manera de retener la vida que tendría que haber sido y que finalmente no ha sido. La necesidad de comprender pasa por la necesidad de revivir.

La realidad se muestra abierta y sin adornos en sus poemas como si nos estuviera contando todo lo que arde en su interior a través de su mirada más sincera y clara

Ya no me muero

por hacer tonterías.

Casado.

Y recién divorciado.

Y padre de un hijo.

Compartiendo ilusiones,

pero sobrio

desde hace una década.

Loco perdido

por mi exmujer y sus ojos

de aguamarina.

Peleando, a diario,

para que no falten

los garbanzos

en la mesa.

Vamos,

el auténtico

lado salvaje de la vida.

-Las horas más duras.

¿Puede haber poesía más cierta y humana que esta? Ahí donde el autor muestra sus miedos, sus debilidades, su lucha y su dolor. Algo tan característico en la poesía de Abel, se muestra en su esplendor en este poema, donde resume casi sus dos últimos libros, los últimos años que ha vivido. Y eso, al lector, le llega. Porque está casi escrito como si nos lo contara, porque se muestra claro y transparente y, por encima de todo, humano. La valentía de explicar su interior más íntimo es el sello de este poemario.

Pero en toda esa amalgama de dolor y lágrimas está la luz de una sonrisa, la sonrisa de su hijo, que le habla, que le da fuerzas y que lo lleva de la mano hasta un futuro prometedor. El tener a alguien a quien amar por encima de todas las cosas hace ver que el amor no ha muerto, sólo ha cambiado de traje, ha cambiado de destino, y la fuerza sigue viva en algún rincón de esa alma herida. Esa fuerza que llena todos los poemas de Algo te queda, por encima de un dolor insufrible y de una tristeza que abruma.

Hasta que llega la resignación, el saber que las cosas son como son, y aceptarlas, a pesar de todo y por encima de todo, aceptarlas.

Porque ya te prometiste

que no necesitar

ser feliz en la vida

es tu forma

de felicidad.

-Fragmento del poema Jazz en el agridulce blues de la vida.

Así, después del dolor y el estupor, viene esa aceptación, y el alzar la cabeza con lo que se es y  lo que se tiene, porque es todo lo que hay en nuestro haber que, de algún modo, vale todavía la pena.

Y en dirección a la poesía,

vuelvo

a caminar.

-Fragmento del poema Estoy de paso en Vozkal.

Los momentos cotidianos cobran magnitud en los poemas de Abel, porque no es sólo el instante que se está viviendo, es la comunión del instante con las emociones y los sentimientos del autor, de manera que no es sólo un momento, es lo que este momento provoca en él; así, de un viaje en tren sale un mar que se ríe, o de una vídeollamada en una Nochebuena, a veces tan fría, sale la sonrisa de un niño que hace que vuelva a ser Navidad.

Y los recuerdos se agolpan a la vez que se difuminan casi a la fuerza, porque ahora el círculo se ha roto y el regreso no es a un hogar, a unos brazos, sino a una soledad fría donde uno casi se ve fantasma de esos días. Una vez más, la sinceridad y la humanidad del autor se muestran desnudas y claras, dejando ver que sufrimos, que lloramos, pero que también tenemos el poder de salir de esos agujeros tan profundos que parece que se nos tragan sin ningún tipo de piedad.

si estos últimos versos te dejan

con la miel en la boca,

si el poema ya no es un lugar seguro,

si ya

no quiero

hacer

juntos

algo

bonito.

-Fragmento del poema Boca Chiusa.

La presencia del tren, como a veces suele ocurrir en los poemas de Abel, cobra un significado especial; viajes en tren como etapas de la vida. Cada etapa un nuevo tren que a veces ni siquiera sabemos dónde parará.

Y entre trenes y viajes nuevos e inesperados, transcurre esta nueva etapa de la vida de Abel Santos, que nos muestra, como siempre suele hacer, en lo que mejor se le da: en los poemas. Una vez más, Abel nos presenta un poemario magistralmente escrito, desnudo, directo y claro. La parte más humana de la poesía; en la poesía no todo es luz y estrellas; si la poesía relata las emociones y la vida, la poesía también es soledad y frío, y podredumbre y falta de todo.

Estoy completamente seguro

de que los dos

algo tenemos que ver:

yo

escribo

-te escribo-

para

salir

de la nada

sin

llegar

al

vacío.

Un muy buen poemario que abre al autor en canal, mostrando la cara oculta de amor, la desencajada, la inesperada.

Algo te queda es el último libro publicado de un autor tan prolífico como es Abel Santos, y fue finalista del XXIV Premio de Poesía Ciudad de Salamanca.