Lucky Strike es un poemario distinto; escrito con la intención de entretener, pero también para mostrar un punto de vista hacia diferentes ámbitos de la vida humana, ya sea el amor, la sociedad e incluso, y viendo el título ya nos lo indica, poemas relacionados con el tabaco. De hecho, viene a ser un cigarrillo: mientras uno disfruta del placer del cigarrillo, a menudo se detiene y observa la vida, y piensa, y analiza. Estos poemas bien podrían ser las cosas que pasan por la mente en lo que uno se detiene en una esquina y se enciende un cigarrillo.

Treinta y ocho poemas configuran este libro, que aparece estructurado en cuatro partes, teniendo diez poemas cada una salvo la última, que son ocho. Cada portada de cada una de las partes va acompañada de unas fotografías realizadas por Gabriel Herrera al que el autor dedica unos de los poemas de libro.

Son poemas escritos con un lenguaje cerca no y coloquial, como si el autor nos estuviera hablando directamente, en una conversación informal, con una copa y, como no, con unos cigarrillos.

Primera Parte. Media de Lucky.

Diez cigarrillos, media cajetilla, diez poemas. Diez poemas de variedad temática, pero con un hilo conductor casi imperceptible que es el cigarrillo; cada poema, cada cigarrillo, una reflexión, un análisis fruto de la observación, ya sea real o imaginaria, de distintas situaciones y ámbitos que, al final, son los que acaban configurando la vida diaria.

Abrimos con su Colombia natal, con cierta dosis de crítica hacia la vida social del país, ante la situación que se vive:

Salvo que Colombia es solo

una equis intachable en una fe de erratas

un trago de cianuro en la garganta

una patada en los intestinos y, sobre todo,

un país inclusivo que

por el hecho de nacer

ya nos trajo inválidos

a todos.

-Fragmento de Dicen

Hay cierto regusto en el poemario a desengaño, un darse cuenta que la especie humana está tan degenerada que se presume que no tiene salvación, cierto regusto a decepción, porque la vida no es vida, la vida es un camino arduo y lleno de obstáculos y, esta idea, junto a la desbordada imaginación del lector, da lugar curiosos poemas muy personales, con ideas claras que quizás alguien podría tachar de absurdas, pero que, en su análisis de fondo, dicen mucho más de lo que parece a simple vista. Es una crítica dura y sutil a la vez, del mundo y la sociedad en general.

Imágenes cotidianas como un paseo en autobús cobran una dimensión distinta al introducir un personaje con el nombre de un reconocido escritor, y dejando ver un alto nivel de “patetismo humano”, si es que se me permite esta expresión. Esto afianza un poquito la idea de la crítica, del mostrar lo más soez de la sociedad, personas perdedoras, tristeza, desorientación, fracaso.

También hay espacio para las noches, esas noches de añoranza e insomnio que desembocan en poemas y humo; el instante en que uno está consigo mismo, y escribe como hace el amor, dando rienda suelta al sentimiento, usando la poesía como punto de unión y, por qué no, tabla de salvación.

Se aproxima nuestra despedida,

yo dejo algo en el papel

el testimonio

de un pobre angelito extraviado

y te dejo que te lleves el poema,

un cenicero no es más que un cementerio de la fe:

bota el humo y continúa.

-Fragmento de Tabacomancia II

Segunda Parte. Otra Media.

La otra media cajetilla, diez poemas, diez cigarrillos, diez historias-reflexión.

Seguimos con estos poemas que describen instantes, que narran emociones y sensaciones, y aborda una vez más la variedad temática con el humano en el centro como denominador común.

El paso del tiempo nos saluda desde el primer poema, un paseo en autobús que se convierte en un viaje a la infancia, en una mezcla de recuerdos que van desde el amor, el primer amor, hasta una herida y el paso del tiempo, que dejará una (desagradable) huella en nosotros mismos.

Y es que el primer amor no se olvida ojos verdes, cabello rojo

las margaritas que adornaba sus senos los besos

sabor a Coca-Cola

las largas horas atrapadas en su cabello.

Ni las primeras cagadas

cuántas veces sin pagar el pasaje del bus

y de cuántos eventos de rock

no salí reventado de la nariz,

lo mismo ocurre en la primera

decepción amorosa.

-Fragmento El Primero.

Se siente más cercanía los sentimientos internos en esta segunda parte; si bien sigue apareciendo un entorno humano y urbano, con sus miserias y su suciedad, aparecen más marcadas las emociones internas y más privadas.

De nuevo se siente el velo de desengaño, junto con el aire de crítica que aparece de manera recurrente en los poemas. Como si los sentimientos, en esta vida, acabaran a un lado, fueran secundarios, a favor de cosas que nos hacen la vida más fácil, se supone, pero que olvidan lo esencial.

Tercera Parte. Ceniceros.

Persiste la línea general del poemario, humo, desolación y, casi, resignación.

De esa manera parece que todos estamos

bajo una misma estrella

o en la pipa a vapor que se lleva a la boca

el indigente que cambió los sueños por unos gramos

de cocaína diluida en la materia gris del cerebro,

quien cambió unos cuantos pesos por algo de fuego.

-Fragmento Fumé una pipa en mi juventud.

El paso del tiempo, la podredumbre humana, el desengaño y el ser consciente que esto es solo un tiempo de paso. Que probablemente no cambiaremos nada y hemos de lidiar con lo que tenemos alrededor porque al final, nos guste o no, eso es nuestro mundo y nuestra vida.

Entrevemos cierta belleza en estos poemas, una reflexión todavía más profunda. Quizás es la belleza trágica de la tristeza que se abre paso entre los versos, el humo y las calles sucias. Los sentimientos han de tener algo bueno y hemos de ser capaces de protegerlos de todo lo que les rodea. El amor es uno de ellos, existe, está, y es capaz de conmovernos más allá del entorno.

No existe una forma ni dos ni tres

de dar el primer beso.

El primer poema siempre se escribe a ciegas,

es como cuando uno se enamora

le crecen alas en las manos sin darse cuenta.

-Magia

Se abre camino con más relevancia la soledad. El mundo ya es de por sí un lugar solitario, pero aquí se nos abre, junto con cierta añoranza. Junto con la imagen de quedarse sin cigarrillos, el autor desgrana ligeramente esa sensación de sentirse desvalido en una soledad que, además, no tiene cigarrillos para acompañarla, no tiene ese humo, esa visión contemplativa.

Cuarta Parte. Cajetillas vacías y poemas de relleno.

Ochos poemas finales. El tabaquismo cobra el protagonismo en el primer poema, un poema que parece ser el más largo de todo el poemario, donde habla del tabaco y, por extensión de aquellas ‘cosas’ que son nocivas para la salud. Poniendo la idea del tabaco en paralelo con el hecho de escribir, ambos actos son solitarios y ambos, cada uno a su manera y salvando las distancias, llevan a la persona a la reflexión y al análisis. Dos actos escogidos con autonomía que, en este poemario, podrían llegar a darse la mano.

Es entonces el corazón un cenicero

que se llena poco a poco

y cada día que pasa

una colilla se estrella en el fondo del vidrio.

Ahí asfixiados mueren, latido a latido,

las esperanzas de vida y el poema.

-Fragmento de Todo fumador es poeta.

La idea genérica de que el mundo y la humanidad se está convirtiendo en ceniza sigue presente. Historias e ideas que van atadas a la negrura humana, a la negrura social.

Es un libro realmente interesante; pero creo que hay que ir más allá de lo simplemente escrito. Creo que hay que ir detrás de las líneas y sacar ese mensaje que el poemario en cierto modo esconde. Ese desengaño por la vida y por el mundo en general sería, desde mi punto de vista, la tónica y el hilo conductor de estos poemas.

Son treinta y ocho poemas sin filtro, en su mayoría largos en los que el humo se convierte, en algunos casos, en protagonista y, en cierto modo, de hilo conductor. Imágenes vistas a través del humo, reflexión y observación del entorno, de la vida cotidiana, y más allá todavía, de los sentimientos internos y emociones.