Luisa Carvajal y Mendoza -Jaraicejo – Cáceres, 2 de enero de 1566​ o 1568 (según diferentes fuentes, no se sabe exactamente el año de su nacimiento) ​− Londres, 2 de enero de 1614, fue una poeta mística española.

De familia noble, su padre fue Francisco de Carvajal y su madre María de Mendoza, hermana de Francisco Hurtado de Mendoza, primer marqués de Almazán. Fue la única niña (tenía cinco hermanos varones). Con seis años de edad perdió primero su madre y casi inmediatamente después, su padre. La separaron de sus hermano y la enviaron a vivir a Madrid con su tía abuela materna, María Chacón, quien había sido aya de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela.

En 1576, muere su tía y es enviada a vivir a Soria con su tío materno, Francisco Hurtado de Mendoza, marqués de Almazán, junto su esposa y  primas. Allí recibió una educación doméstica e intelectual esmerada: lecciones de latín, lectura de los clásicos, conocimientos cristianos y la práctica de la caridad, una de las ocupaciones más importantes de las mujeres nobles.

Su tío, marqués de Almazán, fue nombrado en 1579 virrey de Navarra y se marchó a vivir a Pamplona. Al cumplir Luisa Carvajal los trece años, su tío la mandó llamar y ella se mudó a Pamplona  con su tío. Ella sola, sin su tía y primas. En un manuscrito acerca de su vida espiritual, que más adelante dirigió a su confesor,  Luisa Carvajal no llega a explicar  qué sucedió con su tío, pero deja entrever que éste la sometió a sádicas «penitencias».

En 1592 fallecieron sus tíos (el marqués y su esposa). Carvajal reclamó su herencia paterna y la donó a los jesuitas, con quienes había estrechado lazos.

En 1598 escribió: «Procuraré, cuanto me sea posible, buscar todas las ocasiones de martirio que no sean repugnantes a la ley de Dios». En esta época empezó a escribir acerca de sus experiencias místicas y desarrolló la mayor parte de su producción poética. Contrajo una enfermedad contra la cual tuvo que luchar el resto de su vida y por la que decidió abandonar sus experimentos de pobreza.

En 1601, se mudó a Valladolid, donde se había instalado la corte real. En 1602 realizó allí los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. En 1604 hizo escribir su testamento, dispuesta al martirio.

En mayo de 1605 y a la edad de treinta y nueve años, Luisa de Carvajal y Mendoza, a quien Serrano y Sanz llamara «la más ilustre poetisa religiosa de cuantas florecieron en España durante el siglo diecisiete,» parte hacia Inglaterra con el firme propósito de luchar contra la opresión de los católicos y de convertir a los herejes ingleses. Llegó en el peor momento: justo antes de la llamada Conspiración de la Pólvora (Gunpowder Plot), en que un grupo de católicos intentó volar por los aires el Parlamento inglés para derrocar el Gobierno del rey Jacobo I. En esta época Carvajal se dedicó a la peligrosa tarea de proteger a estos acusados. Desde Inglaterra escribiría un abundante epistolario.

En Londres, el superior de los jesuitas, Enrique Garnet, intentó disuadirla de sus deseos de martirio y el embajador español Alonso de Velasco la tuvo bajo su protección. Para llevar a cabo su clandestina labor misionera («al servicio de Dios y de la Sagrada Virgen») aprendió el idioma inglés. Visitaba a sacerdotes y laicos católicos presos en las cárceles inglesas, realizaba misiones evangelizadoras y fundó la Compañía de la Soberana Virgen María, Nuestra Señora, para mujeres.

En 1608 fue encarcelada por primera vez. Pudo salir indemne gracias al apoyo diplomático de la embajada española en Londres.

El 9 de diciembre de 1610, «la dama española Donna Luisa de Carvajal» preparó un banquete en la prisión de Newgate para veinte condenados católicos, entre los que se encontraba el monje benedictino católico John Roberts (c. 1576-1610). En el agasajo ella presidió la mesa y John Roberts fue el invitado de honor. Al día siguiente él fue colgado y descuartizado en Tyburn. Carvajal pudo recuperar un dedo, que se conserva en la abadía de Downside.

En 1613, el arzobispo de Canterbury George Abbot la encarceló por segunda vez junto a tres de sus compañeras, ya que algunos creían que estaba conspirando contra el rey Jacobo I. Esto provocó un verdadero conflicto diplomático. Una vez más, el embajador español ―esta vez Diego Sarmiento de Acuña, I conde de Gondomar― logró liberarla. A raíz de este nuevo encarcelamiento, la corte madrileña del rey Felipe III dictó una orden en la que exigía que Carvajal volviera inmediatamente a la península ibérica.

En pleno invierno, Luisa Carvajal salió enferma de la cárcel. Antes de poder cumplir con la orden de su rey, falleció en casa de Gondomar el 2 de enero de 1614, el mismo día en que cumplía los 48 de edad. Sus restos volverían a España en agosto de 1615, siendo enterrada en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid.

Su obra:

De sus poemas no existen ejemplares originales. Algunos de ellos se conocen por la publicación que terceras personas hicieron de ellos. En el Real Monasterio de la Encarnación se conservan 178 cartas, así como todos sus manuscritos, incluido su testamento.

La temática de toda su obra es religiosa. En poesía, ensayó todas las formas que se usaban en el barroco, o sea, las tradicionales letrillas, décimas, romances, liras, redondillas, villancicos, octavas reales y sonetos.

  • Cartas.
  • Poesías espirituales (o Poesías espirituales de la venerable doña Luisa de Carvajal y Mendoza).
  • Muestras de su ingenio y de su espíritu (publicado en 1885).

Un soneto

¿Cómo, di, bella Amari, tu cuidado

estimas en tan poco, que, olvidada,

de quien con tanto amor eres amada,

te empleas en el rústico ganado?

¿Hate la vana ocupación comprado?

¿Qué nigromántica arte embelesada

te trae, y de tu bien tan trascordada?

¡Ay, alevosa fe! ¡Ay, pecho helado!

Vuelve, Amari, repara que perdiendo

vas de amor el camino, digo, atajo.

Y ese que llevas, ancho y deleitoso,

suele mañosamente ir encubriendo

entre las florecillas, y debajo

de verde hierba, el paso peligroso.

Nota

 Fuera de los apuntes de Serrano y Sanz, existen muy pocos estudios de la vida de Luisa de Carvajal. El más completo es el del jesuita Camilo María Abad, quien también tuvo a su cargo el tomo 179 de la Biblioteca de Autores Españoles. Véase, además, el artículo de Milagros Ortega Costa y el mío sobre la poesía religiosa.

*Información sacada de la Wikipedia y del Instituto Cervantes.

Imagen de cabecera: De Juan de Courbes-Biblioteca Nacional de España – http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000031728&page=1, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=125905437