En el mes de agosto llegó a nuestra Comunidad un poeta salmantino de verso firme y palabra profunda; a veces sobria y clara, a veces densa, oscura, compacta…sobre todo en sus últimas obras.

Se trata de nuestro compañero José Manuel Pérez González, licenciado en Geografía e Historia y dedicado a la docencia, según nos cuenta. Un autor prolífico y madurado que, en poco más de medio año, nos dejó en su perfil de Poémame más de doscientos poemas y formando ya parte activa de la Comunidad, participando en nuestros retos e interaccionando con los demás. 

Leerlo…es viajar a su mundo poético, llevarnos a los páramos castellanos secos y recios donde nació, parajes que han dejado rastro en su quehacer poético. 

Se declara admirador de Machado, cuya influencia se aprecia en su poesía. Y en este poema asoma también y respira, la prosa magnífica de Ortega y Gasset y su “España Invertebrada”… 

“No es cierto que Castilla sea un océano,
a menos, que veamos maremotos en sus cerros
y andemos sobre arcilla en el Mar de los Sargazos,
más bien, es cuero,
cilicio en la espalda de la Armuña,
gatuña dolorosa entre lentejas y algarrobas.

“Es ancha y plana como el pecho de un varón”
y hace a España invertebrada,
tierra y cielo,
cobijo en apariencia,
adobe y piedra heredados con la mugre
y el hambre que la cal confunde y hermosea.”

Casi se siente la inmensidad y la desolación en estas hermosas y hondas descripciones, llenas de un lirismo recio y áspero de campos y pueblos casi abandonados de Castilla, que nos llega tan adentro…

“Llanos inmensos, calcinados,
desgarrados de calima y llanto;
acezan los lagartos, tallados
en silencio, luz y amianto.
Sedientos campos arados
y, entre encinas, toros bravos;
huele a estiércol de ganado:
campo charro, llano como la mano.”

                                          (De “Garabatos”)

Y nos introduce, así mismo, en el ambiente decadente y polvoriento de la monotonía del vivir y del paso del tiempo, que hace estragos y se desprende a veces de sus versos, de los recuerdos y de sus íntimas reflexiones…fruto de la experiencia, las lecturas y el bagaje cultural que ha acumulado a lo largo de los años.

 Y en ellos, busca respuestas a sus dudas existenciales…

“El tiempo pasa, demuele, turba, cansa,
deja cicatrices y vacíos en la casa,
dédalo de sueños pavorosos.
Aterido en la sábana,
no puedo concentrarme en Sófocles.
El ojo azul, como un breve e inesperado meteoro
empuja a escarbar en los recuerdos
con la añoranza adolescente de rellenar lagunas,
el ojo azul inquietándome de nuevo.”

                                     (De “Poemas Interiores”)

En el poema que sigue, nos lleva al último tramo de su trayectoria poética y de vida. Una mirada a sí mismo cargada de autenticidad y con una buena dosis de fina y sutil ironía… 

“Aproximación poética a la vida 3. Madurez”

“Retomo aquí tu biografía.
Durante tres años fue invierno para el árbol.
Lo medito. Me explico:
un millar de días amputaron ilusiones,
sin descanso, miopizando.
Así decías. Dioptrías.
Constatabas que tu esperma, inútil tantas veces,
se dispuso a aportar sus cromosomas,
perdiste espermatozoides, bastoncillos y neuronas.
Trompo sin apéndices,
conectado al engranaje, sin salida.
Por ósmosis, la ameba
fue inoculada contra el siglo. Semiótica.
La vida, percibida en premoniciones esporádicas,
Samuel Beckett dedicado a la enseñanza,
te atiborró de incongruencias
para mitigar absurdos.
La sociedad se cobró por servicios remisos.
Durante un millar de días fuiste transformándote
en un convencional padre de familia.”

                                (De “Ordalías del nuevo ciudadano”)

La mayoría de sus poemas los escribe en verso libre, pero también cultiva el clásico. Ya tiene publicados varios poemarios.

No ha sido fácil para mí hacer esta pequeña muestra de sus poemas, por la calidad que se desprende de sus escritos y la variedad de los temas que toca. Os invito a pasar por su perfil de Póemame para conocerlo un poco más y disfrutar de su obra. Ha sido todo un placer para mí, escribir esta reseña, su obra lo merece.

Y para terminar y a modo de despedida, este otro fragmento de uno de sus últimos poemas publicados, en el entorno inhóspito de la gran ciudad …

“Los perros del otoño me azuzan con ladridos
de incertidumbre y desesperación;
hostiles agigantan el cansancio,
mi aprensión,
a medida que medito los presagios
por la ruidosa avenida de la Castellana:

Es septiembre, llegó la hora de emigrar
al sur, como los pájaros.
Asisto a asambleas, trato de evitarlo,
sorteo autobuses que me esquivan de milagro,
pero el destino acecha y nunca yerra.”

                                  (De “Poemas interiores”)