(Una reseña del poemario “Espera Instrumental”)
El XXI Premio de Poesía ‘Dionisia García’ que concedió la Universidad de Murcia en 2024 recayó en “Espera instrumental” de Myriam Soteras (Barcelona, 1975). A raíz de dicho galardón, fue publicado por Editum (Ediciones de la Universidad de Murcia) en una edición que, la verdad sea dicha, no está a la altura de los poemas que contiene. De no haber obtenido este premio, quizás estos poemas podrían haber caído en alguna editorial que cuide la manufactura y la distribución de sus libros y, en estos momentos, “Espera Instrumental” estaría en boca de todos los críticos. ¿Quién sabe? Así funciona el mundillo literario. Quizás, para que esto ocurra, Myriam Soteras y su obra solo necesitan esperar.
Precisamente la espera es el tema que vertebra el libro. Cada poema que lo compone utiliza la espera como metáfora de otra cosa. La espera concebida como ese espacio de tiempo que no sabemos si se expande o se contrae, en el que cabe toda una vida, el reemplazo de un diente de leche, tu turno en la fila, un parpadeo e incluso una decisión.
«Un parpadeo extiende el tiempo.
De pronto, tienes edad para la noche.[…]
Un parpadeo reduce el tiempo.
De pronto tienes edad para la paradoja.»
La espera no solo conforma el panorama reflexivo de los poemas, sino que también lo estructura. Myriam elige la “espera instrumental”, un término técnico de aviación, para dividir el libro en las tres partes del movimiento elíptico que trazan los aviones mientras esperan recibir autorización para aterrizar. Inbound, Viraje y Outbound son las tras maniobras de esta elipse aérea y los títulos de los tres apartados en los que se divide el libro.
Tanto la maniobra de entrada a la “Espera Instrumental”, Inbound, como la de salida, Outbund, comparten la misma estructura interna. En las páginas impares encontramos un poema en prosa fragmentado que recorre todo el viaje (quizás hay quien pueda pensar que se trata de pequeños poemas en prosa, pero las aliteraciones y la cadencia de sentido a lo largo de la lectura – si se leen de seguido estos fragmentos – me dan la impresión de que se trata de un solo poema).
«Recoges la mesita plegable y escribes, torcida, en un margen: los aviones aterrizan como los poemas; solo regresando encuentran el rumbo.»
Los versos de estas páginas impares afloran dentro de un vuelo doméstico en el que cada situación nos lleva al poema que se encuentra en la página par, donde se repite la misma estructura: Un epígrafe seguido de un poema que es parte de un diccionario de esperas. Con tan solo un poco de paciencia podríamos ir catalogando todas las esperas hasta llegar a los cuarentaicinco poemas que componen las Inbound y Outbound.
Esperanza: Una niña esperando a que alguna vez el padre la recoja al terminar el colegio
Pasión: Dos amantes que esperan la llegada de la noche.
Verdad: “No te esperaba”
Incomodidad: Dos amantes que esperan la llegada de día.
Vida: La espera del nacimiento.
Vida: La espera de la muerte.
“Esta espera es un vaticinio”
Viaje: La llegada del tren.
Viaje: La salida del tren.
No todo cuadra, «seguimos esperando unas matemáticas nuevas.»
Estamos ante todo un tratado poético sobre la espera. Myriam tiene el cuidado de un piloto, maneja bien las coordenadas, las mediciones, no hay impaciencia, no hay prisa, la poesía no sabe de tiempos cortos. Nos lleva hacia una espera asumida, contenida, inevitable, de tiempo perdido, como casi todas las esperas. No esperamos de la misma manera lo imposible que lo que ya ha ocurrido. La desidia como estrategia de supervivencia o de escritura.
«Como en un recuento, elaboro la estadística: cuánto se ha perdido, qué queda. Afronto la caída. En el eje horizontal, quietud. En el eje vertical, catástrofe. Solo yo mantengo el pulso suspendido. Algún tipo de fe. Una espera.»
Esperad. Dadme un momento. Me falta apuntar que la parte central del libro se titula Viraje. Está compuesta por un solo poema largo dedicado a la pausa, a la calma. A ese estado de transición entre un tiempo y otro. Una pausa que nos traslada de una parte de la espera a la otra, de la parte en la que esperamos el comienzo a la que intuimos el final. Desde la primera cita del libro, perteneciente a “Cascara de nuez” de Ian MacEwan, a la última, de la misma novela. Todo es circular. O elíptico. Y es que no es de extrañar que nos encontremos con constantes ritornelos y enlaces entre los poemas, una especie de hipertexto que conecta todas las partes del libro y que, a su vez, gracias a las citas, se conecta con la tradición literaria. Pensar los epígrafes como puertas de embarque que conectan vuelos. ¿Alguien conoce la magnitud en la que quedan registrados los tropos en las cajas negras de los aviones?
«Los hombres locos no saben esperar.
Los hombres cuerdos escriben en la pausa dolorosa.
Los hombres locos también escriben, pero siempre.»
Hay poetas que dedican toda su obra a explorar una misma poética, a desarrollar una voz propia e inconfundible. Hay otros poetas que se dedican a probarse en deferentes voces. Ambas opciones son igual de correctas, legítimas. Si se hace bien. Supongo que este es un camino que, en la mayoría de los casos se toma, consciente o inconscientemente, en la publicación del segundo trabajo. “Espera Instrumental” es el segundo poemario de Myriam Soteras después de que en 2022 publicará “Papel de Lija” con Ediciones Tremendes.
Parece que el camino que ha decidido emprender es el de explorar diferentes opciones. La Myriam que espera sin desidia en los poemas, se prueba la prosa poética, y le sienta bien. Se enfunda el fragmentarismo, y le sienta bien, la bibliomancia, y le sienta bien. Se prueba la hibridación de géneros y le sienta bien. Debajo de esas nuevas vestimentas, aún se adivinan las silvas sonoras y robustas que ya aparecían en su anterior colección de poemas. Myrian da forma a su nueva voz como el cuerpo da forma a la ropa. No es difícil darse cuenta de que este va a ser el camino poético que Myriam Soteras va a recorrer en sus próximos trabajos. A buen seguro la veremos engalanada con nuevas técnicas, nuevas voces, nuevos estilos, nuevas inquietudes, nuevas metáforas, nuevas palabras.
Merecerá la pena la espera.
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