En nuestra sección de entrevistas, hoy tenemos el placer de hablar con Ana Nayra Gorrin, una poeta canaria, nacida el 28 de marzo de 1979 en Santa Cruz de Tenerife, que nos ha contestado a nuestro cuestionario habitual. Disfrútenlo.
1 – ¿Podría usted contarnos un poco de su vida y actividad literaria?
Me llamo Ana Naira Gorrín Navarro —también Nayra—. Soy natural del municipio de Santiago del Teide, una tierra que llevo profundamente arraigada. Desde muy pequeña sentí fascinación por la lectura y la escritura. Comencé leyendo con avidez los libros de la colección El Barco de Vapor, y desde entonces no he dejado de leer ni un solo día. Mi afición por escribir nació casi al mismo tiempo: recuerdo cómo, siendo aún niña, llenaba cuadernos grandes de espiral con cuentos y relatos nacidos de una imaginación desbordante, que encontraba en la literatura su mejor refugio.
Aunque la vocación literaria ha sido siempre una constante, mi trayectoria profesional ha seguido otros caminos. Estudié Derecho en la Universidad de La Laguna, Contabilidad y Finanzas en el Centro de Estudios Financieros de Madrid, y cursé un ciclo superior en Gestión de Recursos Humanos y Prevención de Riesgos Laborales a través de la Universitat Oberta de Catalunya. Hablo varios idiomas y desde hace dieciocho años me dedico a la administración hotelera.
Soy también superviviente de la violencia machista, una vivencia que marcó profundamente mi vida y me convirtió en madre soltera siendo muy joven. Desde entonces, colaboro activamente con la Fundación Ana Bella, que trabaja en apoyo a otras mujeres que han pasado por situaciones similares. Esa experiencia vital ha impregnado mi voz literaria, especialmente en la poesía, donde la denuncia, la memoria y la esperanza se entrelazan como pilares de mi escritura.
2 – ¿Cuáles fueron sus primeras lecturas poéticas y qué autores le influyeron?
Fueron en el instituto, estudiando las obras de Antonio Machado, Federico García Lorca… Aunque no creo tener influencia de ellos en mis poemas.
3 – ¿Cómo definiría a su poesía?
Cuarenta soles, un mar es un poemario muy personal, donde recojo vivencias, emociones y reflexiones nacidas de mis cuarenta años de vida. Escribo desde las entrañas, con un estilo libre, orgánico y directo, tocando temas como el amor, la maternidad, la violencia machista, la salud mental y, por supuesto, mi identidad canaria. Hay mucho de denuncia, de memoria y de paisaje emocional. Son versos que hablan de resiliencia, de transformación y de libertad. Es mi forma de abrazar al mundo con palabras y también de sanarme a mí misma mientras escribo.
4 – ¿Cree que la poeta “evoluciona” en su escritura? ¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?
Sí, sin duda. Creo que el poeta evoluciona, igual que lo hace cualquier persona a lo largo de su vida. En mi caso, al venir del mundo de la narrativa, mi lenguaje poético ha ido ganando en síntesis, en simbología y en desnudez emocional. Antes me aferraba más a la forma, pero ahora busco que cada verso sea una verdad cruda, sin adornos innecesarios. He aprendido a confiar en el poder del silencio entre palabras, en lo que no se dice pero se siente. La vida, con sus luces y sombras, me ha llevado a escribir desde un lugar más honesto, más visceral. La poesía ha sido para mí un espacio de libertad total, donde he podido explorar otras formas de contar.
5 – ¿Cómo siente que un poema está terminado y cómo lo corrige?
Para mí, un poema nunca está completamente terminado, pero llega un momento en el que “dejo de tocarlo”, porque siento que ya ha dicho lo que necesitaba decir. Es algo muy intuitivo: cuando al leerlo en voz alta me emociona o me remueve, aunque sea solo un poco, sé que está listo para volar. En cuanto a la corrección, suelo dejar reposar el texto unos días y luego lo releo con otros ojos, como si fuera de otra persona. A veces cambio una palabra, otras veces un verso entero, y otras simplemente acepto que la imperfección también forma parte de su verdad. La corrección no es solo técnica, es también emocional: hay que saber cuándo intervenir y cuándo dejar que el poema respire por sí solo.
6 – ¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?
Con mi poesía me gustaría provocar reflexión, sacudir conciencias y, sobre todo, dar voz a quienes han sido silenciadas. Escribo desde la experiencia, pero también desde el dolor y el amor. Muchos de mis poemas nacen de heridas propias y colectivas, especialmente ligadas a la violencia machista, a la desigualdad, a la carga invisible que tantas mujeres arrastramos. Mi fin es aportar a la lucha desde la palabra, desde la emoción, desde lo íntimo que también es político. Si alguien se siente acompañada, comprendida o se atreve a alzar su propia voz después de leerme, entonces mi poesía ya ha cumplido su propósito.
7 – ¿Qué lugar ocupa, para una poeta como usted, las lecturas en vivo?
Las lecturas en vivo ocupan un lugar muy especial para mí, porque es ahí donde la poesía deja de ser solo palabra escrita y se convierte en voz, en cuerpo, en emoción compartida. Es un momento casi mágico, donde se crea un vínculo directo con quien escucha. A veces, una mirada o un suspiro del público vale más que cualquier crítica literaria. Además, siendo una poesía con carga social y feminista, creo que leerla en voz alta la potencia, la vuelve más combativa, más cercana. Me gusta que la gente no solo me lea, sino que me escuche, me sienta y, si puede ser, se lleve algo de lo que digo a su propia vida.
8 – ¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, blogs, etc?
Me parecen una herramienta maravillosa y necesaria. Las nuevas formas de difusión han democratizado la palabra: ahora cualquier persona puede compartir lo que escribe sin necesidad de pasar por los filtros tradicionales. Eso abre posibilidades inmensas, sobre todo para quienes escribimos desde los márgenes o con una voz que no siempre encaja en lo comercial. Yo misma he llegado a lectores gracias a las redes, a blogs o a revistas digitales. Lo importante, creo, es no perder la honestidad en lo que se dice. No escribir solo para el “me gusta”, sino para comunicar algo verdadero. Y si esa verdad logra emocionar, remover o hacer pensar, entonces bienvenida sea cualquier plataforma.
9 – ¿Podría recomendarnos un poema de otro autor o autora que le haya gustado mucho?
Claro que sí. Un poema que me marcó profundamente es “Autopsia” de Ángeles Mora, una poetisa cordobesa que admiro muchísimo. Su poesía es de una fuerza serena, pero demoledora, y combina a la perfección la sensibilidad con la denuncia social y feminista. En ese poema, como en muchos otros suyos, se habla del cuerpo de la mujer no como objeto, sino como territorio de lucha, memoria y dignidad. Ángeles Mora logra decir tanto con tan poco, y siempre desde un lugar muy humano. Leerla es como mirarse al espejo con una mezcla de ternura, coraje y verdad.
10 – ¿Qué libro está leyendo en la actualidad?
Suelo leer dos libros a la vez, uno en francés y otro en español. Ahora mismo estoy leyendo en francés Les Enfants qui blessent de Eva Björg Ægisdóttir y en español la novela finalista al Premio Planeta 2022 Historias de mujeres casadas de Cristina Campos.
11 – ¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este camino de la poesía?
Le diría que se escuche mucho a sí mismo/a, que escriba desde la verdad, no desde lo que cree que “debería” escribir. Que lea mucho, por supuesto, y muy variado, pero que no tenga miedo a encontrar su propia voz, aunque al principio suene rara o insegura. La poesía no es una meta, es un camino: no hace falta tenerlo todo claro, solo atreverse a sentir y a decir. Que no se censure, que no espere la perfección, que se permita fallar y experimentar. Y, sobre todo, que se rodee de otras voces, que comparta, que escuche, que lea en voz alta… porque la poesía, aunque nace en soledad, se completa en comunidad.
12 – ¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?
La industria editorial está en un momento de muchos contrastes. Por un lado, hay una gran oferta y una apertura a voces nuevas, lo cual es muy positivo. Pero también es cierto que sigue siendo un entorno muy exigente, donde lo comercial suele pesar más que lo literario, y donde muchas veces cuesta abrirse camino si no encajas en ciertas fórmulas. Afortunadamente, están surgiendo editoriales independientes y espacios alternativos que apuestan por propuestas más valientes, como la poesía social o la literatura feminista. Creo que quienes escribimos tenemos que combinar la ilusión con una mirada crítica y realista, sin perder nunca la pasión por contar lo que sentimos y creemos necesario decir.
13 – ¿Cuál es la pregunta que le gustaría que le hubiera hecho y no se la he hecho?
Me habría gustado que me preguntaras por las condiciones en las que trabajamos los escritores en España, especialmente en lo que respecta a la ley del libro y a los beneficios económicos que realmente recibimos por nuestras obras. Muy poca gente sabe que, tras años de trabajo, promoción y creación, el porcentaje que recibimos por cada ejemplar vendido suele ser ridículamente bajo. La mayoría de los beneficios se los llevan otros eslabones de la cadena. Es una situación que invisibiliza y precariza nuestro trabajo, como si escribir fuera un hobby y no una profesión. Creo que es necesario abrir este debate, dignificar la figura del autor y revisar un sistema que, tal como está, no protege ni valora suficientemente a quienes creamos cultura.
Entonces, Ana Nayra, ¿qué me contestarías si te hiciese esa pregunta que me propones?
Las condiciones en las que trabajamos los escritores en España son, en muchos casos, desalentadoras. La ley del libro, tal y como está planteada, no protege de forma efectiva al autor, que es, paradójicamente, el origen de toda la cadena editorial. Recibimos entre un 8% y un 10% del precio de venta de cada ejemplar —cuando no menos—, lo que significa que, por cada libro vendido, el beneficio real que percibimos es mínimo, especialmente si no somos autores/as superventas.
Además, el esfuerzo que hay detrás de una obra —escritura, corrección, promoción, presentaciones— rara vez se ve compensado económicamente. La mayoría de nosotros/as compaginamos la escritura con otros trabajos o vivimos de otras fuentes de ingresos. Es una realidad que conviene visibilizar, porque detrás de cada libro hay años de entrega, de tiempo robado a la vida personal, y de una vocación que se sostiene más por amor al arte que por reconocimiento económico.
Creo que es urgente revisar este modelo y dignificar la figura del autor. No solo por justicia, sino porque la cultura no puede construirse sobre la precariedad de quienes la crean.
Muchas gracias, Ana Nayra por tus respuestas y por compartir un rato con nosotros.
Gracias de corazón por ofrecerme este espacio y por permitirme compartir no solo mi obra, sino también las inquietudes que nos atraviesan a quienes escribimos desde la pasión, la conciencia y el deseo profundo de seguir construyendo belleza y verdad con palabras.
Amigos y amigas, gracias una vez más por haber llegado hasta aquí. Como premio, vean y escuchen a la poeta en directo.
No se olviden que pueden tener todas las noticias y actualizaciones de la obra de Ana Nayra Gorrin en su página web www.ananayragorrin.com
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